JUAN MANUEL CHARRY

Opinión

Liderazgo y organizaciones

Muchos precandidatos compiten sin una organización política que respalde sus propuestas, y numerosas organizaciones existen sin líderes capaces de generar confianza.

Juan Manuel Charry Urueña
9 de octubre de 2025

En la actualidad, Colombia enfrenta una proliferación de precandidatos presidenciales. Son decenas los que aspiran, pero sin lograr articular un liderazgo sólido ni generar confianza ciudadana. Para algunos, este escenario ocurre en una coyuntura más riesgosa para la democracia y la Constitución, amenazadas por el populismo caudillista del actual gobierno. La sociedad, en medio de la incertidumbre, busca con urgencia un liderazgo que encarne soluciones y no solo ambiciones.

La tradición constitucional colombiana ha estado marcada por un presidencialismo fuerte. Miguel Antonio Caro, hacia finales del siglo XIX, describía al presidente como un “monarca de período”, expresión que refleja el carácter centralista y personalista de la Constitución de 1886, apenas atenuado con la Constitución de 1991. Aunque se han incorporado instituciones propias del parlamentarismo, como la moción de censura, estas han tenido escaso desarrollo frente al peso del poder presidencial.

Ese personalismo se ha visto reforzado por la debilidad de instituciones colectivas como el Congreso y los partidos políticos, que no han sabido equilibrar la concentración del poder en una sola figura. Esto explica, en parte, por qué, ante cada crisis nacional, la atención se centra en el candidato o el presidente, más que en la solidez de los equipos o las organizaciones.

En días recientes, el expresidente Álvaro Uribe difundió un documento en construcción sobre liderazgo y manejo de crisis. Allí sostiene que el líder se forma con disciplina, honestidad y persistencia, y que su credibilidad se nutre de la confianza. En tiempos de crisis, agrega, el liderazgo exige presencia, reacción rápida y la decisión de anteponer el deber público a la conveniencia electoral. En la misma línea, Henry Kissinger, en Liderazgo, afirma que los líderes se juzgan por su capacidad de trascender las circunstancias mediante visión y dedicación.

Sin embargo, no basta con el liderazgo individual. Las organizaciones bien estructuradas pueden potenciar la creatividad, la diversidad de pensamiento y la eficiencia, logrando más que una sola persona. La fórmula más efectiva no es liderazgo sin organización, ni organización sin líderes, sino la sinergia entre ambos: liderazgos fuertes al interior de organizaciones sólidas. “Dos cabezas piensan más que una”, pero dos cabezas desarticuladas poco aportan.

Hoy nos enfrentamos a una paradoja: muchos precandidatos autopromovidos compiten sin una organización política que respalde sus propuestas, y numerosas organizaciones existen sin contar con líderes capaces de generar confianza. Los primeros representan esfuerzos individuales frágiles, condenados a diluirse en la dispersión; las segundas, estructuras vacías que no logran movilizar a la sociedad. La salida está en superar esa desconexión: construir liderazgos dentro de las organizaciones, capaces de conjugar visión personal con capacidad colectiva. Solo así podrá surgir una alternativa real frente al caudillismo que amenaza la democracia colombiana.

Cita de la semana: “La ambición de poder es el núcleo de todo. La paranoia es, en el sentido literal de la palabra, una enfermedad del poder.” Elías Canetti, Masa y poder (1981).

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