Carta de renuncia del Fiscal Ramiro Marín al Fiscal General de la Nación
El jefe de los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia, Ramiro Marín, tomó la decisión ante su desacuerdo con el vicefiscal Guillermo Mendoza Diago, quien ordenó la libertad de Mario Uribe, por qué, según él, el caso carecía de pruebas sólidas.
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Señor
MARIO IGUARÁN
Fiscal General de la Nación
Señor Fiscal:
Llegó la hora de renunciar con dignidad, En el radicado 11.499 – 8
(caso del exsenador Mario Uribe Escobar) usted me hizo una asignación
especial, figura que, de acuerdo con la Constitución y la ley, procura
un mayor eficacia en la investigación sin perjuicio de las garantías
fundamentales de las partes. Pues bien, en cumplimiento de ese encargo
especial, en el mencionado caso se allegaron testimonios, se
practicaron inspecciones y se acopiaron documentos, todo con lealtad al
principio de imparcialidad del funcionario en la búsqueda de la prueba
y de la verdad1, lo cual se traduce físicamente, incluida la inicial
actuación de la Corte Suprema de Justicia, en un expediente de diez
(10) cuadernos originales, ocho (8) discos compactos que incluyen
veintiséis (26) horas y treinta y cinco (35) minutos de grabación del
dicho de varios testigos y veinticinco (25) cuadernos anexos. Como
fiscal delegado proferí cuatro (4) decisiones interlocutorias, entre
las que se incluye la medida de aseguramiento de detención preventiva
contra el imputado, fechada el 21 de abril de 2008, recientemente
revocada por el señor Vicefiscal, en ejercicio de la facultad de
segunda instancia igualmente asignada por usted de manera especial.
Debo destacar que, conforme con la Constitución, la ley y mi concepción
dialéctica y democrática del proceso penal, siempre facilité la
presencia de la defensa y el Ministerio Público y le cumplí
honradamente a la justicia y al pueblo colombiano en el cometido de
decidir conforme con la legalidad y la racionalidad, sin embargo de lo
cual lo único que resulta lastimado en este proceso es la independencia
judicial y con ello mi honor personal, familiar y profesional.
En efecto, varios medios de comunicación, basados en “fuentes de la
Fiscalía”, difundieron la especie de que la revocatoria de la medida de
aseguramiento ( obra del señor Vicefiscal y no mía) se había facilitado
adrede por la fragilidad de la investigación y de la providencia de
primera instancia. Ocurre que la segunda instancia está habilitada para
revocar la decisión de primer grado, dentro de los límites de la
racionalidad, pero en manera alguna para desprestigiar con
calificativos injustificados (abiertos o soterrados) la resolución
revisada, pues ello sí vulneraría la autonomía ética y funcional del
fiscal de primer grado, tan necesaria, señor fiscal, como la
independencia del funcionario de segunda instancia, sobre todo cuando
enfrentamos con decisión y serenidad asuntos de tanta complejidad
probatoria y sensibilidad social como los denominados de la
“parapolítica”.
Obviamente, no pretendo un plebiscito para que se comparta o repudie el
sentido de una u otra decisión, la corrección de lo decidido no depende
del consenso activo de los medios o de los ciudadanos sino de la prueba
y la verdad procesal, aunque sano que las providencias judiciales, sin
sacrificio innecesario de la reserva sumarial, se critiquen
respetuosamente por los medios de comunicación y la comunidad en
general. En mi caso sí aspiro a que en el futuro se llame la
atención sobre los peligros que entraña la manipulación del contenido
de las decisiones con fines poco ortodoxos, lo cual no constituye
crítica, en cambio sí llena de oprobio la autonomía ética y funcional
de los fiscales.
Señor Fiscal: por medio de un artilugio y una audacia de marca mayor,
se quiere hacer ver, con el apoyo irreflexivo de varios medios de
comunicación, que la investigación y la resolución de primera instancia
eran frágiles, pero, lo más abominable, que el fiscal del caso
deliberadamente había dejado las cosas en esa precaria
situación para propiciar la revocatoria, cuando sólo fortaleza y
respeto inmaculado podrá advertirse en una revisión actual y
desprevenida del expediente o, de pronto, en el dictamen tardío de la
historia con el que debemos contentarnos quienes somos víctimas de
semejantes infamias promovidas por las verdades de poder, ajenas a la
verdad procesal.
Es decir, a través de especioso discurso se ha convertido lo blanco en
negro y lo negro en blanco, entretanto yo me siento en similar
situación a la de una víctima a la que se le dispara a muy corta
distancia para que los homicidas puedan pretextar un suicidio, y el
señor Fiscal General de la Nación, por motivos o situaciones que de
pronto desconozco, guarda discreto silencio frente al agravio funcional
y profesional.
Mientras al interior de la Fiscalía existan “altas fuentes” que
manipulan de esa manera la información de procesos tan delicados como
el que he tenido a mi cargo, no percibo las garantías para continuar
con la mencionada investigación ni tampoco en el cargo, razón por la
cual llegó la hora de renunciar con dignidad y así se lo
formalizo por medio de este escrito, desde luego sin ocultarle mi
reconocimiento por su conjurado trabajo en muchos frentes de la
complejísima tarea, así como por la confianza, la amistad y el
exquisito trato dispensados antes de este único y doloroso episodio de
mi vida profesional de 31 años al servicios de la Rama Judicial.
Con sentimientos de consideración y de respeto, mil gracias,
RAMIRO ALONSO MARIN VÁSQUEZ
Fiscal Delegado Corte Suprema de Justicia