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Investigación y ciencia: sí se puede

Más allá de los casos denunciados, las regalías destinadas a financiar actividades científicas han permitido adelantar exitosos proyectos que han contribuido a fortalecer la investigación en el país.

20 de mayo de 2017

Investigaciones en biotecnología para extraer oro, en nanotecnología para encontrar la cura del cáncer o en terapia celular para trasplantes muestran que, pese a las denuncias de la Contraloría sobre el manejo del Fondo de Regalías para Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI), no todo ha sido malo. Varios de sus resultados no tienen nada que envidiarles a los descubrimientos de otras partes del mundo.

De acuerdo con los datos del Departamento Nacional de Planeación, a corte de febrero de 2017 el fondo ha aprobado 281 proyectos por un valor de 2,8 billones de pesos, de los cuales 225 se encuentran en ejecución, 30 terminados, 10 sin contratar y 6 contratados, pero sin acta de inicio. De los 225 en ejecución, el 8 por ciento tiene un avance por encima del 91 por ciento, el 32 por ciento se encuentra en el 51 y 90, el 27 por ciento entre el 31 y 50, el 19 por ciento entre el 10 y 30, y el 13 por ciento por debajo del 10. Planeación le ha hecho seguimiento a 178 y ha encontrado que 18 tienen graves problemas que no pueden subsanarse.

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Actualmente, más de una veintena de estos proyectos han comenzado a arrojar resultados que prometen mejorar la competitividad del país y el nivel de vida de los colombianos. En el Caribe, por ejemplo, la Universidad del Atlántico, la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla, la Fundación Universidad del Norte, entre otras instituciones, desarrollaron una plataforma informática para mejorar la logística nacional y la actividad portuaria. En Medellín, Ruta N lideró un proyecto de telemedicina para llevar servicios médicos a los municipios más alejados de Antioquia.

Dentro de todo este universo se destaca la investigación liderada por la Universidad del Valle, que consiste en producir tejidos, órganos y biodispositivos para terapia celular y medicina regenerativa. En ese campo relativamente nuevo Colombia tiene potencial. Como dice el médico cardiólogo Óscar Gutiérrez, coordinador del proyecto, “Estados Unidos nos puede llevar más de 100 años de ventaja en cohetería o los países europeos son superiores en investigaciones astrofísicas, pero en lo que tiene que ver con terapia celular y medicina regenerativa prácticamente todos los países del mundo se encuentran en el partidor”.

El proyecto comenzó en diciembre de 2014 y tiene un costo de 19.000 millones de pesos, de los cuales el Fondo de Regalías para CTeI aportó 8.000 millones. Gutiérrez y su equipo de más de 50 investigadores buscan trasplantar órganos o implantar biodispositivos totalmente compatibles con el paciente a través de la quimerización. Esta técnica, en la que ellos son pioneros en el mundo, consiste en introducir células madre del paciente en el órgano que se le va a trasplantar para que no lo rechace.

Desde 2009 el profesor Gutiérrez empezó a investigar la manera de implantar los islotes del páncreas a diabéticos sin que el paciente los rechazara. En ese mismo año también tuvo la oportunidad de hacer el trasplante de tráquea a la que previamente había tratado con células madre del paciente. “Cuando se hacen trasplantes los pacientes tienen que tomar inmunosupresores por el resto de su vida. Con nuestra técnica antes de trasplantar el órgano lo hacemos compatible con el paciente. En la actualidad la persona a la que le pusimos esa tráquea no toma ningún inmunosupresor”, explicó Gutiérrez.

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Ahora, con los dineros recibidos por regalías, el equipo de la Universidad del Valle está ampliando la experiencia del doctor Gutiérrez al quimerizar todo tipo de órganos. En este momento experimentan con pulmones de cerdos con muy buenos resultados, y trasplantan células madre en ratones infartados para regenerar los tejidos del corazón. De esta labor la universidad ya ha obtenido varias patentes como el equipo para mantenimiento y quimerización de órganos. Como si eso fuera poco, el grupo de investigación perteneciente al proyecto y dirigido por el profesor Rubén Camargo también ha incursionado en nanotecnología para curar el cáncer. Ellos han documentado que la molécula del dióxido de titanio puede matar las células cancerígenas sin dañar a las sanas. Gutiérrez espera muy pronto comenzar las pruebas en humanos, y si los resultados son satisfactorios, sus investigaciones podrían revolucionar la medicina mundial.

Por su parte, la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín (UPB) lidera otro proyecto de alta tecnología financiado con dineros de regalías. Consistió en construir una planta piloto para procesar oro a partir de una biomolécula, sin utilizar mercurio. Su costo ascendió a cerca de 2.600 millones de pesos, de los cuales 1.600 provinieron del fondo.

La ingeniera química Margarita Enid Ramírez, líder del equipo que llevó a cabo la investigación, no puede dar mayores detalles sobre el funcionamiento de la planta piloto porque la patente está en trámite, pero explica que su construcción se basó en la cultura de los mineros de Remedios y Puerto Berrío. “Tratamos de conjugar tecnología de punta con las herramientas tradicionales de los mineros para que se puedan familiarizar mejor con la planta. En otras palabras, quisimos que la tecnología se adaptara a ellos y no ellos a la tecnología”, afirma Ramírez.

El proyecto consiste en una planta piloto que podría procesar entre una y dos toneladas por día, y una vez se surtan los trámites de patente la Gobernación podrá poner en marcha un plan de construcción para los mineros de Antioquia. Si esto sucede, el aporte de Ramírez y su equipo para combatir la contaminación de los ríos por mercurio sería valiosísimo.

Si se trata de conservar el medioambiente y producir de forma económica sostenible, se destaca también el proyecto desarrollado por ONF Andina Internacional y Fedepanela en Isnos y San Agustín. El objetivo era entregar un paquete tecnológico a los paneleros de esta zona del Huila para que optimizaran la extracción de jugo de caña de azúcar y disminuyeran el daño al medioambiente.

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Además de evaluar nuevas variedades de caña para la región e instruir a los campesinos en nuevas formas de fertilización, el componente principal de este proyecto consistió en implementar una hornilla desarrollada por Cenicaña y Corpoica para los trapiches, que optimiza la combustión del bagazo de la caña de azúcar. Como explica Evier Gaviria, ingeniero agrónomo, coordinador del proyecto, “los trapiches de los campesinos son sumamente ineficientes y el bagazo de caña no alcanza para que funcione; entonces ellos recurren a la leña y a las llantas con lo que causan un grave daño al medioambiente. Con la hornilla logramos un excedente de bagazo y un rendimiento de 100 a 120 kilos de panela al día, 20 o 40 kilos más que en una hornilla tradicional”.

La experiencia de financiar proyectos con regalías no ha sido del todo mala. Si bien hay muchas cosas por mejorar y el sistema necesita una reforma, los proyectos presentados muestran que no todos terminaron en robo, desvío o despilfarros. Al contrario, muchos investigadores, gobernadores y empresas privadas se pusieron de acuerdo e intentaron sacar adelante estudios de gran envergadura que buscan mejorar la vida de los colombianos.

Al respecto, Ramírez sostiene que “nosotros como investigadores hemos hecho muchos proyectos que no salen de las cuatro paredes de las universidades. La importancia de los dineros de regalías es que permiten sacarlos del campus para impactar la sociedad”.