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El doping en el ciclismo mundial

Varios escándalos en los últimos años han ensombrecido al deporte de las bielas. Se trata, al lado del atletismo, de la disciplina que más afectada se ha visto por las sustancias prohibidas.

5 de septiembre de 2004

Los episodios de dopaje desacreditan desde hace algún tiempo las hazañas de los ciclistas y hasta al mismísimo Tour de Francia, la carrera más importante del mundo.

El historial del dopaje en el ciclismo es largo, e incluye hitos como el primer deportista muerto como resultado de tomar drogas (Arthur Linton en 1896) y la primera muerte relacionada con drogas en un evento televisado (Tom Simpson en el Tour de Francia 1967). Pero su momento crítico llegó en el Tour de Francia de 1998, cuando el escándalo del equipo francés Festina eclipsó cualquier noticia deportiva.

Después de que se encontró Erythropoietin (EPO) en un carro del equipo sus corredores fueron expulsados de la carrera y, días después, detenidos en una cárcel. El incidente destapó el uso generalizado de sustancias prohibidas en el ciclismo profesional y el EPO comenzó a aparecer con frecuencia en los titulares de prensa.

"A finales de los 90 el dopaje fue toda una cultura casi sin oposición en el ciclismo mundial", explicó a SEMANA.com Matt Rendell, un cronista deportivo inglés, especialista en ciclismo y autor de 'Reyes de las Montañas'. "Estamos viviendo las consecuencias de un período en el que la guerra contra el dopaje no fue diligente", concluye.

Lo que hace el EPO, una hormona péptica, es estimular la producción de glóbulos rojos, lo que significa que la sangre puede transportar más oxígeno. Cuando se toma hace que los músculos trabajen mejor y es particularmente útil para los atletas que necesitan altos grados de resistencia. Se sospecha que es usada en muchos deportes, pero es particularmente popular en el ciclismo. Es difícil de detectar porqué se produce naturalmente, y sólo hasta hace poco se diseñaron exámenes confiables para reconocerlo.

Al escándalo Festina se sumaron nuevos incidentes que ensombrecieron aún más el deporte de las carreteras. Hace unos meses el legendario italiano Marco Pantani, que ya había fallado un examen en el Giro de Italia de 1999, murió de una sobredosis de cocaína. A esto se suma el escándalo desatado por Jesús Manzano, un ciclista español que admitió haberse dopado sistemáticamente. Sus declaraciones terminaron en investigaciones contra el Kelme español, pues aseguraban que era un política generalizada dentro del equipo. Adicionalmente, la Federación Internacional de Ciclismo fue la última en firmar el código del Organismo Mundial Antidopaje (WADA) que se aplica a partir de este año.

Desde aquel Tour del 98 el ciclismo ha luchado por rescatar su alicaída imagen, pero ni siquiera los seis triunfos consecutivos de Lance Amstrong en el Tour han disipado la nube gris del dopaje. De hecho, muchos sospechan que un campeón de esas dimensiones no puede ser natural, a pesar de que el norteamericano siempre ha salido limpio de los controles.