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La empresa: sujeto especial de la constitución económica

Empresa organización de esfuerzos y núcleo esencial del desarrollo. No hay Estado sin empresas ni economía sin industrias. En la empresa confluyen propiedad, trabajo, capital, libertad y familia. La relación trabajador empresa no es conflicto. Estado empresario fracasó. Farc no debe insistir en conflicto social y lucha de clases. Empresa es convivencia activa y productiva, es paz.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
27 de septiembre de 2017

La empresa es una maravillosa invención humana de coordinación de trabajos y recursos, de elaboración de bienes y servicios, de satisfacción de necesidades, de generación de empleo, de pago de impuestos, de distribución de utilidades; en fin, es el núcleo esencial del desarrollo de cualquier sociedad.

El Estado monopoliza el uso de la fuerza, la administración de justicia,  impone límites obligatorios a las conductas, y reconoce derechos. Las compañías sostienen y financian al Estado. No hay Estado si no hay empresas. No hay economía si no hay industrias.

La empresa nace de la iniciativa privada, aunque el Estado puede constituir empresas industriales y comerciales. Las compañías son el producto de la libertad de asociación; allí confluyen y se organizan los derechos de propiedad y trabajo, la actividad financiera y el capital, las libertades económica, profesional, el desarrollo de la personalidad y la familia. El Estado dirige la economía y la empresa es su unidad esencial.

Así como el niño requiere protección especial en la familia y la sociedad; de igual modo, el trabajador la requiere en la empresa y el campesino en el campo; las sociedades la necesitan en la economía. En otras palabras, la empresa como base del desarrollo, debe ser considerada sujeto especial en la Constitución Económica.

Crear empresas debe ser un propósito general, sin trabas, permisos, requisitos innecesarios ni costos excesivos. Los trabajadores no deben ver a las compañías como sus adversarios, ni su relación como un conflicto; en su lugar, se debe entender como una relación necesaria de mutuo beneficio. El Estado debe percibir a las organizaciones como actores naturales de los mercados, sin duda requieren controles, pero que en virtud de la competencia generan dinámicas y progresos para todos.

En el campo político, se deben revisar las ideologías que promueven monopolios y planificaciones estatales, que suplantarían las iniciativas privadas, las empresas y las economías de mercado; la desintegración de la URSS y la caída del muro de Berlín fueron pruebas de sus fracasos, mientras que los nuevos intentos de socialismo siglo XXI, solo han generado conflictos y desabastecimientos. El Estado empresario no ha sido exitoso, el Estado regulador parecería arrojar mejores resultados.

Para la implementación del Acuerdo Final con las Farc, se requiere más que nunca, que los nuevos proyectos productivos sean acertados, que quienes se reinsertan a la vida civil puedan crear empresas promisorias, y que las compañías existentes ofrezcan más empleos y necesiten más bienes y servicios.

No conviene que las Farc insistan en la existencia de un conflicto social, para lo cual pretenden oponer derechos de protesta y movilización social, que no es otra cosa que la prolongación de conflicto armado, mediante vías de hecho elevadas a normas jurídicas como consecuencia del consenso.

No se trata de una paz a medias, de dejación de las armas, pero de continuidad de la lucha clases, por todos los medios; por el contrario, se trata de la suma de esfuerzos, de la coordinación de actividades, de empresas comunes donde todos resultemos ganadores, y no de la torva visión del “juego de suma cero”, donde se le debe quitar al rico para salir de pobres.

La empresa es paz y reconciliación, no solo de los ánimos, sino que también es convivencia activa y productiva, es crecimiento y bienestar. Es núcleo del desarrollo y sujeto de especial protección.

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