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Prólogo controvertido

Aparece un libro sobre la extradición con prólogo de Pablo Escobar.

19 de noviembre de 1990

El libro probablemente será un best seller, aunque la edición sea sólo de mil ejemplares. Se trata del estudio sobre la extradición, hecho por el abogado antioqueño Santiago Uribe Ortiz. La categoría de best seller no se la dan sus ciento ochenta y cinco páginas de disquisiciones sobre el tema hechas por el autor, sino las siete páginas de un prólogo cuyo firmamento ha sido asociado con muchas cosas, pero no con el mundo de las letras: Pablo Escobar Gaviria.
Uribe Ortiz, un especialista en derecho administrativo, quien sin tapujos de ninguna clase admite haber sido abogado de los "extraditables" y amigo personal de Escobar, justificó, en declaraciones al Noticiero 24 horas, la inclusión del prólogo señalando que su libro se limitaba a los aspectos jurídicos del tema, y que le parecía interesante incluir el punto de vista de "una persona que haya vivido el problema emocional en carne propia" .
El borrador del libro fue enviado a varias casas editoriales, las cuales le atribuyeron seriedad al tratamiento que se le dio al tema por parte de Santiago Uribe, y pensaron en publicarlo. Pero todas se corrieron cuando se les informó que el autor había decidido incluir el prólqgo de Escobar. Para que no quedaran dudas sobre la autenticidad de la identidad del prologuista, al lado de la firma aparecieron la fecha de agosto 25 y la huella digital con la que Escobar legitima sus documentos. Resulta entre curioso y desafiante que además de esto haya agregado el nombre de Medellín como lugar donde el documento fue firmado. El hombre más buscado del planeta, quien no tenía porqué decir en dónde estaba, o quien inclusive podía poner un lugar ficticio para despistar al enemigo, no tuvo ningún reparo en revelarle su paradero al general Maza, al FBI, a la DEA, a la Interpol, a la Scotland Yard, y al mundo entero. En todo caso, como las casas editoriales al final decidieron no imprimirlo, el abogado Santiago Uribe, afirma que le tocó financiarlo de su propio bolsillo.
No deja de sorprender ver al hombre que es considerado por las autoridades el mayor delincuente en la historia del país, haciendo las veces de estadista. Como cualquier aspirante a la Asamblea Nacional Constituvente. Escobar señala la importancia y conveniencia de incluir el problema de la extradición en el temario de la misma. Critica que "los sectores retardatarios de la sociedad colombiana ya se han apresurado a considerar el tema de la extradición como "fruto prohibido" que no puede ser materia de debate". Escobar enumera una serie de consideraciones coherentes en contra de la extradición, de índole jurídica, política, humanitaria y de soberanía nacional, que muchos colombianos compartirían si la tesis central del escrito no fuera totalmente absurda: que la extradición es el instrumento que utiliza la clase dominante para entorpecer el cambio social y económico que venía registrando Colombia. Para él "la guerra que ha estado viviendo Colombia no es...un conflicto entre el Estado que quiere erradicar el delito y unos pocos individuos que pretenden desafiar su majestad y persistir en la actividad ilícita". Se trataría entonces de un problema de lucha de clases, pues considera que hay unas fuerzas sociales nuevas y dinámicas que quieren una tajada del ponqué. Según esta interpretación, la extradición es un invento de los dueños del ponqué para quedarse con todo.
Esto no es lo único sorprendente que tiene el prólogo. En una afirmación bastante reveladora, señala que "la opinión nacional sabe que ninguno de los denominados "extraditables" tuvo que ver con el asesinato del candidato liberal Luis Carlos Galán Sarmiento". Es la primera vez hasta la fecha, desde el asesinato del jefe del Nuevo Liberalismo, que el cartel de Medellín niega su participación en este magnicidio. Escobar, en comunicados y en cartas, había siempre negado vinculación directa o indirecta de su grupo con los asesinatos de Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro. Una vez más lo hace en este prólogo, alegando que no tendría ninguna lógica, ya que estos dos eran enemigos de la extradición y amigos del diálogo con el narcotráfico.
Esta argumentación, aunque va en contra de las declaraciones del general Maza, es compartida por varios sectores de la opinión pública, que detrás de los asesinatos de los dirigentes izquierdistas, más que la mano de los "extraditables", ven una conspiración político-militar de derecha de gran envergadura.
Pero en los quince meses que han transcurrido desde la muerte de Galán, ni los "extraditables" habían negado su autoría, ni la opinión pública lo había dudado. La negativa de Escobar va en contra de la confesión del hombre de la pancarta, que participó en el magnicidio de Soacha, y afirmó ante las autoridades que la operación la había organizado Rodriguez Gacha, en ese entonces miembro del grupo de los "extraditables".
En todo caso, lo seguro es que las causas por las cuales esta luchando Pablo Escobar tendrían mejores perspectivas si en lugar de aparecer controvertidos prólogos, aparecieran los siete periodistas retenidos.