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Hidroituango: la tragedia que pudo ser peor

Casi nadie en Colombia supo las horas dramáticas vividas en la represa ni la magnitud de lo que estaba en juego. La inundación del cuarto de máquinas, que tiene un costo millonario, fue un mal menor. Aún no se supera la crisis y ya es hora de saber por qué ocurrió y si hay responsables.

12 de mayo de 2018

Aunque la noticia sobre lo que estaba pasando en Hidroituango se empezó a filtrar a cuentagotas en los medios y las redes sociales, solo pocos funcionarios e ingenieros de EPM sabían la dimensión del problema y la magnitud de la catástrofe que se podía venir.

Desde que colapsó el gigantesco túnel de desvío del río Cauca y bloqueó su cauce debido al deslizamiento de tierra de la montaña, los más de 1.000 metros cúbicos por segundo empezaron a presionar la pared de la represa y su nivel empezó a subir vertiginosamente, a razón de 20 metros por día. Los otros dos túneles de desvío ya estaban sellados porque, según los ingenieros, la obra andaba en su recta final.

El panorama era aterrador: si el cauce seguía subiendo a esa velocidad y las lluvias no amainaban río arriba, en cuestión de pocos días el río podía desbordar el talud, poner en riesgo más de cinco municipios ribereños y, de paso, llevar al traste el proyecto de infraestructura más grande del país y uno de los mayores de América Latina.

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Ante lo que se podía venir, el gobierno rápidamente desplegó un Puesto de Mando Unificado en Bogotá en el que participaban Ejército, Fuerza Aérea, Prevención de Desastres, los ministerios de Minas y Ambiente.

Mientras tanto, en las oficinas de EPM en Antioquia y en la sede de la represa, ingenieros, expertos y directivos de la compañía  medían la creciente presión del agua y buscaban a toda costa desviar el cauce por los ductos paralelos, para reducir la tensión hídrica que generaba el peso del agua contra una pared casi tan alta como la Torre Eiffel.

En cuestión de horas planearon la posible evacuación de los municipios de Ituango, Valdivia, Tarazá, Cáceres, Briceño, Caucasia y Nechí; llegaron expertos hasta de Noruega, dos megamotobombas que estaban en el Caribe; y el Ejército y a la empresa carbonífera Cerrejón proporcionaron unos explosivos especiales para dinamitar en forma controlada un monumental tapón en concreto del tamaño de un edificio de 7 pisos, ubicado dentro de otro túnel de desvío que se había sellado.

A mediados de la semana, y al ver que el plan de emergencia no evitaba que el caudaloso río Cauca siguiera subiendo de nivel, acudieron a una medida a la que no querían llegar: inundar la casa de máquinas, el corazón de la operación de la hidroeléctrica. Esta decisión implicaba dejar que más de 1.000 metros cúbicos por segundo llenaran el gigantesco cuarto de operaciones (del tamaño de varias basílicas), donde estaban dos turbinas y todo el sistema eléctrico; tenía un costo enorme –que aún no se puede estimar con exactitud–, pero que, al sumar los otros daños, puede pasar del billón de pesos.

A esas alturas, esa era la decisión responsable y el mal menor. La inminencia de una tragedia humanitaria río abajo o la idea de poner en riesgo un megaproyecto de casi 12 billones de pesos era inconcebible. Para tomar esa difícil decisión, los directivos de EPM llamaron el miércoles en la tarde a las aseguradoras y los bancos para explicarles el crítico panorama y hacerlos conscientes de por qué se tomaba deliberadamente esta decisión.

El balance después de una semana de infarto es que se evitó una tragedia y se salvó la hidroeléctrica más grande del país. A pesar de su criticado hermetismo, el trabajo coordinado del equipo de EPM y del centro de comando y control en Bogotá resultó exitoso a la hora de enfrentar la peor crisis en la historia del sistema hidroeléctrico colombiano. Sin embargo, ya que los nubarrones se despejan, surgen los interrogantes sobre cómo se llegó a semejante situación y quiénes son los responsables.

¿Por qué colapsó el túnel para desviar el río? ¿Fue un tema de geología como pronto salieron a decir o un problema de ingeniería o construcción? Si fue de geología, ¿hicieron los suficientes y adecuados estudios para evitar el impacto? ¿Por qué taparon los otros dos túneles de desvío antes de terminar la obra? ¿Hicieron los protocolos de taponamiento dentro de los términos de seguridad requeridos y sabiendo que venía la temporada de lluvias? ¿O acaso todo fue un tema geológico imposible de predecir y esas cosas pueden pasar en estos megaproyectos? ¿Cuánto se retrasa la puesta en marcha de la hidroeléctrica? ¿Cuál fue el impacto ambiental de lo sucedido?

Una obra monumental

La concepción del proyecto de Hidro-ituango empezó hace más de 40 años, pero su obra arrancó en 2010. Con un costo total estimado de 11,4 billones de pesos, cuando opere plenamente podrá generar 2.400 megavatios, equivalentes al 17 por ciento de la energía del país, con las 8 unidades cada una de 300 megavatios, la primera de las cuales ya está instalada y debía entrar en operación el próximo primero de diciembre. Sin duda se trata de un proyecto necesario y estratégico para la autosuficiencia energética del país.

Detrás de esta iniciativa están la Gobernación a través del Instituto de Desarrollo de Antioquia (Idea), con el 50,7 por ciento, y la Alcaldía de Medellín, por medio de EPM, con el porcentaje restante del 49,3 por ciento. El proyecto es considerado vital para las finanzas de la Gobernación y de la Alcaldía, pues hay cálculos de que sus ingresos podrían aumentar hasta un 30 por ciento con la plena operación de esta hidroeléctrica.

En noviembre del año pasado el director del Idea, Mauricio Tobón, le dijo al diario El Colombiano que con la entrada en funcionamiento de esta planta los ingresos para inversión en 10 municipios de Antioquia se podrían multiplicar entre 1,5 a casi 10 veces por las transferencias que les generaría. Además, parte de estos ingresos están en las cuentas del gobernador Luis Pérez para reactivar el ferrocarril de Antioquia, por medio de un sistema de titulación por 1,25 billones de pesos sobre los flujos futuros que le generará Hidroituango al departamento.

Para el municipio de Medellín también tendrá un efecto, como quiera que EPM es la empresa pública que mayor aporte le hace a la ciudad: este año le giró 1,2 billones de pesos en dividendos, correspondientes a la gestión de 2017. EPM ya dijo que los usuarios no asumirán las pérdidas, pero el aplazamiento de la entrada en operación de la obra –que podría tomar al menos 6 meses– retrasará el flujo de los nuevos ingresos para el municipio. Como efecto colateral, la empresa tendrá que mirar el posible impacto que pueda haber en su puja por adquirir una participación accionaria en Gas Natural, que anunció en abril pasado y que ahora pasa a un segundo plano.

¿Qué pasó?

Las primeras hipótesis apuntan a que la emergencia se originó en una “condición geológica imprevisible”, según ha dicho el gerente de EPM, Jorge Londoño de la Cuesta. Esta provocó el deslizamiento de material vegetal y tierra dentro del principal túnel que se estaba utilizando para desviar el cauce del río, y lo obstruyó. La situación se complicó porque las lluvias aumentaron en forma desmedida. Además, porque en los otros dos túneles de desviación se estaban utilizando dos sistemas de taponamiento, uno fijo y uno removible, mientras terminaba la construcción de la represa a finales de mayo.

Todavía está por resolver, entre otras preguntas, por qué estos túneles no tienen un sistema de esclusas que permitan abrir o cerrar el agua, como es usual, y más bien se optó por un tapón de concreto difícilmente removible. Sin embargo, esta decisión estaba incorporada desde el diseño mismo de la obra.

En materia ambiental, también el proyecto ha sufrido más de un obstáculo. La licencia ambiental ha tenido más de 21 cambios y ha sido objeto de fuertes críticas de ambientalistas que han rechazado el daño que generará en el ecosistema, y de comunidades que se quejaron por el impacto de su operación. Aunque algunos ambientalistas han salido a señalar que se trata de una tragedia anunciada, lo cierto es que la obra estuvo a cargo de empresas de amplia trayectoria. Esta emergencia, sin embargo, pone inevitablemente un espejo retrovisor sobre el proceso de construcción.

Los estudios de prefactibilidad que analizan las condiciones en tierra, agua y aire también están bajo la lupa. Luis Hilario López, expresidente de la Asociación de Ingenieros Egresados de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, recordó que en la década del setenta se detectó el deslizamiento Guácimo en la margen izquierda del río Cauca, y que si bien este estudio se retomó hace ocho años, la ingeniería se concentró en las obras civiles y “se olvidó de la seria amenaza del deslizamiento”, ubicado muy cerca de la represa.

La construcción de las obras principales se otorgó en 2012 al consorcio CCC Ituango, integrado por dos tradicionales compañías antioqueñas, Conconcreto y Coninsa RamonH, y la brasileña Camargo Correa, con amplia experiencia internacional. Su costo alcanza los 1,89 billones.

Para Argelino Durán, presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, todas las obras de ingeniería tienen riesgos, y mientras más grandes y complejas, estos son mayores e imprevisibles. La tarea de los ingenieros, asegura, es tratar de minimizarlos, pero decir que no hay riesgos sería irresponsable.

Lo cierto es que Hidroituango es una obra estratégica para Colombia y ha sido una de las consentidas y más esperadas por distintos sectores, entre ellos el financiero y el asegurador, que vieron en su construcción una de las mayores oportunidades de desarrollo del sector energético. Por eso, la financiación de una parte importante del proyecto contó con el beneplácito de la banca internacional.

En un informe sobre su plan de financiación 2017 a 2020, EPM dio a conocer la firma de un acuerdo por 1.000 millones de dólares con IDB Invest, del Grupo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para soportar una parte del proyecto hidroeléctrico. En esta operación, 300 millones de dólares correspondían el Grupo BID, otros 50 millones de dólares al fondo de cofinanciamiento del gobierno de China administrado por IDB Invest, y el tramo restante, de 650 millones de dólares, a compromisos de bancos comerciales internacionales e inversionistas institucionales de Norteamérica, Europa y Asia, entre ellos CDPQ, KFW IPEX, BNP Paribas, ICBC, Sumitomo Mitsui, Bbva y el Banco Santander.

Por eso, en la tarde del miércoles, antes de decidir inundar la casa de máquinas, una medida de última instancia y con unos costos materiales cuantiosos que buscaba evitar una tragedia mayor, la empresa habló con los banqueros internacionales y con las aseguradoras –entre ellas Mapfre– para contarles lo que estaba sucediendo. La idea era darles un parte de la situación.

Las causas exactas y las responsabilidades de lo ocurrido se conocerán luego de que se pueda retomar el control y los expertos tengan acceso al proyecto. Por ahora, el contralor de Antioquia, Sergio Zuluaga Peña, ya ordenó una Unidad de Reacción Inmediata y convocó a un equipo de auditores expertos en temas contables y de ingeniería para proceder con la investigación.

La empresa ha dicho, con razón, que mientras la emergencia no esté controlada del todo, es muy apresurado hablar de culpables y asignar responsabilidades. En el sector no hay mayor preocupación por la demora en el ingreso de esta obra al sistema eléctrico, pues EPM cuenta con los soportes necesarios para cumplir con la generación comprometida a partir de diciembre.

En forma preliminar, el viernes al mediodía la empresa señaló que la estrategia adoptada estaba funcionando y ya bajaba el nivel de riesgo. Sin embargo, el sábado en la tarde el caudal del río subió por el destaponamiento de uno de los túneles. El agua alcanzó un nivel tal, que derribó un puente en Puerto Valdivia, corregimiento de Valdivia. Dos puentes más sufrieron averías. Esto hizo que se desplazaran decenas de familias. Este domingo la Gobernación estaba entregando ayudas humanitarias a los afectados. Aún las autoridades no dan un parte de cuántas personas resultaron afectadas.  

Nadie sabe a ciencia cierta cuándo terminará la emergencia y los pasos que dará la compañía para seguir con una de las obras más esperadas por el sector energético nacional. El peligro parece haber quedado atrás, pero se abre paso el debate y la investigación sobre si lo que pasó fue un error humano o un hecho impredecible de la naturaleza.

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