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| Foto: Juan Carlos Sierra

ELECCIONES 2018

El voto de opinión castiga a Vargas Lleras

Como pasó en su primera campaña a la presidencia (2010), las encuestas no lo señalan como favorito. Hace ocho años era el último en las mediciones, pero quedó de tercero en la primera vuelta. Ahora se aferra a que el milagro se repita.  

19 de mayo de 2018

Esta es la segunda vez que Germán Vargas Lleras se lanza a la presidencia. La primera fue en el 2010, y si se compara aquella campaña con la de este 2018 hay un denominador común. Las encuestas nunca le han dado favoritismo al dirigente bogotano de 56 años.  

Quizás por eso, el excongresista, exministro, y exvicepresidente de la República ha sido, entre los actuales aspirantes a la Casa de Nariño, el que más ha cuestionado las encuestas de intención de voto. Por lo menos aquellos estudios que no lo favorecen.

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A tal punto que el pasado 26 de abril, a un mes de las elecciones, se despachó contra las firmas encuestadoras y exigió al Consejo Nacional Electoral regularlas.

Eso sí, cuando otros estudios lo han favorecido, como el modelo de pronóstico de la firma Cifras y Conceptos, otro gallo ha cantado. Por ejemplo, el pasado 17 mayo cuando W Radio publicó ese estudio, su campaña publicó una noticia con el siguiente titular: “Vargas Lleras cada vez más cerca de la segunda vuelta revela última encuesta”. Allí aparecía de segundo con 16,4 por ciento de la intención de voto.

La última medición de Invamer para Noticias Caracol, Blu Radio y SEMANA, a una semana de la primera vuelta, lo ubica en el cuarto lugar de intención de voto con el 6.6 por ciento, lejos del tercero, Sergio Fajardo (16.3), y más distante aún de los punteros, Iván Duque (41.5) y Gustavo Petro (29.5).

Aunque a menos de siete días para la cita de las urnas estos guarismos deben generar preocupación al interior de su campaña, hay una teoría a la que Vargas Lleras se aferra como para sorprender a quienes ya le auguran una derrota el 27 de mayo.

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Las encuestas se advierten como una radiografía de la forma como se mueve el voto de opinión, que por lo visto no le favorece a Vargas frente a los demás aspirantes, pero no ilustra de forma fehaciente lo que se denomina el voto amarrado o de maquinarias.   

Vargas Lleras no se midió directamente el pasado 11 de marzo pues no participó en ninguna consulta. Ya se había inscrito con una descomunal cantidad de firmas de respaldo, a pesar de ser considerado el jefe natural del partido Cambio Radical.

Sin embargo, ese partido sacó algo más de dos millones de votos en las listas parlamentarias, y lo ubicó, detrás del Centro Democrático, como el segundo partido en representación en el Senado, tras alcanzar en el preconteo 16 curules.

Tras estas elecciones, Vargas logró sellar acuerdos programáticos con el Partido de la U, que sacó 1,9 millones de votos, y con los mayores electores del Partido Conservador que en teoría podrían endosarle casi millón y medio de sufragios. Si la política fuera una ciencia exacta como las matemáticas, el ex vicepresidente podría sentirse con un pie en segunda vuelta, con cerca de cuatro millones de votos. Sin embargo, nada le asegura que los parlamentarios de la U y de los conservadores aprieten el acelerador para traducir esos cálculos a las urnas.

Vargas, que hace un año era el líder en intención de voto de la encuesta Invamer, también se aferra al antecedente de la campaña del 2010.

Hace ocho años era el último en las encuestas, desde el comienzo de la campaña hasta la medición que antecedió la primera vuelta.  

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Por ejemplo, la encuesta de la firma Ipsos Napoleón Franco (contratada en aquella campaña por esta revista), no le daba mayor favoritismo. En marzo de 2010, aparecía en el cuarto lugar con el 8 por ciento, lo superaban, en su orden, Juan Manuel Santos (36 por ciento), Noemí Sanín (17 por ciento) y Antanas Mockus (9 por ciento).

Un mes después, en abril del 2010, ya lo ubicaban en el sótano de la tabla con el 3 por ciento. Lo superaban Santos (30 por ciento), Mockus (20 por ciento), Noemí (12 por ciento), Rafael Pardo (5 por ciento), Jaime Araújo (5 por ciento), y hasta un candidato desconocido para el país como Jaime Calderón (5 por ciento). Aquella fotografía también reducía a Gustavo Petro al 4 por ciento de intención de voto.

Vargas Lleras llegó a la primera vuelta del 2010 el último lugar con el 3 por ciento, cuando en mayo de ese año las encuestas coincidían en la tendencia de un empate técnico en primera vuelta entre Santos (35 por ciento) y Mockus (34 por ciento).

Pero llegó la primera vuelta y las urnas no coincidieron con las encuestas. Santos estuvo a muy poco de ganar la presidencia en primera vuelta con el 46.67por ciento de la votación (6.8 millones) frente al 21.51 por ciento de Mockus (3.1 millones). La sorpresa de aquellas elecciones fueron Vargas Lleras, que quedó tercero con el 10.11 por ciento de los votos (1.4 millones) y Gustavo Petro, que fue cuarto con el 9.13 por ciento (1.3 millones).

Más allá de este antecedente, la última encuesta Invamer trae un dato que podría ser una daga al corazón de Vargas Lleras. Dice el estudio que sólo el 2.7% de los bogotanos votaría por él en la primera vuelta.

Pero también es uno de los datos más inesperados de la encuesta en la medida que Vargas Lleras ha tenido el mayor botín de su trayectoria en la urnas en la capital, su ciudad. En 2006 fue el Senador más votado en Bogotá y el resto del país con 213.599 votos, récord que le quitó Álvaro Uribe el pasado 11 de marzo. En estas elecciones, su partido Cambio Radical, sacó sólo dos curules en la la Cámara en Bogotá. En el Concejo, Cambio es el partido con mayor número de curules.

Las encuestas siguen siendo el coco de Vargas Lleras, o su peor escenario como candidato. Se mueve mejor en los debates, donde se queda corto de tiempo para enumerar sus ejecutorias en todas las materias, y en la plaza pública, donde las estructuras políticas que rodean su candidatura le han garantizado multitudinarias asistencias. Por eso, el exvicepresidente se aferra a esos votos que las encuestas difícilmente logran medir.

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