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Óscar Ramírez Vahos

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La desplumada de ganso que nos pegará la reforma tributaria

Convertirnos en un país poco atractivo para invertir solo hará que los gansos migren hacia el norte, como de hecho ocurre en la naturaleza.

7 de octubre de 2022

Los “nadies” Gustavo Petro y Francia Márquez, al mejor estilo del rey francés Luis XIV, solo pueden dormir bajo lujosas mantas rellenas de plumas de ganso, desde luego pagadas con los impuestos de todos los colombianos.

Es difícil imaginar el mecanismo mediante el cual un colombiano paga impuestos con el sudor de su frente, a costa del bienestar de su familia, y ese dinero circula por el Estado hasta convertirse en la colcha que le calienta los pies a un presidente que durante campaña, y asesorado por poderosos estrategas europeos, se fue a dormir a Chocó en medio de condiciones humildes, todo para evidenciar que él era “del pueblo” también.

Dejando esto de lado, lo cierto es que el ganso es el animal de la semana y sirve de manera perfecta para explicar cómo la reforma tributaria nos va a desplumar a todos.

Aunque el relato del Gobierno Petro, sugerido por esos mismos asesores de comunicaciones, dice que esta será una reforma tributaria que “solo golpeará a los ricos”, la verdad es que golpear al rico también es abofetear al humilde en donde más le duele: en el empleo.

Consideremos, por ejemplo, el sector del petróleo y del gas: los gremios han levantado la voz de alerta con plena razón, pues son ellos los que pagarán el 50 % de la reforma (11 billones). Su carga tributaria subirá de 65 a 81 %, lo que a todas luces haría inviable la operación y cumpliría el explícito deseo de Petro de acabar con el gas y el petróleo en Colombia.

En el relato petrista, esto luce como desplumar a un ganso opulento, lleno de lujosas plumas, que además podría sobrevivir al crudo invierno, pues tiene el suficiente dinero como para comprar edredones de cuatro millones.

Pero en realidad ese relato oficial es incapaz de explicar que dicho ganso petrolero sostiene el empleo de más de 100.000 personas y genera recursos vía impuestos y regalías que son, nada más y nada menos, el 12 % de los ingresos corrientes del Gobierno nacional. Es inútil argumentar que acabar con esta industria solo va a afectar a cinco ricos, cuando en realidad son 100.000 empleados y 50 millones de colombianos los directamente afectados con desempleo y menos dinero de recaudo a mediano y largo plazo.

Digámoslo de nuevo para que quede suficientemente claro: desplumar al ganso rico es también desplumar al ganso que menos tiene.

Y es que en su odio por el capital, el mismo sentimiento que lo impulsó en su juventud a empuñar las armas, el presidente Petro entiende, pero no acepta, que es el empresario la mejor receta para sacar de la pobreza al pobre. Él quiere que sea el Estado el único responsable de este logro, sin detenerse a pensar que la historia de la izquierda latinoamericana es también la historia de cómo este intento fracasa una y otra vez cuando la inversión extranjera se va, ahuyentada por políticas confiscatorias y reformas tributarias antiempresa.

Convertirnos en un país poco atractivo para invertir solo hará que los gansos migren hacia el norte, como de hecho ocurre en la naturaleza.

¿Recuerdan que en la página 26 de su programa de gobierno, el presidente Petro prometió que el Estado garantizaría empleo a todo aquel que no lo tuviera? Allí se leía textualmente: “El Estado actuará como empleador de última instancia ofreciendo empleo a quienes puedan y quieran trabajar, pero no encuentran empleo en el sector privado”. Dicha promesa, tras la cual muchos fueron a las mesas de votaciones para darle la victoria a Petro, fue más adelante descartada por el ministro Ocampo, al ser tan irreal como populista. Pero esto abre una pregunta dramática: si el Estado es incapaz de generar empleo como prometió, ¿por qué entonces el Estado mismo adelanta una reforma tributaria con el único fin de destruir el empleo en diversos sectores privados de nuestra economía?

No nos digamos mentiras: Colombia es un ganso que será desplumado sin misericordia en el peor escenario posible: un año 2023 con recesión mundial, en el que ya todos vaticinan que la economía colombiana se va a desacelerar, mientras desde el Gobierno observan el sacrificio del ganso en un televisor de 27 millones de pesos, en resolución 8k.