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Olger Pérez, sobreviviente a tres décadas de atentados

LÍDERES SOCIALES

Olger Pérez, el líder social al que le han matado toda la familia

El pasado jueves fue asesinado José Antonio Navas, miembro de la Asociación Campesina del Catatumbo. Otro líder de esa organización teme ser el siguiente en la lista. Ya le mataron a su tío, a dos hermanos y a dos primos. SEMANA ofrece su testimonio.

30 de noviembre de 2018

Sobrevió al exterminio de la Unión Patriótica, ha salido ileso de cuatro atentados. Paramilitares, guerrilla, y hasta agentes del estado han intentado asesinarlo. Su pecado, dice, ser líder defensor de Derechos Humanos. Dos de sus hermanos, sus tíos y varios sobrinos no tuvieron su misma suerte. Fueron asesinados y hasta desaparecidos. Este el relato del Olger Pérez, un líder de la región del Catatumbo al que le han matado a toda su familia.  

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“Mi nombre es Olger Perez Quintero. He recibido amenazas de muerte y atentados en contra de mi vida y la de mi familia desde el año 1984 hasta la fecha,  por parte de paramilitares, guerrilla y Fuerzas Militares. Soy de origen campesino. Desde los 10 años acompañaba a mi padre a las reuniones y trabajos de la comunidad y fue desde ese momento en donde empecé a trabajar por ellos. Aquel 1984 recibí el título de bachiller y un año después ingresé al partido político Unión Patriótica el cual  surgió a nivel nacional como resultado de los acuerdos firmados entre el Gobierno nacional y la insurgencia, también en ese año de 1984.

Tres años después, en 1987 participé en lo que se denominó el paro cívico nororiental. Nos movilizamos más de 10 mil campesinos a la ciudad de Ocaña, para exigirle al Gobierno nacional inversión social en los diferentes municipios de la región, que para ese entonces se conocía como la provincia de Ocaña. En ese mismo año mi pueblo se quedó sin alcalde, el que había fue amenazado por la guerrilla y le tocó salir del pueblo. El gobernador de entonces me nombró alcalde por decreto hasta 1988.

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En 1987, con ese cargo, mi familia sufrió el primer hecho de violencia. El asesinato de mi tío Cayetano Bayona. Era el fotógrafo del pueblo y fue asesinado a manos del EPL. Su hijo, de dos años, resultó herido. 

Después del asesinato de mi tío continué con mi trabajo de líder social y campesino. Fui nombrado personero por el concejo municipal. De ahí salí a ser docente varios años.

En aquellos años del exterminio de la UP vi el asesinato de varios compañeros de partido político. En 1988 sufrí el primer atentado contra mi vida. Fue en Ocaña, varios hombres armados en un carro me dispararon. Logré escaparme por una callejuela en donde el carro no podía pasar. A partir de ese momento me tocó quedarme quieto en mi actividad como líder social y campesino.

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Diez años después, en 1998, me lancé por otro partido como candidato a la alcaldía de mi pueblo, San Calixto. Mi campaña estuvo intimidada por los paramilitares y por algunos grupos guerrilleros. El día de las elecciones incineraron las urnas del sector rural en el que la gente me respaldaba. De nuevo fue el EPL. Perdí las elecciones. El ganador, a los pocos meses de estar como alcalde, fue secuestrado por los paramilitares en Ocaña, torturado y asesinado, y su cadáver fue encontrado en la vía que conduce de la ciudad de Ocaña a Aguachica.

En 1999, mi sobrino Richar, hijo de mi hermano Álvaro, fue desaparecido. Tenía 12 años y salió de la casa en horas de la mañana a buscar leña a la montaña. Nunca jamás regresó. Diecinueve años después se encuentra desaparecido.

Mi otro hermano, Dioesemel Pérez, fue asesinado en el año 2000 en la ciudad de Ocaña. Se encontraba con su esposa que estaba enferma, y cuando mi hermano salió en moto fue asesinado por los paramilitares. Un año después dos primos que salieron a vender su cosecha fueron torturados y asesinados por los paramilitares. También sucedió en Ocaña. 

Fui nombrado director de la casa de la cultura de Ocaña, cargo en el que estuve cinco meses. Una mañana me dirigía con mi esposa en motocicleta hacia una finca de la familia en la vereda la Quina del municipio de San Calixto, donde teníamos cultivos de café. Al llegar a la finca varios paramilitares nos interceptaron, nos bajaron de la moto y nos hicieron caminar hasta llegar a una casa en donde nos encerraron en una habitación. Nos decían que estaban a la espera de su comandante para haber que hacían con nosotros. Como el comandante no llegó, nos dejaron libres.

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Por todos estos hechos y por las denuncias que hice en la Fiscalía en Bogotá en contra de algunos miembros del Ejértcito, como presuntos esponsables directos de haber permitido la entrada de los paramilitares al municipio de San Calixto, me tocó salir del país debido a las amenazas de muerte. Viajé a  España y a los pocos meses Comisión Interamericana de Derechos Humanos me otorgó medidas cautelares.

Después de que las Autodefensas se desmovilizaron decidí volver a Colombia. Nos instalamos en Pereira con mi esposa y mi hijo. En 2006 me hicieron otro atentando en el puente de Dosquebradas. Salí ileso. Decidí irme a vivir a Bucaramanga. Dos años después llegué de nuevo a San Calixto. Ingresé a la Asociación Campesina del Catatumbo-Ascamcat, organización defensora de Derechos Humanos, de la cual hacía parte el líder José Antonio Navas, al que acaban de asesinar .

En el año 2013 participé del paro Campesino del Catatumbo que duro 53 días y en el que fueron asesinados 4 campesinos. Después de eso recibí otras amenazas que se concretaron en octubre de 2015. Desconocidos hicieron disparos a la ventana del cuarto donde mi familia y yo dormíamos a esa hora. Varios disparos impactaron en la ventana y el techo. Pusimos la denuncia en la fiscalía y aportamos pruebas.

Mi hermano Álvaro Pérez no corrió la misma suerte. Fue asesinado el 4 de abril de este año en la vía que conduce de Cúcuta a Tibú. Iba en su camioneta con su sobrino. El 16 de julio me trasladaba de San Calixto a Ocaña para participar de un evento por la Paz del Catatumbo y en el sector conocido como las Chircas fui objeto del cuarto atentado en contra de mi vida. Volví a salir ileso. El vehículo en el que viajaba fue impactado. La denuncia la puse ante la Sijin de Ocaña.

Ahora, como siempre, clamo por la protección del Estado a quienes hacemos trabajo social en regiones como el Catatumbo, donde las historías de líderes asesinados son el pan de cada día”.