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 Los principales exponentes de la música popular inspiraron su carrera en Darío Gómez, a quien consideran un maestro que no solo les enseñó sobre música, sino también les dio consejos para la vida diaria.
Los principales exponentes de la música popular inspiraron su carrera en Darío Gómez, a quien consideran un maestro que no solo les enseñó sobre música, sino también les dio consejos para la vida diaria. | Foto: Jorge Londoño-El Espectador

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Darío Gómez no ha muerto: sigue vivo en los recuerdos de sus amigos y pupilos, “me regaló 300 mil pesos para el almuerzo”

Darío Gómez falleció el 26 de julio, y los homenajes al exponente del género popular que les abrió camino a otros no se detienen. Amigos, familiares y quienes estuvieron con él en tarima lo recuerdan como un hombre que daba buenos consejos y con una humildad a prueba de todo.

30 de julio de 2022

“Todos copiamos su estilo, ese vocabulario tan auténtico y original con el que componía, todos lo copiamos. Aprendí que entre más jocosa y más cercana al pueblo sea la palabra, más engancha”, Jhonny Rivera.

“Mija, no deje de pagar la pensión”

Arelys Henao, la reina de la música popular compartió las buenas, las maduras y las chistosas.

Arelys Henao
Arelys Henao y Darío Gómez. | Foto: cortesía Arelys Henao

Tenía apenas 13 años cuando corrió a ver a su ídolo, en un concierto de 40.000 personas en Sabanalarga, Antioquia, durante una Feria de las Flores. Darío apenas se veía como un punto en la lejanía, pero desde donde ella estaba, se dijo a sí misma: “Algún día lo voy a conocer”. En 2004 lo conoció en Radio Medellín. “Me sé 30 o 40 canciones de Darío, en un escenario siempre canto muchas de él y puedo escucharme en un viaje de carretera 100 canciones suyas”, dice. La vida le dio la oportunidad de compartir varias veces tarima y hasta se cruzaron en algunos eventos.

“Nunca olvidaré cuando nos vimos en la Casa de Nariño por un homenaje a Jorge Barón. Nosotros siempre hemos sido artistas relajados, y allá llegamos. Cuando terminó el evento, ninguno tenía un carro o una van para devolvernos. Todos emperifollados salimos a coger taxi en pleno centro”, cuenta.

Para Arelys, su amigo era un hombre que pensaba más en la tranquilidad que en la fama. “Lo mejor que hizo por mí fue decirme que pagara mi pensión. ‘Mija, prométame que va a pagar pensión’, me dijo. La música es una carrera incierta, no se confíe”. Hablaban seguido y por largo tiempo. “Siempre me llamó la atención que él fuera de los que no hacían un mal comentario de nadie. La prudencia fue su mayor virtud, nunca lo escuché hablando mal de un colega”, dice.

“Me regaló 300.000 pesos para el almuerzo”

Grabar junto a Darío fue el gran sueño de Giovanny Ayala. Cumplirlo le dejó un aprendizaje.

Giovanny Ayala recuerda anécdotas de sus grabaciones con el maestro Darío Gómez. | Foto: cortesía Giovanny Ayala

Tenía entre ceja y ceja hacer un tema al lado del maestro. El mismo día que lo conoció, en unos Premios Nuestra Tierra, en los que Giovanny ganó a mejor artista revelación, se lo manifestó: “Maestro, si el destino me lo permite, sería el más afortunado de grabar una canción con usted”.

El tiempo pasó y cuando se lo volvió a encontrar, repitió la hazaña. “Me dijo que no, que más adelante, cuando estuviera más preparado. Yo hasta me sentí un poco enojado y desanimado, pero luego entendí que tenía la razón”. Muchos años después, ambos cantantes juntaron sus voces en el tema Voy a vengarme de él. “Ahí entendí lo que me dijo, que ‘uno siempre tiene que prepararse para grandes cosas, no a la ligera’”.

Fue justo durante la grabación de esa canción que Giovanny no olvidará una anécdota: “Él llegó al estudio, metió la voz, se tomó su whiskycito, me ofreció uno, y después creo que tenía que hacer una diligencia, y la verdad me dejó iniciado, porque me dio bastante whisky. Terminamos y me dice: ‘¡Qué pena con vos, no te hice una atención como te lo mereces, no te invité a almorzar!’. Y sacó 300.000 pesos para que almorzara. A mí me dio pena recibir eso, porque un almuerzo, por caro, son 50.000 pesos, pero él insistió”.

“No fue una patadita, fue tremendo golpe”

Francy le debe a Darío Gómez que la conozcan como la Voz Popular de América.

Francy con Darío Gómez. | Foto: cortesía francy

La intérprete de Si se fue, se fue conoció a Darío a los 9 años, cuando él la vio cantar en el Valle del Cauca, y quedó encantado con su voz. Tres años después de ese encuentro, Francy ya estaba grabando en Medellín con la casa disquera del Rey del Despecho. Desde entonces la apoyó y estuvo en comunicación con ella.

“La última vez que nos vimos fue en el programa Día a día, allí celebré 30 años de carrera. Jamás imaginé que sería nuestra despedida”. Recuerda, con mucha gracia, un concierto en Risaralda, al que él la invitó. “Yo estaba empezando y él le dijo al público: ‘Les quiero presentar a una de mis pupilas’.

Me sacó al frente y, a lo Jorge Barón, me dio la patadita de la suerte, pero me pegó tan duro que casi me saca de la tarima. Y creo que fue efectiva, me trajo suerte, pero me dio durísimo. Siempre me aconsejó que trabajara muy duro, que después vería la recompensa”.

Por eso, ella no duda en decir que el maestro será eterno. “Su voz nunca va a morir, él no está, pero se va a quedar con nosotros durante años. Siempre voy a recordar ese abrazo que me dio tan grande, el día de la grabación del programa”.

“Él hizo que este género se viera de otra manera”

Pipe Bueno le confesó a SEMANA que el haber conocido a Darío cambió su manera de interpretar las canciones.

Pipe Bueno. | Foto: Tomada de la cuenta de Twitter de @PipeBueno

Recostado en la cama fue el tema que lo llevó a la fama y que lo hizo conocer a don Darío, como todavía lo llama Pipe Bueno cuando habla de él. Dice que el mejor momento que le regaló fue cuando grabaron Guaro RMX.

“Haber compartido con él y con los grandes del género, nunca lo voy a olvidar. Fue una tarde espectacular, no solo de música y trabajo, sino de buenos tragos. La manera orgánica como don Darío cantaba es lo que más admiro. Ese señor puso a ‘tronar’ esta música a nivel nacional. Él abrió el camino que hoy recorremos todos los artistas”.

Para Pipe, la manera de interpretar de Darío era única y siempre será un ejemplo. “Los ‘dejes’ que tenía, que uno también imita, los reconoce cualquiera. De ahí que uno diga: ah, eso fue un ‘dariogomezazo’, porque eran formas únicas de él para cantar”.

De hecho, Pipe confiesa que verlo en estudio fue toda una revelación. “Cuando me invitó a su disco, empezamos, como era su costumbre, con un par de whiskys. Tuve un momento bonito al verlo, y no tenía nada que ver con el licor. Entendí por qué tocaba el corazón del público, él exageraba los sentimientos para cantar, y eso que yo vi me aportó demasiado. Ahora canto así cuando estoy en el estudio”, explica.

“Le gané un mano mano”

Para el Charrito Negro son muchas las enseñanzas que le deja su maestro.

El Charrito Negro. | Foto: cortesía el charrito

La primera vez que estuvo en tarima con él, el Charrito apenas tenía un disco en el mercado y Darío Gómez, cinco elepés. Fue en Caquetá. El Charrito tenía pegado El guerrillero, tema que sonaba fuerte en la región. “Él sabía que yo le había ganado, pero así era él de grande. Dejó una historia impresionante que la recordaremos a toda hora. Va a ser muy difícil que alguien llegue a ocupar su lugar, ni nosotros mismos”, le dijo a SEMANA el cantante.

Para el Charrito, lo más admirable de Darío era su capacidad para componer. “Él nos enseñó que Nadie es eterno, que Sin amor también se vive, nos enseñó a decirle a una mujer Eres todo en mi vida y también se atrevió a decirle Aquí sobro yo. Como compositor, mis respetos. Triunfó cuando estuvo en dúo y cuando fue solista”.

Y cuenta que si bien era conocido por dar consejos, una vez él le dio uno. “Fue en Tuluá. Le dije: ‘Darío, mano, dese gusto, usted no hace sino trabajar como un burro y trabaje y trabaje’. Yo notaba en él una soledad, ese día en esa fiesta lo sentí muy solo. Nadie sabe, pero, como dice la misma canción de él, Nueve años de soledad”.

“Mi ídolo me cantó el cumpleaños”

John Alex Castaño recuerda a Darío Gómez con gran alegría, pues cada momento que compartió con él fue feliz.

John Alex Castaño. | Foto: cortesía john alex castaño

El llamado Rey del Chupe dice que respeta a todos sus colegas, pero no duda en afirmar que el mejor de todos fue, es y será Darío Gómez. “Sus letras han sido mis favoritas, mi primera presentación en la vida fue cantando El rey del despecho y siempre será mi ídolo, mi Justin Bieber, como he dicho siempre, y la persona con la cual me identifico musicalmente”.

El intérprete de Lo tengo todo sueña hoy con seguir al pie de la letra su ejemplo. “No debo traicionar mis raíces musicales, Darío fue fiel a su estilo, y yo decidí hacer lo mismo con mi carrera”, afirma. El mejor regalo que le dio en vida fue en su cumpleaños 35. “Con torta y todo. Cuando entré al estudio estaba ahí, cantándome el Feliz cumpleaños. Él, ¡mi ídolo de toda la vida!, celebrando. Eso fue durante la grabación de nuestra canción juntos A punta de licor”.

EL DOLOR DE UNA FAMILIA

La noticia de su deceso no la esperaban ninguno de sus cinco hermanos, seis hijos, 12 nietos y dos exesposas. Todos ellos lo acompañaron en el sepelio, pero no todos quisieron hablar. En medio del dolor, algunos familiares lo recordaron con gran amor y compartieron sus sentimientos con SEMANA.

“Tengo dos angelitos en el cielo”

Daniela Alzate Gómez, nieta de Darío Gómez, inspiró un tema que fue, para la familia, la mejor manera de curar una profunda herida.

Daniela, la nieta de Darío Gómez, quedó huérfana cuando tenía 5 años. | Foto: alexandra ruiz poveda-semana

La vida de Darío Gómez estuvo marcada por la tragedia y el dolor. Uno de tantos que vivió el artista y del que casi no se repone fue la muerte de su hija mayor, Luz Dary, quien falleció por culpa de un disparo que iba dirigido a un amigo al que saludó en la calle. Dejó huérfana a Daniela con tan solo 5 años de edad, pues ella era madre soltera desde que murió el papá de la niña.

Daniela, uno de los temas que sonó una y otra vez en el sepelio, junto con Nadie es eterno en el mundo, está dedicado a ella, que hoy es una joven de 26 años. “Cuando yo iba a los conciertos con él, siempre me hacía salir para honrar esa hermosa canción. La he escuchado varias veces, ahora con la mayor tristeza, porque tengo dos angelitos en el cielo que me cuidan y me protegen. Escribir la canción Daniela le tomó más de tres años, porque era tanta la tristeza que no podía”.

Hoy le quedan a ella sus palabras y consejos. “Siempre me decía que había que ser una mujer perseverante, salir adelante y luchar, a pesar de todas las adversidades”.

“Mi papá no le tenía miedo a la muerte”

Lady Catalina Gómez Arcila, hija de su segundo matrimonio, fue su mano derecha y quien siempre lo acompañó a los conciertos.

Lady Catalina Gómez Arcila. | Foto: alexandra ruiz poveda-semana

La última vez que estuvo con su papá en tarima fue el 10 de julio en Santacruz de Guachavés, municipio de Nariño. Ese día cantó dos horas e interpretó 25 canciones. “Para mí tenía mucho significado estar con él, porque no solo era el cuidado de mi padre, sino de su imagen, de controlarle el licor, tomaba dos sorbos de whisky para calentar y afinar, y en tarima solo dos o tres veces bebía, nada más. Era algo excepcional verlo cantar, me daba escalofrío sentir cómo la gente opacaba su voz y él me miraba, feliz. Yo no quería que mi papá se me fuera. Fue la voluntad de Dios.

Él no le tenía miedo a la muerte y él me enseñó eso también. Cuando lloro, lo hago porque me hace falta, porque quiero verlo cantar, porque voy a extrañar acompañarlo, despertarlo, hacer todo lo que hacía con él para redes… Somos animales de costumbres… Queda su legado como artista y como padre. Él es eterno, así haya pedido que le dedicáramos Nadie es eterno en el mundo, él sí”.

“Quería reunirnos como familia”

A William Gómez, hermano del cantante, lo que más le va a hacer falta de Darío son sus consejos.

William Gómez. | Foto: crédito captura video homenaje a darío gómez telemedellÍn

Está seguro de que Dios le dio a su hermano el talento de la música “para estar presente y unirnos a todos”, dice. Lo recuerda como una persona sencilla y pendiente de sus hermanos. Aún agradece el hecho de haber salido con vida luego de esa noche infernal del 14 de agosto de 1968, cuando su padre, Marco Aurelio, perdió los estribos y quiso matarlos a todos en la casa.

Los años pasaron, las heridas sanaron y el episodio en el que su papá murió en un trágico forcejeo fue recordado con el tiempo de otra manera. “A pesar de que perdimos a nuestro padre, fue como si un ángel nos hubiera salvado para que las cosas no fueran a mayores. Después conversábamos por ahí con Darío y hablábamos de si mi papá estuviera vivo y lo hubiera visto triunfar en la música; él me decía: ‘Ay, William, sería lo ideal, sería yo muy feliz’”, narra. Pero la muerte llegó y Darío no alcanzó a reunir a sus hermanos como deseaba.

“Tenía pensado reunir a su familia y gastarles el tiempo que no les dedicó antes. Reunir a sus hermanos, porque éramos muy alejados. ‘Yo, cuando me retire, William, voy a reunir a todos mis hermanos y les voy a dar un regalo bueno’, me dijo”.