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Edificio Mónaco cambia su fachada en una cruzada por las víctimas

SEMANA habló con el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, sobre la nueva imagen del edificio Mónaco que será demolido en dos meses y sobre el narcoturismo y la memoria de una ciudad que aún vive los coletazos del extinto cartel de Medellín.

12 de diciembre de 2018

El edificio Mónaco, famoso porque fue la residencia de Pablo Escobar y su familia, y al que llegan cada día turistas de muchas nacionalidades para ver los rastros de la opulencia que gozó el extinto capo del cartel de Medellín, amaneció esta semana con una nueva cara: pancartas en las que se pide hacer memoria y no olvidar a las víctimas: “Esta es una lucha ética para recuperar los valores que la mafia nos arrebató”, dice una de las vallas ubicadas en la fachada por la administración municipal.  

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Se trata de un homenaje a las víctimas, un golpe de buena conciencia para quienes aún admiran a Escobar creyendo que era una suerte de Robin Hood, por eso los carteles están en inglés y español y llaman la atención sobre hechos específicos: la bomba en el vuelo 203 de Avianca en el que murieron 107 personas; el asesinato de 614 policías por lo que en un momento se llegó a dar 2 millones de pesos, como si fueran animales de caza; y esta pieza: “Respeta nuestro dolor, honra nuestras víctimas. 1983 -1984: 46.612 vidas menos”.

Este es un primer paso para lo que será la demolición del Mónaco el 22 de febrero de 2019, sobre lo que el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, ha dicho que es un paso para transformar la historia, no para borrarla. Esta demolición valdrá 2.600 millones de pesos y en su lugar se construirá un monumento a las víctimas sobre el que ya hay un concurso para que los paisas decidan qué intervención tendrá este espacio, donde empezarían obras en mayo del próximo año. Esta es una noticia que por años han esperado los residentes del barrio Santa María de los Ángeles, en El Poblado, que han manifestado en varias oportunidades su cansancio por las peregrinaciones de turistas que llegan al Mónaco para lo que ellos era el barrio de Escobar.  

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SEMANA habló con el alcalde Federico Gutiérrez sobre el narcoturismo que se ha expandido por Medellín y sobre la memoria: ¿qué tan importante es olvidar los años en que el cartel de Medellín asoló una ciudad?

SEMANA: ¿Qué puede aprender la ciudad de los años oscuros del Cartel de Medellín?

Federico Gutiérrez: Más que de esos años oscuros, creo que podemos aprender de la manera en que salimos de ellos. Con errores y aciertos, la ciudadanía sacó adelante a Medellín. El sector privado jugó un papel crucial, que debemos reconocer eternamente. Asimismo, la academia y el sector público pusieron su conocimiento e información a favor del desarrollo de los territorios más vulnerables. Pero fue fundamental contar con esa ciudadanía fuerte y resiliente, con los colectivos culturales y las madres valientes de nuestros barrios, para dejar atrás lo peor que hemos vivido como sociedad. La gran lección que nos dejó esa época tan dura, es que cuando nos unimos podemos superarlo todo.

La gran lección que nos dejó esa época tan dura, es que cuando nos unimos podemos superarlo todo. - Federico Gutiérrez.

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SEMANA: ¿Qué daño le ha hecho la imagen de Pablo Escobar a Medellín?

F.G.: Es un daño inconmensurable, realmente. Pablo no es el problema, pero es la cara visible del problema. El gran daño se lo hicieron, a la ciudad, la ilegalidad y la violencia. Escobar es la representación de ambas. Yo hablaría de tres cosas. Lo primero y más evidente, son las muertes violentas (más de 46.000 solo entre 1983 y 1994): los huérfanos, las viudas, las familias destruidas a causa del narcoterrorismo. En segundo lugar, está el estigma internacional de la ciudad: Medellín dejó de ser una opción para el mundo. Nadie quería venir aquí; ni las empresas, ni los turistas… Todos tenían miedo. Las oportunidades que dejaron de llegar, la inversión extranjera que dejamos de recibir: todo eso es incontable. Apenas ahora estamos logrando posicionarnos nuevamente como un destino viable. Finalmente, y esto es lo más grave, la herencia maldita del narcotráfico se evidencia en que hoy todavía hay niños soñando con ser “capos”. Hoy todavía hay miles de jóvenes que pertenecen o rinden cuentas a estructuras criminales. La mafia nos arrebató unos valores que teníamos como sociedad: nos cambió el trabajo honrado por el dinero fácil, la discreción por la opulencia y el peor de todos: le quitó el valor a la vida y le puso un precio a cada una. Tener jóvenes que piensan “prefiero vivir poco pero vivir bien”, es el peor daño que nos ha hecho la ilegalidad.

La mafia nos arrebató unos valores que teníamos como sociedad: nos cambió el trabajo honrado por el dinero fácil, la discreción por la opulencia y el peor de todos: le quitó el valor a la vida y le puso un precio a cada vida. -Federico Gutiérrez.

SEMANA: Usted se ha cruzado en una lucha contra lo que rodea a Escobar: el Mónaco, las canciones que lo exaltan, el turismo "escobariano", ¿por qué?

F.G.: Me gustaría aclarar que mi lucha no es una lucha personal contra una figura, ni contra un fantasma. Es una lucha contra un fenómeno que nos afecta todavía: la ilegalidad. Lo que ocurre es que Escobar ha sido y es aún el gran símbolo de ese fenómeno, y yo creo que los símbolos son muy importantes en las sociedades. Exaltar una figura que representa lo que más daño nos ha hecho a todos los ciudadanos de Medellín, es legitimarla. Y no podemos permitirnos olvidar todo lo que sufrimos y sobre todo, no podemos olvidar quién nos causó ese dolor: la mafia. Aceptar socialmente las camisetas de Pablo, las canciones que lo glorifican, el narcoturismo… es también aceptar una forma de vida y unos antivalores que nos hicieron demasiado daño. Mi lucha es una lucha ética, porque busca recuperar unos valores colectivos que la mafia tergiversó de manera profunda.

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SEMANA: ¿Hasta qué punto hay que recordar ese pasado? ¿Hasta qué punto hay que olvidarlo?

Hay que hablar de las víctimas y de los héroes, tantas veces o incluso más de las que se ha hablado de los victimarios. Hablar de todas esas personas inocentes que murieron y de todos aquellos que dieron su vida por defender unos principios. -Federico Gutiérrez.

F.G.: Yo no soy partidario de olvidar hasta ningún punto, al menos en términos de memoria colectiva. Cada quien, de manera individual, hace su proceso y olvida lo que necesita olvidar. Pero creo que la manera de sanar como sociedad es justamente recordar, con el fin de comprender. Vivimos cosas tan terribles y tan duras, que de algún modo dejamos a un lado nuestro propio relato y otros se apropiaron de él para contarlo desde el punto de vista de los victimarios. Hay que hablar de las víctimas y de los héroes, tantas veces o incluso más de las que se ha hablado de los victimarios. Hablar de todas esas personas inocentes que murieron y de todos aquellos que dieron su vida por defender unos principios: Guillermo Cano, periodista; Mariela Espinosa, jueza y magistrada; Valdemar Franklin Quintero, comandante de la Policía en Antioquia. Estas tres personas, asesinadas por la mafia, son solo un ejemplo de los héroes que nos ha arrebatado la ilegalidad. Hay que honrar el dolor, el pasado y la memoria, con el fin de mantenernos firmes frente a los valores que vamos a defender en el presente.