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En su nuevo libro, Roy Barreras cuenta partes de su experiencia en la política. | Foto: León Darío Peláez

POLÍTICA ?

'El culo de Antanas': Roy Barreras estrena libro sobre la política en Colombia

El senador Roy Barreras lanza esta semana su libro ‘El culo de Antanas’, un texto histórico, crítico y satírico a la vez sobre la política colombiana, de la cual él hace parte.

17 de noviembre de 2018

Roy Barreras es uno de los senadores más activos. Está en todos los debates que pasan por el Legislativo, lleva más de 20 años haciendo política, se destaca por sus frases controvertidas y recibe las críticas con humor. Entre sus colegas genera todo tipo de reacciones. Algunos dicen que sobresale por haber sido uno de los escuderos más destacados del acuerdo de paz. Otros, que ha cambiado al ritmo de la política. Sobre todas las complejidades de esa actividad, el senador lanza esta semana un nuevo libro, El culo de Antanas, en referencia al significado del acto en que el exalcalde se bajó los pantalones en el Congreso. El mismo Mockus escribe en el texto: “Bienvenidos los testimonios autocríticos de los políticos profesionales, confesando cómo funciona la política real”. Estas son algunas de las confesiones de Roy:

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El culo de Antanas

“Lo único limpio en la política colombiana ha sido el culo de Antanas. Ese gesto provocador y magnífico con que el exalcalde de Bogotá y ahora senador mostró a sus estudiantes el revés de su opinión. La apertura de su canal de comunicación. La libertad del gesto abierto a todas las interpretaciones. El gesto que le valió luego la alcaldía de la ciudad capital y su creciente protagonismo como el gran pedagogo de la política. Y un gesto que se atrevió a repetir en el sacrosanto escenario del Congreso colombiano para pedir silencio, para gritar sin palabras que si no guardaban silencio para escucharse unos a otros, él tampoco guardaría sus nalgas. ¡Qué vergüenza! Dijeron unos. Qué grosería que ese señor se baje los calzones en televisión. ¡Hay niños viendo! ¡Qué vergüenza! Dijeron otros, qué vergüenza que en la solemne ceremonia de instalación del Congreso colombiano nadie ponga atención y todos griten como en un mercado persa. Qué osadía la de Antanas mostrarles el trasero a los groseros. ¡Hay congresistas viendo! Pero lo que nadie puede poner en duda es que el acto del profesor Antanas fue un gesto desnudo. Sí. Literalmente. Desprovisto de máscaras, de artificios, de falsos convencionalismos, de hipocresías. Un gesto que mandó al carajo lo ‘políticamente correcto’ porque Antanas sabe que lo políticamente correcto es incorrecto. Porque es falso siempre. Porque correcto significa en línea recta, paralelo a la verdad, y nada es más torcido que las falsas verdades en política. Es una verdad universal. Lo políticamente correcto es un oxímoron... Ahora que más que nunca está de moda rajar de la política (¡y con toda razón!), se van a divertir de lo lindo con este texto desnudo todos los que alguna vez han rajado, todos los críticos, empezando por usted, impecable lector, usted que tiene todo el derecho y el deber de protestar contra la corrupción que le roba el billete de sus impuestos, usted que es uno de los doce millones de colombianos impolutos que fueron –fuimos– a las urnas a votar contra la corrupción con toda convicción… los doce millones de colombianos indignados y pulcros que jamás se vuelan un semáforo, los que no osan sobornar un policía de tránsito, los que jamás han mentido en su declaración de renta, los que no se cuelan en el Transmilenio sin pagar, los que nunca pagan un soborno ni una coima ni una ‘propina’ para adelantar un turno, los que no hacen trampa en los exámenes y prefieren validar su bachillerato en el Icfes, como hizo el ejemplar presidente del Senado de Colombia, Ernesto Macías –lo que habla muy bien de este adulto mayor en trance de superación, pero habla muy mal de la capacidad evaluatoria del Icfes–… Esos colombianos ejemplares que no se atreven a poner en riesgo la sacrosanta institución básica de la sociedad que es la familia, que nunca han mentido y traicionado a su amada esposa ni a su abnegado marido poniéndole los cuernos… solo por disfrutar el gustico en alguno de los miles de moteles clandestinos, cometiendo el pecado del adulterio como señala el santísimo varón exprocurador y benemérito embajador Alejandro Ordóñez”.

“Benditos sean, santones necesarios en estas épocas y en todas para santificar las guerras. Bendita sea la bala y la madre y la pistola, dicen los sicarios. Bendita sea la causa y justa la guerra sobre todo si es mi guerra, la que me conviene, dirían en coro José Obdulio23, pero también santo Tomás y los cruzados y los yihadistas de hoy o el sultán Mehmed II que se tomó Constantinopla y entró a caballo a la sagrada catedral de Santa Sofía. ¡Sacrílego! Gritan unos desde hace doce siglos. ¡Iluminado! Gritan otros convencidos de que pesa más el Corán que los Testamentos Cristianos. ¿Quién tiene la razón? ¿Quién tiene el derecho a hacer la guerra según sus convicciones? ¿Todos o ninguno? ¿Y quién impone la verdad? El que cree que su guerra es justa y además la gana. Ese además se da el gusto de escribir la historia. Así que san Ezequiel, el beato monseñor Builes, el devoto expresidente Uribe24, José Obdulio y Mafe Cabal25 (una señora senadora) pueden pecar en paz, sobre todo ahora que el bueno de Francisco dijo que no había infierno. No dijo nada del purgatorio, que debe ser como la JEP26 de los pecadores. La señora Cabal tiene al menos la ventaja de que hace milagros. El otro día resucitó a la Unión Soviética”.

Lo políticamente correcto es incorrecto. Porque es falso siempre.

Los herejes

“¿Tienen arreglo estas desgracias? ¿Puede Colombia o cualquier país liberarse de la peste de la corrupción, de la maldición del narcotráfico, de la vergüenza de la inequidad, de la condena a la violencia eterna? Sí. Claro que se puede… Ya veremos. Pero los herejes y los descreídos profetizan hacia atrás y nos dicen que cambiar las cosas es asunto de ingenuos o de mentirosos. Que el cambio mismo es engañoso. … que los ‘agentes del cambio’ suelen ser los Lampedusas de la perpetuación de la injusticia. Para ejemplo un botón, o mejor un delfín: el cambio es Andrés decía Pastrana; el mismo Pastrana hijo de Pastrana que cambió un reloj por la presidencia y luego cambió la seguridad nacional por una silla vacía”.

“Paso a paso por el pantano vamos a ir paso a paso por el pantano de la práctica política y usted dirá al mejor estilo de Vargas Lleras: ¡qué paseo tan chimbo! ¿A quién le interesa que lo inviten a recorrer un pantano?… Me dijo Humberto de la Calle hace 20 años cuando le pregunté si era posible hacer política decentemente: ‘Sí, hay que intentarlo, es como intentar pasar por un pantano lleno de mierda sin untarse’, me dijo entonces el mismo De la Calle de ahora. El mismo ensimismado, capaz de la decencia, la franqueza y quizá por eso incapaz de ganar unas elecciones”.n

Entrevista: “Pasé de médico a insecto”

La editorial promociona el libro con esta estatuilla

SEMANA: ¿Por qué su libro se llama ‘El culo de Antanas’?

ROY BARRERAS: El libro es un ensayo de crítica política. El título se origina en la primera frase del libro, en la que digo que lo único limpio de la política colombiana ha sido el culo de Antanas.

SEMANA: Se sabía que usted había incursionado en la poesía, pero ¿en el humor?

R.B.: El hastío de los colombianos por la política me hizo volver a mi época de cirujano para hacerle a la política una autopsia. En el libro pongo la política sobre una bandeja, para que los lectores entiendan su entraña. Más que humor es un salpicón del que también sale un zumo ácido y picante.

SEMANA: ¿Es la política colombiana divertida o surreal?

R.B.: Es una tragedia que ha llegado al límite de la caricatura, cuyos personajes bordean el límite de lo surreal.

SEMANA: ¿Por qué es una diatriba?

R.B.: Porque no deja títere con cabeza.

SEMANA: Cuándo usted habla de la ‘clase política’, ¿se incluye en ella?

R.B.: Por supuesto. Un día pasé de ser médico a ser un insecto político por cuenta de una maldición kafkiana.

SEMANA: ¿A qué horas le quedó tiempo para escribir?

R.B.: Tengo insomnio y eso me permite trabajar más horas en lo que también es mi vocación: mamar gallo.