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Pizarro y Rey: los perpetradores de la masacre más atroz en el seno de la guerrilla

Ambos alzados en armas lideraron el Comando Ricardo Franco, una disidencia de las Farc que protagonizó uno de los hechos más crueles en cinco décadas de guerra: la masacre de Tacueyó. Años después serían asesinados por la guerrilla, la misma de la que habían desertado.

10 de octubre de 2020

Si la confesión de las Farc corresponde a la verdad, hay dos conclusiones de profundo calado: 1) Que la Justicia y en particular la Fiscalía fallaron en casi todos los casos porque habían seguido hipótesis equivocadas o porque tuvieron resultados nulos. Incluso, parece que hubo condenas injustas que les costaron décadas de prisión a personas inocentes. 2) La confesión revela el profundo odio con que actuaron las Farc, pues la mayoría de sus víctimas ya habían salido de escena pública en el momento del crimen y algunas de hecho eran cercanas a las banderas de la izquierda. La guerrilla, sin importar el tiempo transcurrido ni la afinidad ideológica, exterminaba a quien fuera.

Estas fue una de las muertes que los antiguos cabecillas, en la carta dirigida a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), atribuyeron a la extinta organización:

Hernando Pizarro León-Gómez y José Fedor Rey Álvarez

Asesinados el 25 de febrero de 1995 y el 30 de junio de 2002, respectivamente.

Uno de los actos más atroces y descarnados de la guerra en Colombia lo cometió la guerrilla contra sus propios integrantes. El Comando Ricardo Franco (CRF), una disidencia de las Farc que operó en el Cauca, asesinó a 164 hombres y mujeres pertenecientes a sus filas y a quienes acusaba de ser espías. El exterminio sumarial se cometió en menos de un mes, a finales de 1985 y comienzos del 86 y pasaría a llamarse como la masacre de Tacueyó. Los perpetradores fueron José Fedor Rey, alias Javier Delgado, y Hernando Pizarro León-Gómez, primero y segundo del CRF.

Ese comando guerrillero nació en 1982 después de que Rey traicionará la confianza del comandante Jacobo Arenas, y se fugara de las Farc con un millón de dólares en efectivo. Con este dinero y el apoyo de Pizarro (hermano de Carlos Pizarro, líder del M19) y otros disidentes, consolidó el nuevo grupo armado que logró varios golpes militares pero prontamente desaparecería en un extraño caso de paranoia colectiva. Luego de tomarse el municipio de Miranda en el norte de Cauca y recibir varios habitantes de la zona que querían unirse a su comando, Rey y Pizarro escucharon el rumor de que habían sido infiltrados y emprendieron la brutal cacería de brujas que incluyó torturas y una esquizofrenia sanguinaria. Un sobreviviente contó a SEMANA que ambos cabecillas estaban bajo la influencia de la droga.

El M19, que inicialmente había trabajado conjuntamente con el CRF, criticó severamente la masacre y las Farc se dieron a la tarea de acabar con la vida de los responsables. En 1995, Hernando Pizarro sería acribillado en su casa al norte de Bogotá. El crimen le fue achacado a Gustavo Sastoque, un funcionario del CTI que tal parece ahora, nada tuvo que ver con el crimen. Por su parte, Rey, quien fue capturado ese mismo año en un operativo contra el Cartel de Cali, fue encontrado ahorcado en su celda siete años después en la cárcel de Palmira.