Alejandra Carvajal Reyes Columna Semana

Opinión

El mundo tiene futuro

Rusia debe dejar de apoyar a Maduro. La recompensa debe ser doblada.

Alejandra Carvajal
19 de agosto de 2025

Las noticias para el mundo hoy son buenas y alentadoras. El final de la guerra en Ucrania parece estar cada vez más cerca, todo por cuenta de los buenos oficios del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien se ha reunido recientemente con Putin y Zelenski.

Las conversaciones en Alaska con el primero abrieron la puerta a un diálogo directo entre este y Zelenski. Todo indicaría que la guerra en Ucrania podría terminar en pocas semanas. De parte y parte tendrán que hacer concesiones, no muy gratas.

La primera de ellas sería renunciar por completo a la península de Crimea. Otro aspecto crucial sería el que Ucrania abandonara la idea de ingresar a la Otan. Asimismo, Zelenski tendría que ordenar la retirada de Lugansk y Donetsk, regiones que hoy en día conforman el Donbas. Ucrania también tendría que marcharse de territorios del Donbas, que aún ni han sido ocupadas por el ejército ruso. Igualmente deberá hacer un reconocimiento a la línea del frente actual como frontera en los óblast (provincias) de Zaporiyia y Jersón. Estas serían las exigencias en materia geográfica.

De parte de Putin, hay otras peticiones para firmar la paz, como lo son la libertad de culto para la Iglesia ruso ortodoxa, el reconocimiento del ruso como lengua oficial de Ucrania y el levantamiento de las sanciones impuestas por la Unión Europea a Rusia con ocasión de la guerra.

Del lado de Rusia, esta se comprometería a no atacar otros territorios ucranianos así como a otros países europeos. Asimismo —siendo este uno de los puntos de negociación más importantes—, que Ucrania tenga garantías de seguridad similares a las establecidas en el artículo 5 de la Otan, el cual estipula que si un miembro es atacado, todos los demás deben respaldarlo. Esto garantizaría la seguridad de Ucrania, aun cuando no pertenezca a la Otan.

Cuando Estados Unidos y Rusia se han alineado en el mundo hemos tenido estabilidad. Así lo fue cuando, gracias a su alianza, se puso fin a la Segunda Guerra Mundial, o como cuando la perestroika y la glásnost, implementadas por Gorbachov, dieron origen a una Rusia más moderna, capitalista.

Si bien es cierto que Rusia puso la mayor cantidad de muertos en la Segunda Guerra Mundial (entre 20 y 27 millones), lo cual Putin nos recuerda en sus ruedas de prensa de cuando en cuando, es su deber para con el mundo continuar con el legado de Gorbachov, eliminando la protección a naciones comunistas por el bien del mundo.

La protección que Putin da al dictador venezolano Nicolás Maduro es una política que debe abandonar, si realmente está alineado con hacer cosas importantes por el mundo de la mano de Estados Unidos. La hora del jefe del Cartel de los Soles se acerca y Rusia debe estar, al igual que en la Segunda Guerra Mundial, del lado correcto de la historia.

En Colombia, Rusia ha tenido un papel protagónico, pues de acuerdo con varias investigaciones policivas y periodísticas, durante la época del llamado estallido social, este país habría inyectado más de 145 millones de dólares para desestabilizar la democracia y las elecciones en nuestro país, lo cual fue una maniobra más que conveniente para el régimen de Nicolás Maduro.

La película Encanto, de Disney, inspirada en Colombia, le costó a esta compañía 120 millones de dólares y recaudó en taquilla 257. Estados Unidos, por la cabeza de Nicolás Maduro, ofrece 50 millones de dólares, lo cual se suma a la recompensa que se da por Diosdado Cabello, de 25 millones de dólares. Sí, Estados Unidos invierte una suma superior a esos 75 millones de dólares, que sumadas las dos recompensas, obtendría para su país beneficios bastante superiores a los de la taquilla de la película Encanto.

Se lograría el fin de organizaciones narcoterroristas que amenazan la seguridad de Estados Unidos, Venezuela y el mundo, como el Cartel de los Soles, el Tren de Aragua o Hezbolá, lo cual contribuiría, adicionalmente, a la consecución de la paz en Oriente Medio.

Ojalá el Gobierno de Estados Unidos invierta más que Disney en la película Encanto en la recompensa por el jefe del Cartel de los Soles. La estabilidad de la región y una América más próspera, más segura y más fuerte dependen de ello. De acuerdo con un post reciente de Carlos Giménez en X, congresista norteamericano, Nicolás Maduro tiene los días contados. Si la recompensa se aumenta, esos días serán más cortos.

En caso que para el Gobierno de Estados Unidos resulte demasiado oneroso, propongo que un grupo de empresarios colombianos, venezolanos y norteamericanos recauden dinero en pro de esta causa. ¿Será mucho pedir otros 50 millones de dólares adicionales para acabar con esta tortura?

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