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Fernando Landazábal: el destacado general que lideró la lucha contra la guerrilla

Desde su juventud supo que su más grande deseo era unirse al Ejército. Defendió el palacio presidencial durante ‘El Bogotazo’ y luchó en la guerra de Corea con el Batallón Colombia. Logró las más altas distinciones y quizá fue su elevado éxito lo que llevó a las Farc a quitarle la vida.

10 de octubre de 2020

Si la confesión de las Farc corresponde a la verdad, hay dos conclusiones de profundo calado: 1) Que la Justicia y en particular la Fiscalía fallaron en casi todos los casos porque habían seguido hipótesis equivocadas o porque tuvieron resultados nulos. Incluso, parece que hubo condenas injustas que les costaron décadas de prisión a personas inocentes. 2) La confesión revela el profundo odio con que actuaron las Farc, pues la mayoría de sus víctimas ya habían salido de escena pública en el momento del crimen y algunas de hecho eran cercanas a las banderas de la izquierda. La guerrilla, sin importar el tiempo transcurrido ni la afinidad ideológica, exterminaba a quien fuera.

Esta fue una de las muertes que los antiguos cabecillas, en la carta dirigida a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), atribuyeron a la extinta organización:

General Fernando Landazábal

Asesinado el 12 de mayo de 1998

El país estaba en la antesala de las elecciones presidenciales de 1998 cuando llegó la trágica noticia. Un grupo de sicarios que se movilizaba en un vehículo rojo acabó con la vida del general retirado Fernando Landazábal, en el norte de Bogotá. El oficial, uno de los militares más reconocidos e influyentes de su generación, había tenido una prolífica carrera y alcanzó altas dignidades castrenses y civiles.

Su historia comenzó en 1944 cuando su hermano mayor le consiguió un cupo en la Escuela Militar. Landazábal dejó su natal Pamplona y se mudó a la capital para perseguir su sueño de ingresar al Ejército. Cuatro años después, cuando se desató ‘El Bogotazo’, experimentó lo que era estar en una trinchera cuando le asignaron la defensa del palacio presidencial. Ese momento sería clave para que en 1951 se ofreciera como voluntario del Batallón Colombia y combatiera en la guerra de Corea contra las fuerzas comunistas de China y Corea del Norte. A su regreso, fue designado comandante en Neiva, el epicentro de la lucha insurgente. Ese traslado fue determinante no solo por el éxito profesional que significó, sino porque trazó el pensamiento antisubversivo que profesaría de ahí en adelante.

Lo que vino después se puede resumir en reconocimientos y ascensos. Fue comandante de la Cuarta Brigada, jefe del Estado Mayor Conjunto, ministro consejero en la OEA y ministro de Defensa en el gobierno de Belisario Betancur. De este último cargo se apartó tras enterarse de que el presidente se reunió con la cúpula del M-19 sin comunicárselo. Los años siguientes se dedicó a escribir y fallidamente aspiró a la candidatura presidencial del Partido Conservador en 1994. La responsabilidad de su muerte fue inicialmente negada por las Farc, pero ahora, con la confesión de la antigua guerrilla ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se confirma que los hombres del vehículo rojo eran miembros de ese grupo armado.