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The Economist sobre Policía colombiana
The Economist sobre Policía colombiana | Foto: Semana

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“El crimen cambió desde que Colombia acabó su guerra”: The Ecomomist sobre reforma a la Policía

La revista asegura que superado el conflicto con las Farc y la lucha contra Pablo Escobar, un hecho como el asesinato de Javier Ordóñez evidencia que “también es tiempo para que la policía se reforme”.

18 de septiembre de 2020

La muerte de Javier Ordóñez no solo desató la serie de protestas que cobraron la vida de 13 civiles y más de un centenar de heridos. También revivió la vieja discusión sobre una posible reforma a la Policía colombiana.

Los abusos de autoridad por parte de de estos uniformados no son nuevos. Otros hechos recientes como la muerte del estudiante Dilan Cruz el pasado 25 de noviembre de 2019, por causa de un artefacto disparado por un miembro del Esmad, han dado cuenta de que este tipo de comportamientos viene siendo reiterativo.

Justamente la prestigiosa revista The Economist se ocupa del tema en su más reciente edición y responde con un nutrido análisis varios puntos para tratar de explicar “por qué la policía militarizada de Colombia necesita una reforma”

Para introducir al tema sobre como la Policía colombiana es una única fuerza liderada desde el Ministerio de Defensa y cómo realiza funciones netamente militares, The Economist hace mención al asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis en mayo de este año.

Además, la revista asegura que que “Estados Unidos tiene cerca de 18.000 fuerzas policiales, la mayoría bajo control local. Colombia, con una sexta parte de la población de Estados Unidos, tiene solo una” afirma, y añade además que Colombia es la única democracia en la que toda la policía está controlada por el Ministerio de Defensa: "Sus deberes van desde pilotar helicópteros Black Hawk hasta buscar arbustos de coca en la jungla y tomar medidas enérgicas contra el alcoholismo público”.

Así mismo se hace referencia al tipo de armamento que usa la policía colombiana para patrullar no solo zonas rurales sino también zonas urbanas y afirma que, según un general retirado de la Policía, mientras esta institución “siga siendo parte del Ministerio de Defensa, no se puede reformar”.

The Economist se devuelve en la historia colombiana y explica la razón por la que la Policía fue agregada al Ministerio de Defensa, “esta combinación de soldados y policías comenzó en la década de 1950. Ante la violencia política, en la que los alcaldes utilizaron fuerzas policiales contra sus enemigos, el entonces presidente Gustavo Rojas Pinilla, exgeneral del ejército, puso al Ministerio de Defensa a cargo de la policía”, asegura.

Afirma que, una vez se inició la lucha contra las Farc y contra narcotraficantes de la talla de Pablo Escobar, bajo lo que para entonces se llamó el ‘Plan Colombia’, Estados Unidos le dio al gobierno miles de millones de dólares durante 30 años para combatir el narcotráfico, “gran parte de los cuales fueron a la Policía. Hoy la fuerza es de 159.000 efectivos, más del doble de lo que era en la década de 1990″.

Sin embargo, The Economist destaca que esas amenazas que llevaron al exgeneral Rojas Pinilla a vestir a la policía de verde militar y a realizar funciones militares ha desaparecido. Menciona entonces la desmovilización de las Farc y la derrota a narcotraficantes como el mismo Escobar.

Sin embargo, se reconoce que en Colombia han surgido otro tipo de organizaciones ilegales que, aunque tienen estructuras parecidas y operan en varias de las mismas zonas antes ocupadas por las Farc, aunque no poseen sus mismas ideologías. Resalta la lamentable cifra de líderes asesinados en Colombia en lo que va de 2020, la cual supera los 100. También señala las 15 masacres que se han cometido por estas organizaciones. Es decir, Colombia sigue siendo insegura pese al número de policías y las funciones que aquí ejercen.

El mismo panorama se vive en las ciudades colombianas. Incluso la revista destaca que tres de ellas se encuentran entre las 50 con las tasas de homicidios más altas del mundo. “Las bandas de narcotraficantes del “microtráfico” dominan los barrios pobres. Los robos denunciados, desde hurtos hasta atracos, se han quintuplicado en la última década. Los informes de violencia doméstica han aumentado al menos un 165% durante la pandemia. La violación registrada de mujeres y niños es la más alta jamás registrada. Más de cuatro quintas partes de los bogotanos se sienten inseguros, según las encuestas”, afirma The Economist.

“La policía de Colombia no hace que la gente se sienta más segura. Glorifican el combate”, dice Santiago Tobón, investigador de la Universidad eafit de Medellín a The Economist.

Pero el comparativo de la Policía colombiana no solo se hace con Estados Unidos, también lo hacen con Europa para dar respuesta a la pregunta de por qué tanta lentitud a la hora de responder ante la delincuencia. Para esto, la revista revela la opinión de Alberto Sánchez, analista de seguridad de Bogotá, quien habla de la forma en que los uniformados trabajan con la estrategia de los ‘cuadrantes’. Para Sánchez, “hay muy pocos policías para cumplir ese objetivo”.

En su publicación The Economist también da cifras sobre los abusos policiales específicamente en Bogotá, asegura que de enero a agosto de este año, la alcaldía a recibido 137 denuncias por uso excesivo de la fuerza, muchas de trabajadores de la calle y gays. Sin embargo, muchas víctimas no denuncian por lo que se teme que los abusos pueden ser muchos más.

Las cifras también develan el número de asesinatos que cometió la policía colombiana en 2019 y asegura, basado en cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal, que durante 2019, “la policía mató a 90 personas”.

Finalmente, The Economist hace mención a la insistencia que ha tenido la alcaldesa de Bogotá, Clauida López, para que se de una reforma a la Policía. Es de recordar que, tras la muerte de Ordóñez, López ha lanzado fuertes críticas al gobierno del presidente Iván Duque y le ha pedido que se transfiera la fuerza al control civil y que los policías descarriados sean juzgados en tribunales ordinarios en lugar de tribunales militares.

La publicación también deja ver la situación que padecen los hombres que deciden formar parte de las filas de la Policía colombiana, y asegura que “los oficiales de policía ganan los mismos salarios bajos que los soldados”, razón que según The Economist “desalienta a las personas educadas a unirse a la fuerza”.

Después de que Colombia terminó su guerra con las Farc, los reformistas esperaban que la policía se convirtiera en una policía convencional, separada del Ministerio de Defensa”, afirma The Economist y recuerda que, Juan Manuel Santos, el presidente que firmó el acuerdo de paz, creó una comisión para proponer reformas, pero luego perdió el interés.

El actual presidente, Iván Duque, es hostil” sentencia la publicación, y asegura que sus partidos conservadores ven la reforma policial como un ataque a las fuerzas de seguridad, que históricamente han defendido. Critica, además, que mientras se disculpaba por la muerte de Ordóñez, el ministro de Defensa culpó a la guerrilla del incendio de las comisarías.

“El crimen ha cambiado desde que Colombia terminó su guerra con las farc y gente como Escobar. La tragedia del señor Ordóñez sugiere que es hora de que la policía cambie también”, puntualiza la publicación.