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Gabriel Acosta Bendek y su esposa, Sofía Acero, crearon la fundación que le dio vida a la Universidad Metropolitana y al Hospital Universitario Metropolitano, que siempre controlaron.

POLÉMICA

La batalla campal por los bienes que dejó el exsenador Gabriel Acosta Bendek

Actas falsas, acusaciones, demandas penales y enfrentamientos personales hacen parte de la novela que hay detrás de los millonarios bienes del médico y exsenador Gabriel Acosta Bendek. Su familia también se disputa el control del Hospital y de la Universidad Metropolitana de Barranquilla.

21 de julio de 2018

La Fundación Acosta Bendek, la Universidad Metropolitana y la Fundación Hospital Universitario Metropolitano fueron las tres grandes obras que dejó el exsenador Gabriel Acosta Bendek. Las tres, legal e íntimamente unidas, las creó junto con su esposa para el servicio de todos los colombianos, en especial de los barranquilleros.

Sin embargo, cuando en agosto de 2014 Acosta Bendek falleció, sus familiares comenzaron una guerra por el poder de sus bienes, en parte porque la única heredera de este emporio se equivocó, al permitir el ingreso de su medio hermano y de varios primos quienes finalmente se apoderaron de estas entidades, que facturan más de 75.000 millones de pesos, y la marginaron de todo lo que sus padres construyeron.

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Este enfrentamiento, que está en diferentes estrados de la Justicia y ha tenido repercusiones políticas en Barranquilla y Bogotá, se ha convertido en un novelón que muchos en la Arenosa siguen sin perderse detalles.


Ivonne Acosta, hija de los fundadores, asumió el control de las tres entidades, pero tras la muerte de su padre, decidió integrar a su familia en los órganos directivos.

La historia comenzó el 12 de noviembre de 1973, cuando Gabriel Acosta Bendek y su esposa, Sofía Acero de Acosta, crearon la Fundación Acosta Bendek (FAB), de la que eran presidente y vicepresidenta vitalicios. Después, esta fundación creó la Universidad Metropolitana (Unimetro), reconocida jurídicamente por el Ministerio de Educación el 25 de febrero de 1974, y la Fundación Hospital Universitario Metropolitano (FHUM) en 1977. Los esposos manejaban las tres instituciones a través de un mecanismo sencillo en el que designaban a sus directivos o representantes y en las que siempre mantuvieron presencia y control.

Para el caso de la Unimetro, los estatutos establecieron un consejo directivo de seis miembros: tres los designaba el representante legal de la Fundación Acosta Bendek, uno el arzobispo de Barranquilla en representación de la Arquidiócesis, uno más en representación del sector bancario y otro de los gremios. En cuanto al hospital, su representante legal y director también eran nombrados desde la fundación, es decir, por los esposos Acosta Acero.

Así funcionaron las cosas hasta la muerte de la fundadora, Sofía Acero de Acosta, en 1995. Ese puesto, como vicepresidenta de la fundación lo ocupó Ivonne Acosta Acero, la única hija de la pareja. Ella mantuvo, junto con su padre, el control de la fundación, de la universidad y del hospital, hasta la muerte del exsenador Gabriel Acosta Bendek, ocurrida el 10 de agosto de 2014.

La Universidad y el hospital atienden a miles de personas y facturan más de 75.000 millones de pesos al año

Después, Ivonne Acosta comenzó un proceso de relevo de directivos que le terminó saliendo caro. Primero nombró, en septiembre de 2014, a sus dos nuevos representantes en el consejo directivo de Unimetro: su primo Luis Fernando Acosta Osío y Gina Eugenia Díaz Buelvas, esposa de su medio hermano, Alberto Acosta Pérez. La heredera ocupó el tercer cargo, como presidenta del consejo. También nombró como miembro activo de este órgano a Jorge Hernández Cassis, quien también cumplía las veces de representante de los gremios.

Por el lado del hospital, designó a su medio hermano como representante legal, quien quedó con un pie en ambas instituciones. Lo hizo como una forma de unir a la familia.

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Lo que no se imaginó es que sus familiares armaron una operación para apoderarse de las entidades. El 5 de mayo de 2016, realizaron un Acta de Asamblea Extraordinaria 001, de la que no participó Ivonne Acosta y que cambió el órgano administrativo de la FAB, el eje que controla a las otras instituciones. En esa asamblea, en la que supuestamente participaron todos los hermanos vivos del patriarca de la familia, se incluyeron en la fundación y crearon una junta administrativa con nuevos cargos al mando. En este nuevo orden, como presidente quedó Alberto Acosta Pérez; el vicepresidente, Luis Fernando Acosta; como tesorera, María Cecilia Acosta; secretario, Juan José Acosta; y Gina Eugenia Díaz, vocal. Esta acta quedó registrada en la Cámara de Comercio de Barranquilla el 30 de junio de 2016, de manera muy ágil y sin levantar sospechas o cuestionamientos.

En medio de esto y al darse cuenta de la jugada de sus familiares, Ivonne Acosta, con el poder de remover y reemplazar los cargos en las entidades, decidió sacar, el 23 de junio de 2016, a su primo y a la esposa de su medio hermano de la Universidad Metropolitana, pero jugadas jurídicas y políticas nunca permitieron que esto ocurriera.


Luis Fernando Acosta, primo de Ivonne, junto a su hermano medio, Alberto Acosta Pérez, tomaron el control de todo. 

De hecho, un día después de la inscripción de la dudosa acta de la FAB en la Cámara de Comercio, se realizó otra reunión del consejo directivo de la universidad, en la que no participaron la presidenta Ivonne Acosta, ni el representante de los gremios Jorge Hernández, ni el rector de la época Carlos Jaller Raad, ni los otros miembros de la Arquidiócesis y el sector bancario. Al final, quienes participaron, designaron a Luis Fernando Acosta como presidente del consejo directivo de la universidad y nombraron a Alberto Acosta Pérez como rector.

En tiempo récord quedó el registro del nombramiento del nuevo rector de la Unimetro en el Ministerio de Educación el 6 de julio, que en pocas horas aceptó un cambio que puede tardar semanas. Finalmente, Alberto Acosta Pérez, el hermano medio de Ivonne Acosta y a quien su padre nunca quiso meter en las entidades, quedó con el control de las tres instituciones: la fundación, la universidad y el hospital.

El primero de septiembre, los nuevos directivos también realizaron una reforma estatutaria en la institución educativa, cuyas consecuencias económicas y educativas aún se desconocen. Pese a las reiteradas misivas enviadas por el anterior rector, Carlos Jaller Raad, e Ivonne Acosta Acero, en la que explicaban la supuesta ilegalidad y la toma de la institución, el Ministerio de Educación decidió ratificar esas modificaciones mediante la Resolución 01099 de enero 31 de 2017.

Impugnación

Frente a las acciones de Alberto Acosta Pérez y sus familiares, Ivonne Acosta Acero ha buscado recuperar el control de las instituciones que sus padres tanto lucharon por crear y mantener. Una de sus primeras fue demandar el ‘acta 112’ de la Unimetro ante el Juzgado Dieciséis Civil del Circuito de Barranquilla, que el 7 de mayo de este año, en primera instancia, dejó sin valor y declaró nulas todas las decisiones tomadas por el consejo directivo y ordenó al Ministerio de Educación cancelar la inscripción del nombramiento de Alberto Pérez Acosta como rector, cosa que no ha sucedido.

Pese a que ya hay claridad sobre la forma como parte de los familiares del exsenador Acosta Bendek se apoderaron de estas entidades, el Ministerio de Educación no ha investigado lo ocurrido y se ha negado a remover al rector de la universidad y al consejo directivo

También presentó un recurso de reposición y apelación ante la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) del acta que permitió el cambio de la FAB y todo el relevo de poder. La entidad revocó, a finales de 2016, la inscripción de la reforma estatutaria, el nombramiento de la junta directiva y la designación de presidente y vicepresidentes de la FAB, consignadas en dicha acta. En otras palabras, el acta que originó todos los movimientos en la fundación resultó ilícita para la superintendencia y por consiguiente los hechos que desencadenó son ilegítimos.

Otro foco de batalla se dio por parte del exrector Carlos Jaller Raad quien demandó penalmente a Luis Fernando Acosta, María Cecilia Acosta, Gina Eugenia Díaz Buelvas, Alberto Acosta Pérez y Juan José Acosta Pérez. El juez primero con control de garantías, Alberto Oyaga, les imputó cargos a los dos últimos por los delitos de “fraude procesal en concurso homogéneo y sucesivo y en concurso heterogéneo con falsedad ideológica en documento privado, obtención de documento público falso y concierto para delinquir en calidad en coautores”.

Son muchos los ires y venires de toda esta novela. En la ciudad incluso se habla de despilfarro de dinero en la Unimetro, de movimiento de propiedades y recursos, y de un deterioro de la universidad y el hospital.

Pese a que ya hay claridad sobre la forma como parte de los familiares del exsenador Acosta Bendek se apoderaron de estas entidades, el Ministerio de Educación no ha investigado lo ocurrido y se ha negado a remover al rector de la universidad y al consejo directivo. En el caso del hospital, Ivonne Acosta también pidió la salida del representante legal, pero la Gobernación del Atlántico nunca respaldó su decisión. Todavía son muchas las cosas que están en juego en diferentes tribunales y juzgados e incluso hay demandas a terceros por retrasar los procesos.

Lo que se inició como un acto altruista por parte del exsenador Gabriel Acosta Bendek, terminó en una guerra familiar por sus bienes y el dinero, que todavía tiene muchos capítulos por delante. Lo triste es que en esta batalla estén dos entidades que están en el alma de los barranquilleros.