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Estos son algunos fragmentos contenidos en más de 150 páginas en los que la ‘hacker’ Marialicia Pinzón y el coronel retirado Jorge Salinas contaron con lujo de detalle la operación de la red de espionaje. En la lista de víctimas estaban el presidente, el vicepresidente y magistrados de la JEP, entre otros. Agentes de la DEA y la inteligencia ecuatoriana también contrataron a la red.

ESCÁNDALO

Los secretos del escándalo de las chuzadas

SEMANA tuvo acceso a más de 200 folios con las declaraciones de dos de los principales protagonistas del tema. Su contenido revela la impresionante dimensión de esta red de espionaje ilegal.

4 de noviembre de 2018

El país se escandalizó hace poco cuando la Fiscalía General de la Nación descubrió una red de interceptaciones masivas. No era para menos. Según anunció el propio fiscal Néstor Humberto Martínez esa organización espió ilegalmente las comunicaciones de centenares de empresas y personas, incluido él mismo.

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Los medios enfocaron inicialmente el tema en uno de los clientes de la red: Armando Benedetti. De acuerdo con las evidencias incautadas, el senador habría pagado a la red para conseguir información del conocido abogado Jaime Lombana y su núcleo familiar, incluido su hijo menor de edad. Varios de los detenidos contaron los detalles de ese espionaje y los investigadores encontraron en sus computadores carpetas de archivos identificados como “Barbas” y “Gordos”, en los que estaba el producto de varios meses de seguimientos al abogado (ver recuadro). Por tratarse de un aforado, el proceso que se inició contra Benedetti fue remitido a la Corte Suprema de Justicia.

Un funcionario del CTI acudió a la ‘hacker‘ para ayudar a mafiosos y espiar a sus compañeros. 

Los medios de comunicación cubrieron ampliamente parte de este episodio y los integrantes de la red lo expusieron durante las audiencias de legalización de su captura. Sin embargo, apenas forma una pequeña pieza del inmenso rompecabezas de acciones ilegales.

Los propios responsables del escándalo ya le contaron a la Fiscalía algunos de esos secretos. SEMANA tuvo acceso a más de 200 folios con las declaraciones de dos de los principales protagonistas del tema. Su contenido revela la impresionante dimensión de esta red de espionaje ilegal.

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Una de ellas es una ingeniera de sistemas llamada Marialicia Pinzón, considerada la hacker del grupo, quien vivía y desarrollaba sus actividades desde su residencia en Ipiales, Nariño. El otro personaje, el coronel retirado del Ejército Jorge Humberto Salinas, dirige su empresa de consultoría en seguridad, JHS Consultores. Los dos forman parte del grupo de seis capturados por el caso, junto con el general retirado de la Policía Humberto Guatibonza, su socio Carlos Arenas y dos militares más retirados, el mayor Luis Quiroga y Carlos Pérez.

El coronel (r) Carlos Pérez y el mayor (r) Luis Quiñones hacen parte del grupo de seis capturados por la Fiscalía, señalados de pertenecer a la red de interceptaciones.

En su declaración, Marialicia cuenta uno de los grandes misterios del caso: cómo terminó metida en el mundo de los hackers y en semejante lío. “En diciembre de 2004 conocí al coronel Alexánder Parga, quien para ese tiempo era capitán de inteligencia del Ejército, adscrito a la Rime 3 (Regional de Inteligencia Militar), y el comandante de la Rime 3 era en ese momento el entonces coronel Martín Fernando Nieto. Nos reuníamos en el negocio de mi papá, un almacén de distribución de llantas”, contó. “En la parte técnica empecé a trabajarles unas cuentas de correo electrónico, me entregaban una cuenta y yo me encargaba de destaparlas, es decir, acceder a ellas”, afirmó.

Durante los años siguientes, Marialicia siguió realizando ese tipo de trabajos para la inteligencia militar, entre otros. Efectuó esas labores non sanctas para otros oficiales de inteligencia del Ejército, apellidados Bautista, Valbuena, Llanos, Montenegro. “Conocí al mayor Luis Quiroga en 2007 en el Batallón Cabal en Ipiales”, contó sobre uno de los capturados recientemente.

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La hacker afirmó que los militares la hacían firmar recibos en blanco y se robaban la plata de gastos reservados, de los que salía el dinero para pagarle. “Me pagaban un millón y luego supe que eran dos. Se robaban uno”. Por esto optó por no trabajar más con algunos de ellos, adscritos a varias regionales de inteligencia. Por intermedio de su amigo el coronel Parga logró que el coronel Nieto, entonces director de la Cime (Central de Inteligencia Militar), viajara a Ipiales para mostrarle un programa que ella desarrolló, capaz de ubicar números por medio de palabras claves, entre otras cosas. “El general Nieto viajó a mi casa tres veces y le puso el nombre ‘proyecto sembrador’ a lo que yo hacía”.

La referencia a Nieto y Parga tiene una relevancia especial. Hasta el año pasado, antes de retirarse, el primero estuvo al mando del Comando Conjunto de Inteligencia del Comando General de las Fuerzas Militares (CCONI), mientras el coronel Alexánder Parga comandaba la Regional de Inteligencia Militar Estratégica (Rimec), una dependencia del CCONI. En diciembre pasado SEMANA denunció cómo, en esas unidades, algunos funcionarios desviaron dinero de gastos reservados, usaron fachadas y obtuvieron equipos de monitoreo para espionaje. Por cuenta de esto la Procuraduría llamó a esos dos oficiales, entre otros, a juicio disciplinario para responder por hechos que guardan relación con la red recientemente descubierta, en la que curiosamente aparecen los mismos nombres.

El caso es que durante 14 años, hasta que la detuvieron en agosto pasado, la hacker contó que trabajó para la inteligencia militar. En ese tiempo, por pedido de sus amigos del Ejército también les ayudó a integrantes de la Armada, el Gaula de la Policía y la propia Fiscalía. “Les colaboraba con correos, ubicaciones, georreferenciación, etcétera”, dijo. Obviamente todo esto era ilegal.

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“En 2013 llegué a Pasto a fundar el Centro de Fusión de Inteligencia Regional (Cefir), para trabajar interagencialmente y con el apoyo de la Fiscalía. Antes de eso trabajé con el Departamento de Estado de Estados Unidos en la parte de señales, en las plataformas de la Fuerza Aérea. Como subdirector me llegó el mayor Luis Quiroga y después de un tiempo me comentó de la existencia de esta Marialicia Pinzón”. Así comienza el relato del segundo protagonista de este entramado, el hoy detenido coronel Jorge Humberto Salinas. “Cuando vi lo que podía hacer Marialicia, dije ‘esta niña es un genio’. Ella me contó y me mostró el sistema que desarrolló. El sistema no saca audios, pero con palabras clave se puede filtrar qué número habla y se georreferencia, etcétera”, contó Salinas.

La ‘hacker’ Pinzón contó cómo fue reclutada desde 2004 por el capitán, hoy coronel, Alexánder Parga. También narró cómo trabajó para el coronel Martín Nieto, hoy general retirado, cuando fue jefe de la Regional de Inteligencia Militar (Rime) y posteriormente como comandante de la Central de Inteligencia Militar (Cime). La mujer mencionó a otros 10 militares, la mayoría ya retirados, quienes le pedían actividades al margen de la ley.

En su detallada narración ante la Fiscalía, posteriormente dijo que le contó a un amigo suyo de la DEA sobre la hacker y lo que ella podía hacer. Incrédulo, el norteamericano sugirió unas pruebas para ver sus capacidades. Y no solo las superó, sino que, según Salinas, sorprendió a los de esa agencia antidroga. Ante los investigadores la hacker Marialicia también reveló que hizo “trabajos” para integrantes de la DEA.

Lo más grave en la confesión de los dos viene después. Contaron detalles sobre su estrecha relación con el general Guatibonza y los negocios que realizaron. También narraron las reuniones con funcionarios de la inteligencia ecuatoriana que usaron los servicios de la hacker para tratar de dar con el paradero del guerrillero disidente alias Guacho. No menos impactante fue la forma como describieron la orden para espiar al entonces presidente, Juan Manuel Santos, y su familia, al exvicepresidente, general retirado Óscar Naranjo, a los magistrados de la Justicia Especial para la Paz (JEP), entre otros.

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Muy inquietante resulta también la forma como describen a un supuesto funcionario del CTI que habría obligado a la hacker a realizar varios trabajos ilegales para él, que incluían temas políticos, pero también acciones para favorecer organizaciones de narcotráfico e, incluso, espiar a sus propios compañeros de la Fiscalía. No se trata de un hecho menor (ver recuadros). Lo cierto del caso es que esta parte de los secretos revelados deja en claro que aún falta mucho por saber.

El caso VIP I

Un supuesto miembro del Centro Democrático habría hecho una propuesta para investigar al presidente Juan Manuel Santos, su familia, magistrados de la JEP y congresistas.

Acomienzos de este año y luego de haber realizado varios trabajos para la firma de seguridad en la que el general Humberto Guatibonza era socio de Carlos Arenas, este último habría contactado al coronel Salinas para investigar a personalidades del más alto perfil político. “Me dice que tiene un contacto o un compañero de curso ya retirado que le pedía un favor de hacer un estudio de seguridad a gente del gobierno. Yo le dije que si era en contra del gobierno, me retiro de eso. Él me dijo que eran unas carpetas. Cuando me envía las carpetas, yo me encuentro como 36 nombres. Ahí estaba el presidente de la república, los hijos, el vicepresidente, magistrados de la JEP, me imagino, Roy Barreras... Carlos Arenas me dice que lo contactó una persona del Centro Democrático”. Según Salinas, eso ocurrió antes de las elecciones legislativas del pasado 11 de marzo.

De acuerdo con el relato del coronel, Arenas le aseguró que Guatibonza estaba al tanto de ese trabajo, por el que le habían ofrecido 200 millones de pesos, y que incluso iba a prestar un carro blindado “para mover la plata”. A cambio, tenían que “hacer un estudio financiero de ellos”. Salinas asegura que decidió hablar personalmente con Guatibonza sobre el ofrecimiento y que se pusieron una cita en Bogotá.

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“Yo, convencido de que el general Guatibonza sabía, le comenté: ‘Cuál trabajo, de qué me está hablando’. El general me dijo: Carlos Arenas sí me comentó algo y me dijo que ese caso era suyo. Me da mucha pena, pero ese trabajo yo no lo hago, eso hasta puede ser una trampa. Es más ya perdí la confianza con él, voy a sacarlo de la sociedad’. Finalmente, dice Salinas, “hasta ahí llegó el tema, pero no se hizo nada, nunca se interceptó, ni obtuvimos algo, solo hicimos búsqueda por fuentes abiertas para ver quiénes eran”. Más adelante, Salinas da más pistas sobre esas supuestas pesquisas: “Lo que sé es que esa carpeta está en el computador de Quiroga (el mayor Luis Quiroga, quien trabajaba con Salinas), él fue el que hizo la consulta por medios abiertos”. A raíz de ese episodio, Salinas le habría dicho a Guatibonza que, en adelante, trabajaran directamente, sin la intermediación de Arenas.

El caso VIP II

La ‘hacker’ Pinzón también habló sobre el plan para investigar al entonces presidente Santos y su círculo más cercano.

Juan Manuel Santos y los magistrados de la Jurisdicción Especial de Paz

La hacker Marialicia Pinzón dice que el coronel Salinas alcanzó a comentarle sobre la intención de investigar al entonces presidente Juan Manuel Santos y a sus círculos más cercanos. Incluso se habría reunido con el exmilitar, el 25 de marzo de 2018, para hablar al respecto, en medio de un viaje personal que la hacker hizo con su hija a Cali. “El señor Salinas estaba muy interesado en hablar conmigo antes de ese viaje. Yo le indiqué mi itinerario, dónde me iba a alojar. Me fue a recoger al aeropuerto con mi hija, nos llevó al hotel, luego llegó Quiroga (el mayor Luis Quiroga, socio de Salinas). La urgencia del viaje era comentar lo que voy a mencionar que iban a iniciar un trabajo que denominarían Carpetas. Pregunté en qué consistía ese trabajo y mencionó Quiroga que estaban buscando números de cédula de personas de la política y del gabinete de Santos, incluido Juan Manuel Santos. Supuestamente que el señor Guatibonza recibiría la Dirección Nacional de Inteligencia y que entonces iban a trabajar solo con gente de confianza. Nunca me pasaron datos de lo que estaban haciendo. Que Quiroga ya estaba trabajando en eso”.

Luego, Salinas le habría dicho a la hacker lo mismo que dijo en sus declaraciones judiciales. Que al parecer el general Guatibonza no estaba enterado de ese plan, promovido por su socio Carlos Arenas. “Después, a mi regreso ya a Ipiales siguieron insistiendo con ese tema que un señor Carlos no le había comentado al general Guatibonza sobre eso y que entonces dejaban eso quieto”.

Los contactos con la DEA

Según el coronel Salinas, la ‘hacker’ Pinzón ubicó al hijo de un oficial militar estadounidense que había desaparecido en Rusia.

El coronel Jorge Salinas cuenta que, luego de su retiro del Ejército, puso a prueba las capacidades de la hacker Marialicia Pinzón ante un hombre de apellido Fernández, quien trabajaba para la DEA. El funcionario norteamericano, incrédulo de las habilidades que le describió el exmilitar, le pidió que hallara la ubicación del teléfono de su esposa. La hacker lo detectó en la embajada de Estados Unidos en Rusia. Sorprendido, según el relato de Salinas, Fernández pidió más pruebas. “Marialicia me envía y yo le reenvío una foto de él con la esposa sacada del celular de ella. ‘Esa foto solo la conoce mi señora y yo, nadie más. No te lo puedo creer. Lo que tú tienes ahí es un diamante’”.

Una semana después, dice Salinas, Fernández lo contactó de nuevo. El hijo de un oficial militar estadounidense había desaparecido en Rusia y todas las agencias de ese país, incluida la DEA, FBI y NCA, lo buscaban sin resultados. Con la referencia del teléfono y la cuenta de Facebook del joven, la hacker lo ubicó en un parque en Cincinnati, Estados Unidos. “El de la embajada me decía: ‘bueno, pero cómo puede estar aquí en Estados Unidos’. Como a los tres días me llamó y me dijo que lo encontraron en Cincinnati. Que yo qué hice para dar con la información, usted qué tiene allá”, le decía Fernández, según la declaración de Salinas.

Barbas y gordos

Por pedido de Benedetti, asegura Salinas, siguieron a la familia del abogado Lombana y se rastrearon sus supuestas cuentas en Curazao. Tuvieron en la mira al fiscal general.

El testimonio del coronel Salinas recoge la versión de que el senador Armando Benedetti pagó al menos 4 millones de pesos para hacer seguimientos a los abogados Jaime Lombana, Jaime Granados y al fiscal Néstor Humberto Martínez, con quienes mantenía “disputas personales”. Su socio Juan Carlos Madero manejó la información, recopilada en las carpetas Barbas y Gordos.

“Madero me entrega el número de Lombana, que lo que quiere Benedetti, cualquier punto que tiene Lombana que lo desprestigie, si tiene algún nexo con el cartel de la toga, si era gay”, dice Salinas sobre los seguimientos con los que el senador supuestamente pretendía enlodar al jurista. “Marialicia decía que tenía la capacidad de mirar qué cuentas estaban con el número de una cédula. Me pasó un listado donde aparecían seis cuentas de Lombana en Curazao a nombre de Lombana, de la esposa y creo que de una prima (…) Hasta ahí se llegó con ese trabajo de las cuentas, no se hizo nada más, pues Benedetti presionaba, mucho pero no pagaba”.

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Salinas también dice que Benedetti pidió información sobre el fiscal Néstor Humberto Martínez, pero que nunca se concretó. “Había otro requerimiento de Benedetti y era sobre el fiscal general de la Nación, que supuestamente antes de ser fiscal sabía del tema Odebrecht y que había recibido coimas en una supuesta reunión o casa de Cambio Radical, entonces él quería que miráramos dos años atrás si el celular del fiscal general había marcado en ese lugar en ese entonces. Benedetti sí nos pasó el número del actual fiscal general, pero nunca se hizo nada”.Entre el material recogido por la hacker Pinzón en este caso, habría correos electrónicos. “Recuerdo algunos textos que me llamaron la atención, hacían mención al fiscal general y creo que al presidente porque en la conversación hacían mención a que el presidente ordenaba”. En su declaración, Salinas concluye: “Benedetti quedó satisfecho con la información que se le pasaba”.

Los negocios con el general

Según Salinas, él y el general Guatibonza trabajaron en llave para grandes empresas. Incluso, dice el coronel, llegaron a ubicar a Guacho en las supuestas investigaciones que hacían para Ecuador.

Tras retirarse del Ejército en 2014, cuenta el coronel Salinas, trabajó durante más de dos años como jefe de Seguridad de Ferrocarriles del Pacífico, y a finales de 2016 decidió abrir su propia empresa de seguridad, JHS Consultores. Empezó haciendo investigaciones para empresas víctimas de robos o fraudes, y con la intención de expandirse, buscó contacto con el general Humberto Guatibonza, excomandante de la Policía de Bogotá y del Gaula.

“Tengo un buen amigo que se llama Fernando Carvajal, fue quien me dijo que él conocía a alguien que conocía al general Guatibonza, y que ellos trabajaban con una empresa de investigación. Me dio la opción de que hablara con ellos e hiciéramos como una alianza. Ahí yo conozco a un señor que se llama Carlos Arenas (exjefe de prensa de Guatibonza en la Policía de Bogotá y su socio en la empresa JHS Consultores)”.

Salinas cuenta que intentó acercarse aprovechando las capacidades de la hacker Pinzón. “La primera oportunidad que se presentó de trabajar con él fue una asesoría a una familia de un secuestrado en Antioquia”. Durante el resto de 2017, asegura Salinas, le prestó servicios a la firma del general Guatibonza –siempre con la intermediación de Arenas- que a su vez adelantaba investigaciones para grandes empresas.Solo a comienzos de 2018 un caso que supuestamente involucraba a la cúpula del gobierno nacional acabó con la relación de Salinas y Arenas (ver recuadro el caso VIP). “Después de eso mi relación con el general Guatibonza fue más fluida”, dice.En adelante, además de trabajar juntos en varias investigaciones para empresas privadas, asegura Salinas, intentaron prestarle servicios al gobierno ecuatoriano. “El otro tema que tenía con el general Guatibonza (…) al gobierno de Ecuador se le empezó a apoyar con lo de Guacho. Al hacer el escaneo y búsqueda encontramos unos teléfonos satelitales y creemos que era de Guacho. Antes de matar a los periodistas nosotros ya sabíamos que habían dado la orden (…) Ellos me dieron unos recursos, como 4.000 dólares, pero a raíz de lo que pasó con los periodistas todo quedó bloqueado”.

Los trabajos para los ecuatorianos

Pinzón habría conocido de reuniones sostenidas entre Salinas, Guatibonza y supuestos militares ecuatorianos.

La hacker cuenta lo que pudo conocer del trabajo que el mayor Quiroga, el coronel Salinas y el general Guatibonza le habrían prestado al gobierno ecuatoriano, que intentaba responder a las acciones de Guacho en la frontera. “En este año 2018, durante una visita del mayor Quiroga a mi casa, mirando el noticiero nos enteramos del secuestro de una pareja ecuatoriana. En ese momento él llamó a un señor coronel Paredes, del Ecuador, no sé si sea activo o no, y le dijo que se reunían con él, que necesitaban hablar y que él los podía ayudar. Él sí se reunió con el señor Paredes en Ipiales, desconozco la charla que tuvieron, pero Quiroga llama vía teléfono al señor Salinas y le dijo que le había ido muy bien y que organizaran viaje a Quito. Ese viaje lo realizaron en avión, entonces debe estar registrada la salida. Lo que solicitaron era información específica del caso de los secuestrados, pero esa información la manejé con Ejército”.

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Pinzón da detalles de las conversaciones telefónicas que escuchó y que confirmarían encuentros personales entre los ecuatorianos, Salinas y Guatibonza. “A la siguiente semana del viaje, el señor Salinas estuvo en mi casa y vía telefónica escuché la conversación con el mayor Quiroga donde le confirmaba que una delegación ecuatoriana subía a Cali para hablar con ellos y a conocer la empresa. Semanas después, para el mes de julio, el señor Salinas me comenta que no me puede pagar los 3 millones de pesos, sino 2, porque el viaje que hizo con el señor Guatibonza a Ecuador los dejó cortos de plata. Por eso, confirmo que sí conozco que estaban ofreciendo servicios en Ecuador”.

EL polémico agente del CTI

La ‘hacker’ dice que trabajó para un funcionario de la Fiscalía que después la amenazó de muerte. Habría recolectado información para favorecer a un representante a la Cámara.

Un problema que su hija de 10 años tuvo en el colegio –cuenta la hacker– la llevó a conocer a Álex Chamorro, un agente del CTI de Pasto con el que habría tenido negocios que terminaron mal. Por cuenta de un mensaje amenazante que le dejaron a su pequeña, Pinzón le pidió consejo al coronel Salinas, quien la contactó con Chamorro. El supuesto agente de la Fiscalía llegó a su casa, le señaló que conocía a sus hermanos y que no se preocupara por el problema de su hija. “Me dijo que si yo quería mandar a asustar a las personas, que él tenía gente allá en Ipiales y que él se encargaba de eso, que la gente que él tenía no era gente de asustar, sino de desaparecer al que fuera”.

A partir de ese encuentro, Chamorro, quien decía conocer el trabajo de la hacker por boca de Salinas, la visitó varias veces y le planteó varios trabajos, cuenta ella. Incluso le habría propuesto convertirse en informante de la Fiscalía: “Me dijo que él habló mucho con el señor Salinas que ya le había explicado lo que yo venía haciendo y ya se había hablado para que yo trabajara con las empresa como informantes, es decir, la Fiscalía”.

También le ofreció, según su declaración, un trabajo para un grupo de ecuatorianos que “estaban dispuestos a pagar lo que fuera por que les aseguraran los teléfonos”. De ese negocio habrían surgido los problemas. “En el 2017 capturaron a uno de esos señores por narcotráfico por allá en Tumaco. Entonces me llamó Álex furioso para que le devolviera una plata que me habían dado, 9.200.000 pesos, o si no me mataban. Yo le dije, ‘yo devuelvo la plata, pero deme un tiempo porque no tengo’”. Chamorro, incluso, la habría amenazado con la apertura de un proceso en la Fiscalía. Esa situación, según le dijo Salinas, llevó a que el coronel rompiera relaciones con el agente del CTI. Como la hacker no pudo pagar su deuda, según su relato, Chamorro le pidió responderle con trabajo. “Él verifica unos números y me los pasa, me menciona que son de interés político, en la carpeta que mencioné Álex Chamorro se encuentra una carpeta con el nombre Circo del Sur. Álex le coloca el nombre a esta carpeta y es la información que yo le paso a él, información del alcalde de Ipiales, Ricardo Romero, papá del gobernador (Camilo Romero). Me pasó dos números, el de él y el de la esposa. Por el interés político que él tiene, el del hermano que se llama Ricardo Chamorro y el de Gustavo Estupiñán, jefe del hermano. Este señor Ricardo anda para arriba y para abajo con el señor Gustavo, es el conductor”, relata la hacker. Gustavo Estupiñán es un exalcalde de Ipiales y actual representante a la Cámara por Nariño. Según el relato de Pinzón, habría hecho varios trabajos más para Chamorro que, cree, tenían como beneficiario a Estupiñán. “Él (Chamorro) presionaba mucho, presionaba que se le enviara eso a diario, porque a Gustavo le servía, porque era supuestamente denuncia que la alcaldía actual le quería interponer”. Durante los primeros meses de 2018, dice Pinzón, Chamorro la siguió buscando, y cuando ella dejó de contestarle, la contactó a través de uno de sus hermanos. Finalmente, la hacker dice que pudo pagarle la plata que le adeudaba. Aun así, el supuesto agente del CTI la habría buscado una vez más. “Vuelvo a saber de Álex el día de la muerte de los señores del CTI (el pasado 11 de julio, tres agentes fueron asesinados por hombres de Guacho en la vía Pasto – Tumaco). Como lo tengo bloqueado, le escribió a mi hermano ‘Dile a la bruja que asesinaron a mi equipo’ y empieza nuevamente a llamar a mi hermano. A partir de mi captura, el 3 de agosto, las llamadas de Álex a mi hermano han sido constantes, indicándole que tiene que hablar conmigo”.