Paula López

Opinión

Familias que viven en corto circuito

La familia no es siempre un oasis de paz, serenidad y contención.

Paula López
17 de noviembre de 2025

La familia es el campo de batalla más exigente de la experiencia humana, pues no la elegimos, somos arrojados a ella con personas que en ocasiones son tan diferentes y opuestas a nosotros que, se convierten en maestros espirituales, pues es a través de ellos es que debemos ejercitar los valores más difíciles como la tolerancia, la aceptación y el perdón.

Se supone que los miembros de tu familia son aquellas personas que te acompañan por el camino de la vida para apoyarte, cuidarte y comprenderte, sin embargo, hay miembros en algunas familias que, cuando estás cerca de ellos, te cuesta encontrar similitudes y conexión emocional, inclusive hay familiares que logran sacar lo peor de ti, aunque intentes comprenderlos y llevar la relación en paz y armonía.

Hay familias que se convierten como en legiones de seres heridos que, se van hiriendo unos a otros, en una cadena interminable de corrientes subterráneas de hostilidad, hasta que se convierten en una especie de tribus extrañas de personas que conviven, pero que poco o nada tienen en común entre ellas, hasta llegar a la más dolorosa distancia física y emocional.

La familia, por esto, no es siempre un oasis de paz, serenidad y contención, algunos tienen la suerte de contar con esa bendición, otros viven en ellas, como experimentando más bien una triste y desgarradora maldición.

¿Qué hacer cuando tu familia se convierte en un campo de batalla, en el que te desconoces, pues inclusive sacan lo peor de ti?

Recuerdo cuando abordo este tema de las familias tóxicas, la fábula de los puercoespines, en la que se juntaban en invierno con el propósito de mantenerse calientitos, pero no eran conscientes de sus espinas, así que esta cercanía en lugar de hacerles el bien, que buscaban al querer encontrar un poco de calor y compañía, lo que hacía era que esa cercanía los lastimaba unos a otros, pues sus espinas les causaban heridas tan dolorosas que tenían que alejarse de nuevo para dejarlas sanar y cicatrizar.

Esto pasa también en algunas familias que, invierno tras invierno, llegan a comprender que la cercanía si no es sana y amorosa, rasga y lastima.

Por eso, en esas situaciones lo mejor es mantener una distancia prudente, en la que las espinas de los otros no lleguen a tocarnos, de igual modo que seamos también conscientes de revisar nuestras espinas para evitar herir a quienes tenemos cerca sin darnos cuenta.

La sabiduría está en hacernos responsables de nuestras heridas, reconocer también nuestras espinas, escuchar las necesidades y las opiniones del otro con respeto y empatía, poniéndonos en sus zapatos para comprenderlo.

Hay miembros de tu familia que son como los calamares, entonces es mejor nadar en otras aguas, pues estas son personas que cuando botan su tinta, todo queda turbio y sucio a su alrededor.

Tenemos la libertad de elegir en qué océano queremos nadar, pero también tenemos la responsabilidad de revisar muy bien cuándo el agua que nos rodea está turbia y no nos deja ver con claridad, pues en ocasiones también nosotros podríamos parecernos al calamar.

¿Te sientes a gusto cuando compartes tiempo con los miembros de tu familia?

¿Te sientes escuchado, comprendido, respetado y amado?

¿Elegirías a tu padre y a tu madre, si te hubieran dado la oportunidad de hacerlo? ¿A tus hermanos? ¿A tus abuelos y familiares extendidos o políticos?

Si tú respuesta es si, o no, eres libre de elegir la actitud con la que te vinculas o no con ellos, aunque no tengas la posibilidad de cambiarlos.

Eres libre de elegir cuánta cercanía tienes con ellos y el tiempo que resistes en armonía en su presencia.

La familia puede convertirse en un buen lugar en donde puedes encontrar calidez y tranquilidad, pero cuando se torna en un lugar de conflicto y discusiones que te agreden y atropellan tus valores, pregúntate qué puedes aprender en ese lugar para convertirte tú en tu mejor versión, en vez de dejarte contaminar por ellos.

Mi píldora para el alma

No puedes elegir o cambiar la familia que te tocó, es una lotería de vida que puede convertirse en una universidad espiritual, en la que puedes aprender a crecer eligiendo los valores que quieres imitar y aquellos a los que te quieres oponer.

Lo importante no es lo que te hacen sino lo que haces con eso que te hacen.

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