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La arremetida de Chávez contra Bachelet

El presidente venezolano se siente amenazado por la líder chilena, ella sí, una verdadera representante de la izquierda latinoamericana.

Semana
2 de abril de 2009

Esta semana el presidente venezolano Hugo Chávez invitó a su país al presidente sudanés Omar al-Bashir—acusado por la Corte Penal Internacional de cometer crímenes de lesa humanidad contra su propia población—y acusó a la presidenta chilena Michelle Bachelet de amenazar la unión sudamericana por invitar a los jefes de gobierno de Estados Unidos y Gran Bretaña a un foro suramericano.

La invitación a Al-Bashir, cuya participación en la masacre de cientos de miles de personas en Darfur está comprobada según la CPI, es tan indignante que merece un artículo aparte. Por lo pronto es suficiente decir que cualquier relación con Al-Bashir es a leguas mucho más peligrosa para la región que la presencia de dos políticos anglosajones en una conferencia internacional.
 
La arremetida contra Bachelet, por otra parte, devela a un mandatario desesperado que tiene por lo pronto asegurado su poder en Venezuela pero que cada vez pierde más respeto en la región latinoamericana.

Chile preside en este momento la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Como líder de este grupo, hace unos días el gobierno organizó la Cumbre de Líderes del Progresismo en Viña del Mar. En la lista de invitados estaban el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro Británico, Gordon Brown—“¡Dos representantes de los imperios!”, dijo Chávez, agregando, "Hay unos progresistas por ahí que no entiendo (...). No le hace nada bien a la unidad de Suramérica cuando la presidenta de Chile convoca a una reunión con el vicepresidente de Estados Unidos y el primer ministro británico".

No es la primera vez que Chávez lanza críticas contra la presidenta chilena, líder de la Concertación de Partidos por la Democracia, una coalición de partidos de centro-izquierda que ha gobernado a Chile desde el fin de la dictadura militar.
 
Chávez se siente amenazado por Bachelet porque, a diferencia de él, ella sí es una representante de la izquierda latinoamericana; a diferencia de él, ella sí ha logrado reducir los índices de pobreza en Chile sin necesidad de acabar con el resto de la economía; a diferencia de él, ella ha manejado las multimillonarias ganancias del primer producto exportador de su país, el cobre, con tal prudencia que hoy en día Chile es una de las naciones mejor posicionadas para enfrentar la crisis financiera mundial. En Chile no se habla de cobre-dólares como se habla en Venezuela de petro-dólares.

Mejor aún, la presidenta chilena no ha necesitado gritar en la plaza pública, ni ha tenido que insultar a medio mundo, ni ha prometido utopías imposibles para ganarse el respeto de sus votantes. Tres años después de su histórica elección como la primera mujer dirigente de Chile, Bachelet tiene un índice de aprobación del 58 por ciento, de acuerdo con la encuesta más reciente de Adimark Gfk.

A este número no llegó fácilmente porque, a diferencia de Chávez, Bachelet ha enfrentado con valentía problemas sensibles en la agenda nacional. En los últimos dos años, el respaldo a su gobierno se vio afectado por implementar a la carrera un nuevo sistema de transporte en la capital del país—Transantiago, en parte inspirado en el Transmilenio bogotano—que paralizó a la ciudad por semanas.
 
La administración de Bachelet también enfrentó protestas multitudinarias de los llamados “pingüinos”, estudiantes que reclamaban mejor calidad en el sistema educativo. En los dos casos, la presidenta asumió la responsabilidad de los errores y carencias de su gabinete, y permitió que se abriera un debate honesto para mejorar las condiciones del Transantiago y del sistema de educación.

Ya más calmados los ánimos, los chilenos de nuevo reconocen en Bachelet una gran líder, y le han devuelto poco a poco su respaldo. Las pataletas del Presidente venezolano no deberían obnubilar el liderazgo de una mujer muy respetada en la política internacional, una verdadera representante de la izquierda responsable en Latinoamérica y una jefe de gobierno valiente que no le teme al debate público. En vez de darle clases de gobierno a Bachelet, Chávez debería ir a la escuela chilena.


 
* Gabriela Perdomo es periodista e investigadora del Centro de estudios de opinión pública Angus Reid Global Monitor (www.angus-reid.com).



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