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¿Qué pasa con la comunicación en el mundo político?

Ángel Becassino y Carlos Duque analizan las narrativas del gobierno y de la oposición en un ambiente político, para ellos, de incertidumbre.

22 de diciembre de 2018

SEMANA: En el mundo político insisten en que el gobierno de Iván Duque tiene problemas de comunicación. ¿A qué se debe?

Ángel Becassino: Esos problemas parten de la propia visión del equipo de Iván Duque acerca de lo que hay que hacer. En el gobierno hay poca gente que entiende la política y las señales de sintonía que debe emitir un presidente. El gobierno no emite nada, más allá de una imagen de campaña, de un presidente joven con ideas frescas, pero en realidad más conservador que cualquiera.

Carlos Duque: Yo creo que no hay dificultades de comunicación, sino de gobierno. Es difícil comunicar a un gobierno que no sucede, que no tiene más que buenas intenciones consagradas en el discurso. Eso reflejan las encuestas.

SEMANA: Hablando de encuestas, ¿cuál, desde la perspectiva de comunicación política, debería ser el tema clave del gobierno?

C.D.: Los temas que propuso Duque en campaña se han desaprovechado para construir el eje narrativo del gobierno. El caso de las marchas estudiantiles, que eran una oportunidad para comunicar un compromiso, terminó mal. Quedó como si el gobierno se hubiera hecho el rogado para tomar una decisión presupuestal que habría podido tomar antes. En campaña, el presidente le hizo bombo a otros temas que tampoco ha sabido aterrizar. Sobre la economía naranja, por ejemplo, ¿alguien ha comunicado claramente qué es y cómo se puede aterrizar?

Á.B.: La gestión de los ministros tampoco ha ayudado. En el gobierno cada uno va por su lado y no parece haber nadie dando línea. Insisto: no proyecta ningún mensaje. Ni siquiera Uribe, que está desdibujado. No se sabe si es el mentor del presidente, el gobernante en la sombra o uno más de la oposición.

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SEMANA: ¿Qué tan articulada a la gobernabilidad está la narrativa de un gobierno?

Á.B.: Lo importante es que haya un proyecto de gobierno emitido con claridad por el presidente y se debe reflejar en la gestión. Aquí, el presidente no emite y los ministros no llenan ese vacío. Lo grave es que tampoco la oposición llena ese vacío, por lo cual hay una sensación de caos. Si la gente no sabe hacia dónde van sus líderes, entra en un estado de angustia existencial.

C.D.: Todo gobierno necesita un relato que aquí no existe. Cuando no hay un discurso claro –y no solo me refiero a una narrativa o a un libreto, sino a un carácter– el descontrol de la opinión pública es grande. El presidente dice que no gobierna para las encuestas, pero las encuestas no se hacen para molestar a un gobierno, sino para ayudarle a tomar decisiones.

“el discurso político tiene que ver con la verdad, no con inventar cosas”

SEMANA: ¿Es posible mejorar la legitimidad a partir de la construcción de un relato?

Á.B.: En la comunicación política siempre hubo una palabra mágica, la promesa, la cual conecta con la esperanza. En este momento no hay promesa, ni quién pueda asumir el liderazgo alrededor de la esperanza. En eso nos parecemos al resto del mundo: estamos en un ambiente de incertidumbre.

C.D.: Y para romper ese ambiente se necesitaría mucha acción. Si uno tiene un proyecto, se la tiene que jugar por ese proyecto. Si Duque dice que el tema es unir a los colombianos, o hacer un pacto por la corrupción, ¡pues debe hacerse crucificar por eso! La comunicación, sin liderazgo, no puede generar por sí sola legitimidad. Mucho menos gobernabilidad.

SEMANA: ¿Cómo ven el papel de la oposición?

Á.B.: La gente necesita que alguien protagonice el gobierno y la oposición. El líder natural de esta debería ser Gustavo Petro. Eso tiene dos dimensiones. Con el video sórdido que le lanzaron en el debate contra el fiscal, le tiraron una granada al estómago. Sin embargo, hay gente que observa un sistema político decidido a sacarlo de la jugada y eso le genera anticuerpos. En política hay que ser sutil incluso en la grosería, y las fuerzas políticas que lanzaron el video fueron groseras.

C.D.: Estamos como en el fútbol: si uno juega con alguien que no tiene clara su estrategia, también se desubica. Nadie ha podido asumir posiciones claras.

SEMANA. A propósito del video, en términos de comunicación, ¿qué tanto afecta el futuro político de Petro?

C.D.: El tema del video afecta la política en general. Aunque Petro tiene un carácter mucho más decisorio que otras figuras, profundiza la sensación de desencanto. La gente dice “todos son iguales”.

Á.B.: Hasta hace poco nadie dudaba de que Petro iba a ser el presidente en 2022. Después del video eso no es tan claro. El daño que le hizo la imagen al recibir plata en un apartamento a oscuras no necesariamente es comparable al daño que le hizo el coscorrón a Vargas, pero sí lo deja incorporado en su historia. Por si fuera poco, en términos de comunicación, Petro tuvo una defensa caótica e incluyó de testigo a una persona, Simón Vélez, que hoy no es de su línea política. La respuesta no fue la mejor.

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SEMANA: La idea del pacto por Colombia estuvo presente en los discursos iniciales de Duque. ¿Por qué no alcanzó para generar legitimidad?

Á.B.: No. En sí mismo, el pacto no es promesa. Los pactos necesitan ejecutarse, materializarse en algo. El pacto por la educación tampoco va a tener sentido. Coincido con lo que dijo Carlos Duque anteriormente: la gente sintió que despues de días y días de marchas estudiantiles, la firma de ese pacto puede ser percibida como un engaño. ¿No insistió el gobierno en que no había ni un peso más? ¿Dijo mentiras entonces?

C.D.: En el caso del tema anticorrupción, la oportunidad de construir un relato también fue desaprovechada. Después de la foto en Palacio con Timochenko y el Centro Democrático, no volveron a reunirse, no pasó nada.

“lo importante es que haya un proyecto de gobierno que el presidente pueda comunicar”

SEMANA: ¿Cómo juegan las redes sociales en la construcción de un relato político?

C.D.: Lo lindo de las redes es que permiten interactuar. Yo, como gobernante, puedo decir lo que quiera en ellas. Pero eso no va a generar nada si no actúo genuinamente. Siento que la estrategia de redes se está limitando a lo que el presidente dice, pero no a lo que hace.

Á.B.: Las redes son la política horizontal y la superposicion de relatos que vienen de múltiples sectores. Frente a eso, los gobiernos pueden construir una contraestrategia digital que neutralice los relatos que se están montando. No veo la estrategia digital para contrarrestar la imagen del presidente cantante.

C.D.: Es clave anotar que el relato de las redes emerge con más fuerza cuando no hay liderazgos claros. Facilitan el auge de un poder ciudadano que no es de derecha ni de izquierda y que está emergiendo en Colombia y en el mundo. Eso es lo que están cambiando,

SEMANA: ¿Qué relatos, en materia de comunicación, destacaría por positivos en el mundo?

Á.B.: Muchos. El de Bolsonaro, así no nos guste, está muy bien montado. Trudeau es un relato lindo, que le juega a lo moderno y a la diversidad. El caso de Trump, a pesar de las críticas, es interesante, tiene un sello definido y estratégico. Putin es un genio del relato: el superhombre, que toma decisiones y caza osos. En contraste están el relato de Macron, una fatalidad: llegó con una imagen impecable, construida por la prensa del corazón, y se derrumbó ante la complejidad de los problemas sociales de Francia. Y también es malo el caso de Macri, por ejemplo, que tuvo un buen manejo inicial, pero se cayó con la falta de ejecutorias.

C.D: Coincido con Becassino. El relato tiene que ver con la esencia de las personas, no con inventarse cosas. Por eso Trump tiene un relato: es lo que es. Lo mismo pasa con Ángela Merkel o Trudeau: son consecuentes entre lo que hacen y lo que dicen. Un relato político debe trabajar por eso. n