
Opinión
Como en Narnia
Las EPS no son los únicos responsables de los datos con los cuales se calcula la UPC.
Este ha sido un inicio de año agitado, las “cabañuelas” de lo que será 2025. Solía ser un periodo de aridez que ponía a los periodistas a rebuscar noticias debajo de las piedras. Fue muy diferente, con el ajuste del 5,4 % de la Unidad de Pago por Capitación (UPC) al cierre de 2024 y el inicio de 2025 con la presencia de nuestro embajador en la posesión del reconfirmado dictador de Venezuela.
Esta semana me impactó una expresión publicada en alguna red social: “Vine a sacarte de una crisis que nunca tuviste…para llevarte a un bienestar que nunca te daré”. Frase que resume lo acontecido al sector salud en los pasados dos años, así como el inmediato futuro.
Dos semanas con el sector salud en Narnia, ese mundo de completa fantasía donde todo puede suceder y los animales parlantes dominan las historias. El gobierno ajustó la UPC al 5,4 % atada a la inflación de 2024, sin ninguna justificación técnica diferente a la peregrina excusa que los reportes de las EPS eran no confiables.
Se esperó al último día del año para promulgar la nueva UPC quizá esperando que la celebración del año nuevo apagara cualquier barullo. Ni siquiera se tomó el cuidado de analizar el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de salud, que históricamente ha estado por encima del IPC general. Tampoco el ajuste al salario mínimo, definido días antes. Ahora, a cuentagotas, el sector se entera que sólo se presupuestaron $ 500.000 millones para los presupuestos máximos, un sexto de lo requerido.
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Todos los estamentos del sector salud -con la irónica excepción de las EPS- le han hecho saber al gobierno las consecuencias de la errática decisión. Empresarios, hospitales públicos y privados, gremios médicos, gremios de la enfermería, pacientes, entre otros, han puesto el grito en el cielo. La angustia es más que evidente porque esas determinaciones hacen insostenible toda la institucionalidad de salud en el país, pública y privada.
La estructura económica de la prestación de servicios de salud está constituida en más de 70% en gastos de personal, que se ajustó salarialmente en 9,54 %. También en equipos médicos que representan costos hundidos –no se pueden dedicar a otra actividad-; donde la única flexibilidad será despedir personal y consecuentemente el cierre de servicios. La mayor parte de la nómina de los hospitales está por debajo de dos salarios mínimos, por tanto, el ajuste del salario mínimo impacta a casi todo su personal.
La respuesta ha sido surrealista. La vocería terminó recayendo en la anterior ministra, cuyas declaraciones llenas de imprecisiones y datos incorrectos, terminaron pasándole tremenda cuenta de cobro.
Lo más increíble es que pareciera que no existiesen datos oficiales. Toda la argumentación se centró en generar sensaciones a través de narrativas efectistas basadas en supuestos erróneos como la falacia que los datos presentados por las EPS para calcular la UPC registraban gastos después del fallecimiento de las personas. ¡Por supuesto! El señalamiento demuestra crasa ignorancia o propaganda para las barras. En la bioestadística es posible y frecuente el rezago de información. Las personas mueren y sus cuentas llegan después, incluso meses o años, si en la cadena de reporte de datos y facturas hay generadores lentos de información.
Muchas IPS en Colombia son parsimoniosas para facturar. Se evidenció en el plan nacional de vacunación contra el COVID-19. En un simple evento como cobrar la aplicación de una vacuna, los reportes y facturas tardaron meses, muchas nunca llegaron. Por esa razón nuestro sistema de salud se mueve más por los desembolsos y la liquidez, que por la facturación y contabilidad de cuentas; esa ha sido la realidad.
Ahora, en medio de la presión social, se apela a unos informes -aparentemente de la ADRES- tratando de justificar los argumentos. Surgen entonces inquietudes: 1. ¿Por qué no se presentaron antes?, 2. ¿Por qué son entregados desde las cuentas de una persona completamente ajena al sector, que ni siquiera es colombiano, más especializado en narrativas que en cuentas médicas y que aparentemente ni siquiera reside en Colombia?, 3. ¿Dónde está la Superintendencia Nacional de Salud?, 4. ¿Quién responde por la información de las EPS intervenidas?, 5. ¿Dónde queda la dirección de costos y tarifas del ministerio? que dicho sea de paso duró meses en la interinidad.
Y si profundizamos en el cuestionario, siguen apareciendo más preguntas que respuestas. ¿Tenemos datos oficiales del sector salud? ¿Cuáles son? ¿Dónde están? ¿Qué dependencias y cuáles funcionarios públicos son los responsables de salvaguardar y asegurar la calidad y los análisis que se hacen con la información? ¿La información de salud ha dejado de ser relevante?
¿Será que la información es amenazante en el nardiano mundo de narrativas que vivimos en las redes sociales? Preocupa el antecedente del esfuerzo que fue necesario ante el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) para preservar los datos de gasto de bolsillo, una serie que se ha respetado por décadas; así como el retraso de más de 6 meses en la información de transacciones de medicamentos en el SISMED, en tiempos de evidente desabastecimiento?
Hay algo que dejar en claro: Las EPS no son los únicos responsables de los datos con los cuales se calcula la UPC. ¡Es el gobierno! y en particular el ministerio de Salud el principal responsable y quien debe rendir cuentas ante todos los colombianos. Esa entidad debió asegurarse -a lo largo de 2024- que íbamos a tener datos confiables para calcular la UPC, sin embargo, los hechos demuestran que no se hizo.
Muy triste escenario para el sector salud en este 2025. Especialmente para los pacientes a quienes nadie les quiere responder.
Postdata: A propósito de toda la narrativa sobre las reservas técnicas que no guardaron las EPS, sería importante saber ¿dónde la ADRES está haciendo las inversiones para cubrir las reservas necesarias para cubrir los gastos no anticipados y sujeto de giro directo? o será que ¿tampoco estamos en el modelo de “Aseguramiento Social” (sic) que tanto nos prometieron?