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CIENCIA

El cráter de Garavito

El profesor Mario Armando Higuera Garzón del Observatorio Astronómico Nacional de la Universidad Nacional hace un homenaje a Julio Garavito, el científico colombiano que aparece en los antiguos billetes de 20.000.

27 de septiembre de 2017


Los cartógrafos, astrónomos e ingenieros identifican la posición de un punto sobre la superficie de un planeta, como en la Tierra, por medio de la longitud y la latitud. Al indagar en cualquiera de las aplicaciones para móviles o computador desarrolladas para tal fin, y preguntar por la zona que corresponde a las coordenadas geográficas 156°42′ E, 47°30′ S, se encuentra que ellas localizan un punto en el mar de Tasmania; en el planeta Marte describen un lugar en una región sin mayores detalles; en cambio, cuando las ubicamos en la superficie de la Luna, estas coordenadas cobran relevancia para los colombianos porque identifican el cráter asociado al talento y la labor científica del astrónomo bogotano Julio Garavito Armero.

Desde que el sabio José Celestino Mutis inició la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, la ciencia en nuestro país ha comenzado a desarrollarse lentamente pero de manera sostenida. Y uno de esos avances fue el Observatorio Astronómico, construido por el viejo Mutis a inicios del siglo XIX, con dineros del comercio de la quina. Justo dos años después de la muerte de Mutis, el primer producto derivado de la ciencia neogranadina fue, la Independencia de Colombia. Pensada y desarrollada por los herederos intelectuales más cercanos al sabio, Sinforoso Mutis Consuegra, Francisco José de Caldas y Jorge Tadeo Lozano, en las instalaciones del Observatorio.

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Casi 100 años después de su fundación, el ingeniero Julio Garavito Armero dirigió el Observatorio Astronómico Nacional y coordinó la Oficina de Longitudes, fundamental para establecer y delimitar las fronteras del país, cuyo punto de origen, en el sistema geodésico clásico, se encuentra en una de las pilastras del Observatorio. Por otra parte, los trabajos de Garavito asociados al estudio del movimiento de la Luna, reconocidos en textos de Mecánica Celeste y publicaciones de la época, dejaron su nombre inscrito en la historia científica del país, y más allá de las fronteras nacionales y terrestres.

Garavito estaba muy lejos de imaginar que, en 1970, durante la XIV Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional (IAU, International Astronomical Union) celebrada en Brighton (Inglaterra), su nombre se seleccionara para bautizar a un cráter ubicado en el lado no visible de la Luna. 167 años después de la labor pionera de Mutis y Caldas, el apellido de uno de sus herederos intelectuales se hace presente en esta frontera ultraterrestre.

La comunidad de investigadores, no sólo en astronomía sino en todas las áreas del saber, se mantiene viva en Colombia soportada por talentos que, en universidades públicas y privadas, y en algunos centros de investigación nacionales e internacionales, siguen los pasos de nuestros sabios y científicos de antaño, aún bajo las mismas difíciles circunstancias para la financiación de sus proyectos.

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En ese sentido para que haya más Garavitos en nuestro país, la producción intelectual requiere la definición de un plan de desarrollo de la ciencia y la tecnología, que se sostenga con recursos de partida propia para la investigación. Esto exige incrementar los aportes asociados del producto interno bruto, del 0,17 al 1 por ciento, al estilo de Brasil y Argentina, y límite inferior en países con alta visión de futuro y crecimiento. Adicionalmente, este plan debe asegurar la vinculación de talentos altamente formados (PhDs) a nuestras universidades y centros de investigación, que superen, en un factor de 3, la razón 180 por millón de habitantes que tenemos hoy en día. Más que una recomendación, es una necesidad y un derrotero a construir por parte de todos: el Estado colombiano, la comunidad científica, la industria, la sociedad y el país.

Es innegable que la ciencia y la investigación, sin lugar a dudas, están atadas al devenir y crecimiento de nuestra nación. Los resultados que el trabajo científico deja en la sociedad no se cuentan en términos del retorno a corto plazo; su impacto se extiende en el tiempo y se hace cada vez más importante a medida que este transcurre. Un Estado, sus dirigentes y sociedad obtusos frente al esfuerzo de los líderes científicos, condenan a la Nación a un destino de dependencia, atraso y fracaso. En contraposición, el esfuerzo mancomunado orientado hacia la construcción de una ciencia colombiana, mantendrán la independencia que aquellos herederos de Mutis iniciaron hace 214 años.

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El 20 de agosto de 2003, justo en la celebración de los 200 años del Observatorio Astronómico Nacional, al finalizar el discurso conmemorativo y llevando el legado de Mutis, Caldas, Garavito y los demás directores, expresé:

“Mi deseo es que las futuras generaciones de astrónomos colombianos, que se incorporen a él (refiriéndome al Observatorio Astronómico Nacional), mantengan esa fidelidad de trabajo de quienes soñaron y sueñan con esta institución y que su visión trascienda el tiempo y el espacio, tal vez ellos heredarán el honor de trabajar en una estación, en las altas montañas de nuestra patria, o tal vez en una extensión de nuestras fronteras nacionales, en aquel alejado cráter de la Luna bautizado con el nombre de nuestro sabio Garavito.”