Luis Carlos Vélez Columna Semana

Opinión

Mano de hierro

Si Gustavo Petro persiste en el peligroso juego de respaldar a Nicolás Maduro y en criticar innecesariamente la nueva estrategia de Trump, se arriesga a quedar en la mira de Estados Unidos.

Luis Carlos Vélez
6 de septiembre de 2025

Estados Unidos está en guerra frontal contra el narcotráfico, pero esta vez hay una gran diferencia: bajo los ojos de Trump, se trata de una guerra narcoterrorista, protagonizada por países y no solo por carteles. Y es una que debe preocuparnos a todos los colombianos. Me explico.

Escribo estas líneas tras una semana de acompañamiento al secretario de Estado de Estados Unidos por América Latina, y me queda claro que el tema central de la relación del Gobierno Trump con nuestro continente es el narcotráfico. En México y Ecuador, el mensaje de Marco Rubio fue categórico: colaboración total o presión económica.

La respuesta en la región ha sido divergente, marcada principalmente por la ideología política. Mientras que los países gobernados por representantes del *socialismo del siglo XXI* se niegan a colaborar irrestrictamente en esta nueva ofensiva contra el narco, las naciones de centro y derecha reciben este capítulo de enfrentamiento agresivo como algo favorable.

En su paso por Ciudad de México y Quito, el jefe de la diplomacia estadounidense anunció un detalle que explica claramente este nuevo escenario: “Se acabaron las interdicciones, vendrán los misiles”. Y ahí radica lo grave. Si Washington entiende el narcotráfico como terrorismo y considera a los países –y no solo a los carteles– como protagonistas, entonces estamos frente a una guerra internacional sin precedentes.

Y no es solo retórica. Al ser preguntado si Estados Unidos aplicaría la dinámica de bombardear navíos con droga provenientes no solamente de Venezuela, Marco Rubio respondió que dependerá de si los países de origen colaboran o no con Washington. En otras palabras: el país que no cumpla con los estándares de cooperación probablemente verá cómo los misiles apuntan en su contra.

La semana finalizó en términos aún más tensos. El Departamento de Estado denunció que aviones de combate de Maduro sobrevolaron barcos artillados estadounidenses apostados cerca de aguas venezolanas y advirtió que habrá acción si esto se repite. ¿Se imagina que los marinos desplegados hubieran respondido ese acoso con misiles?

Estamos, sin duda, frente a una situación inédita. Estados Unidos enmarca el narcotráfico como terrorismo y lo combate como una guerra, mientras que, en América Latina, los Gobiernos de izquierda guardan distancia y se niegan a enfrentar el problema en los términos que hoy exige Washington.

Y esto es crucial. Como ahora el Gobierno Trump está, literalmente, librando una guerra, algo me dice que –tal y como lo ha hecho en el pasado– comenzará a presionar a quienes financian y respaldan políticamente estas redes. De hecho, ya empezaron con Maduro y seguramente continuarán en la región.

Si Gustavo Petro persiste en el peligroso juego de respaldar a Nicolás Maduro y en criticar innecesariamente la nueva estrategia de Trump, se arriesga a quedar en la mira de Estados Unidos. Y eso no le conviene a él ni mucho menos al país que gobierna.

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