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Los aguacates naranja

La economía naranja no es simple. Incluso después de que Duque lanzó su libro, disponible en el Éxito, discutido en la radio, y a pesar de que su gobierno tiene un asesor principal sobre la economía naranja, todavía hay confusión sobre qué es y cómo ayudará a la persona promedio.

Juan Felipe Muñoz, Juan Felipe Muñoz
8 de agosto de 2019

Cuando Duque decidió postularse como candidato presidencial con el respaldo del expresidente Uribe, vendió una idea: la solución para los desafíos económicos de Colombia podría resolverse mediante la llamada economía naranja.

Esta solución, según Duque, implicaba promover la cultura y el talento, especialmente en las zonas urbanas, y apoyar a las empresas incipientes con una exención de impuestos de 5 años. Esto, prometió, haría innecesario desarrollar fracking en el país, y no requeriría el regreso a una base agrícola propugnada por su oponente de izquierda Gustavo Petro, burlado por Duque y la derecha como la "economía del aguacate". 

Pero en realidad entender lo que la economía naranja  ha sido complejo, especialmente para el constituyente promedio. Steven Franconeri, experto mundial en visualización y narración de historias de la Universidad de Northwestern, dice que para que una idea sea recordada debe ser: simple, fácil de visualizar y permitir comparaciones. 

La economía naranja no es simple. Incluso después de que Duque lanzó su libro, disponible en el Éxito, discutido en la radio, y a pesar de que su gobierno tiene un asesor principal sobre la economía naranja, todavía hay confusión sobre qué es y cómo ayudará a la persona promedio.

¿Por qué ha sido este un error craso en la presidencia de Duque? Porque sin un éxito económico obvio que señalar, o al menos un plan económico ampliamente entendido, la izquierda está preparada para aprovechar ese vacío para promover su agenda.

Lamentablemente para el gobierno de Duque, la manifestación más visible de la "economía naranja" mal entendida, es el crecimiento vertiginoso de negocios como Rappi, que ha irrumpido en el mundo de comida para llevar, con el uso de un ejército de mano de obra no calificada y desempleada, muchos de ellos refugiados venezolanos. Todos los residentes de Bogotá han visto a los repartidores de Rappi obstruyendo las calles o esperando con sus motocicletas en las aceras los pedidos de entrega. 

Duque se apresuró a reclamar a Rappi -cuyos colores de marca utilizan el naranja- como historia de éxito de su nueva economía. Duque había vendido la idea de "convertirse en su propio jefe", como un rappitendero, profesional independiente o consultor, como el futuro. Pero eso fue un error.

Los colombianos han comenzado a hacer comparaciones entre la "economía naranja" y la economía de la vieja escuela. La realidad entre los viejos trabajos de tiempo completo y los temporales como los Rappitenderos es dura. Trabajan en la calle, no tienen baños, ni techo en caso de lluvias torrenciales, ni seguridad social. En los trabajos de tiempo completo, los empleadores proporcionarían un uniforme, una computadora, una silla y un teléfono. 

Ofrecen una pensión y un seguro de salud. En estos trabajos temporales, los trabajadores compran sus bicicletas, sus chaquetas y la caja de entrega. Para empeorar las cosas, ya que muchos de esos trabajadores son de Venezuela, no tienen un congresista local que los represente y no tienen empleador porque no trabajan para la empresa naranja.

Otra industria que los votantes considerarán es la industria publicitaria de Colombia, impulsada por los votantes urbanos jóvenes y creativos, el tipo al que Duque está apostando. Deberían haberse beneficiado de la idea de la "economía naranja", convertirse en empresarios, iniciar negocios y revitalizar las áreas urbanas, como Duque había imaginado. Pero hasta ahora esto no ha sucedido. La burocracia y la disponibilidad de crédito limitada continúa sofocando a las pequeñas empresas. En Colombia, los salarios siguen siendo bajos, casi no hay recurso legal si los clientes no pagan a tiempo, y muchos simplemente no pagan en absoluto. Es cierto que la mayoría de los expertos y diseñadores de publicidad trabajan independientemente. Pero esto no es el resultado de no poder obtener un trabajo a tiempo completo, sino porque la agencia de publicidad no paga lo suficiente se dedican a “freelanciar” para cuadrarse.

La economía naranja de Duque se ve más como una “economía de temporales” de trabajadores con pocas protecciones y que los hace aptos para la explotación. Esto jugará directamente en las manos de Petro y la izquierda. Duque no ha podido crear nuevos empleos, su Ministro de Hacienda parece no tener idea de cómo reducir el desempleo y quieren financiar el déficit presupuestario vendiendo compañías estatales. La izquierda resaltará que la idea de convertirse en su propio jefe era una mentira y centrará su discurso en que las empresas estatales a ser vendidas son un generador importante de empleos estables para miles de colombianos. Además, dirá que privatizarlas solo creará más desempleados en la medida que los nuevos dueños busquen reducir sus costos. 

Creo en Duque y creo que de la mano de su equipo de tecnócratas del BID logrará encontrar una fórmula intermedia, pues si existen expertos en desarrollo y en América Latina son ellos. Si los Chicago Boys pudieron y escribieron la historia de Chile, esta es la oportunidad de los BID.

8*) Economista experto en marcas y mercadeo

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