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Columna de opinión Marc Eichmann

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El rollo de las telecomunicaciones

La presencia de por lo menos tres operadores fuertes, tanto en operaciones móviles como fijas, implica una presión sobre los precios que hace difícil que las compañías tengan un retorno positivo sobre la inversión.

30 de marzo de 2021

El entorno de las empresas de telecomunicaciones en Colombia es difícil en el peor momento posible. Según las estadísticas de Speedtest, el ranking en velocidad de internet móvil de Colombia es de 123 entre 141 países y la velocidad de internet fijo es la 76 entre 175, un ranking apenas aceptable dada la riqueza relativa de Colombia, dado que su ingreso per cápita es el 82 entre 194 naciones.

A nivel mundial, las empresas de telecomunicaciones han estado afectadas por varias tendencias. Primero, en el segmento masivo, el ingreso de voz tanto en telefonía fija como en móvil es ya prácticamente inexistente. Segundo, el ingreso por televisión se ha visto cada vez más afectado por la emergencia de proveedores de video como YouTube, Netflix y los canales gratis accesibles por medio de dispositivos como Roku. En el segmento corporativo, los ingresos están a la baja por la prestación de soluciones globales desde la nube, haciendo que la fortaleza local de los operadores pierda importancia.

Los operadores presentes en Colombia han visto el precio de sus acciones golpeado por estos factores. Desde agosto de 2014, las acciones de América Móvil, propietaria de Claro han caído 44 %, mientras las de Millicom, accionista de Tigo, 52 % y las de Telefónica, titular de la marca Movistar 72 %. En el mismo período las acciones de la ETB cayeron 62 %. Estos resultados, comparados con el desempeño del índice del Dow Jones, que creció 113 % en el mismo período, son preocupantes.

En parte, el desempeño financiero de los operadores está dado por la estructura competitiva del sector en Colombia. La presencia de por lo menos tres operadores fuertes, tanto en operaciones móviles como fijas, implica una presión sobre los precios que hace difícil que las compañías tengan un retorno positivo sobre la inversión. Colombia es hoy el segundo país con banda ancha fija más económica de Latinoamérica.

Como consecuencia, con la excepción de Claro, que por su escala ganada a punto de inversión en infraestructura genera utilidades, la mayoría de los operadores da pérdidas. Tigo Une ha tenido en Colombia pérdidas de casi COP 700 mil MM desde 2015, mientras que Telefónica, a pesar de haber obtenido ganancias antes de 2020, perdió en el año pasado COP 557 mil millones. La ETB que perdió COP 39 mil millones en 2020, se había recuperado de una pérdida de COP 250 mil millones en 2018 con una utilidad de COP 79 mil MM en 2019.

Pero como al que no quiere sopa le dan dos tazas, los operadores colombianos se ven expuestos ahora a un nuevo reto: la entrada del nuevo operador celular WOM, que promete romper aún más los precios y dar mejor atención al público, el lunar eterno del sector.

La compleja situación financiera de los operadores ha creado conflictos dignos del lejano oeste legal. Claro, Tigo y Movistar están demandando a WOM por la compra de Avantel, argumentando que no es un operador entrante. WOM se queja de que estos operadores no le permiten la interconexión de sus redes. Movistar y Claro tienen demandada a la ETB por alrededor de COP 1 billón por diferencias en la interpretación de cómo se debieron liquidar los cargos de acceso a las demás redes hace más de una década, una cifra superior a su valor en bolsa. Estos mismos operadores también tienen demandada a la nación por cerca de COP 5 billones porque esta última les obligó a comprar los activos con los que operan, de propiedad pública según lo definía el contrato inicial de concesión.

El riesgo de este entorno para Colombia no es menor, considerando la necesidad de conectar al país. Telefónica, en franca desbandada, además de decidir no invertir en la última subasta de espectro, está buscando activamente vender su operación. Tigo, para capitalizarse, está vendiendo parte de sus activos de telecomunicaciones, las torres.

Si el gobierno quiere cerrar la brecha digital en el país debe promover activamente la inversión en infraestructura. El mejor mecanismo disponible no es el de subir tarifas ni dar gabelas tributarias sino apoyar las inversiones de los operadores con coinversión. Así los casos de negocio de ampliación de redes se hacen positivos para las compañías, independientemente de que estén generando utilidades o no.

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