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Julio Londoño Paredes Columna Semana

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Eureka: ¡se “abre” la frontera colombo-venezolana!

Para que la apertura de la frontera con Venezuela sea efectiva se requerirá el trabajo de ambos gobiernos.

23 de septiembre de 2022

El próximo lunes, entre bombos y platillos, se “abrirá” la frontera colombo-venezolana en presencia de los dos presidentes, ministros, parlamentarios, autoridades locales y regionales, así como de seguidores de ambos mandatarios. Será un “nuevo giro” en las relaciones entre los dos países.

Los puentes binacionales han sido con frecuencia puntos de encuentro de jefes de estado de los dos países. Entre otros, el de Carlos Lleras Restrepo y Raúl Leoni en 1967, para inaugurar el puente binacional sobre el río Arauca; y el de Virgilio Barco y Carlos Andrés Pérez, en 1990, para inaugurar el de Ureña, sobre el río Táchira.

En ese entonces, la guerrilla venezolana había sido derrotada y Venezuela navegaba en medio de la opulencia, empujada además por el boom del hierro y del acero. Muchos colombianos ingresaban a ese país donde eran acogidos como mano de obra barata y competente para labores domésticas y agropecuarias. La frontera, desde La Guajira hasta la Piedra del Cocuy, salvo algunos problemas, era pacífica, pintoresca y amable.

Como a finales de los sesenta y principios de los setenta, el Gobierno de Colombia había descuidado la exploración petrolera, éramos importadores netos de petróleo venezolano. La mitad de los ingresos de nuestro país se iban en comprar petróleo: nuestra dependencia económica y por ende política era tremenda. A la que se agregaba que la energía eléctrica en algunas regiones fronterizas colombianas era de procedencia venezolana. Cuando por cualquier razón se disgustaba algún funcionario al otro lado de la frontera, se suspendía el suministro quedando en tinieblas extensas zonas de nuestro país.

Ahora la situación de los dos países es completamente diferente.

Aunque no hay guerrilla venezolana, grupos armados colombianos controlan varios estados de Venezuela, que no ha podido salir de una ruinosa crisis derivada del populismo, de la corrupción y del mal manejo económico, que ha generado además una migración de casi dos millones y medio de venezolanos a nuestro país. Para completar, la frontera común, está calificada como una de las más peligrosas del mundo.

Colombia ahora rechaza la exploración y explotación de petróleo y de gas natural, afirmando que, cuando sea necesario, se los comprará a Venezuela: volveremos entonces a los setenta.

Posteriormente, en la época de Chávez, cuando este cerraba la frontera, había serias repercusiones, no solamente para los departamentos limítrofes, sino también para los confeccionistas de Bucaramanga y del Eje Cafetero, así como para las fábricas de repuestos de automotores y de otros productos en Bogotá, Medellín y otras ciudades.

Lo único que continúa igual ahora es que Arauca sigue dependiendo para su comunicación terrestre con Cúcuta, de la carretera que por territorio venezolano une a los dos países. Los colombianos sometidos a esa servidumbre siguen siendo víctimas, no solo de los abusos de integrantes de la Guardia Nacional, sino de las acciones de los grupos de maleantes que se encuentran fuera del control de las autoridades venezolanas.

La reapertura de la frontera será tan solo un hecho episódico si no hay el seguimiento y liderazgo de ambos gobiernos. De otra manera, cuando Petro y Maduro hayan terminado sus mandatos, se hará entre bombos y platillos otra reunión en un puente en la frontera para dar “un nuevo giro” a las relaciones entre los dos países.

Los tiempos cambian y cualquier tipo de dependencia económica de Venezuela, geopolíticamente, es un mal negocio para Colombia.