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Mentirosos compulsivos

El país, sobre todo, necesita un líder que habite el mundo real y no los mundos imaginarios de Petro.

María Andrea Nieto
9 de octubre de 2021

Quizás el candidato con el récord de información dudosa, falsa y cuestionable en la actual contienda electoral a la presidencia de la república es Gustavo Petro. Sin sonrojarse, habla de unos logros durante su alcaldía que no son ciertos, y lo peor es que hay gente que le cree. Petro fue un buen senador en la época en la que denunció el carrusel de la contratación de Bogotá, eso nadie se lo puede negar. Pero fue un pésimo alcalde. Sin embargo, se vanagloria de su gobierno en la capital con hechos que no son reales y obras que no existen.

Lo que sucede es que la izquierda miente para llegar al poder y cuando llega, miente para explicar por qué fue incapaz de gobernar.

Esta semana lo confrontó Enrique Peñalosa y lo retó a que demostrara que en efecto había dejado contratado el metro subterráneo que tanto lamenta no haber hecho. En medio de la discordia, Petro acusó a Peñalosa diciéndole: “Si hubieras continuado la licitación del metro subterráneo que te dejé y no hubieras suspendido las troncales de tranvías, si no hubieras echado los médicos y médicas que iban a los barrios, hoy serías el candidato presidencial más fuerte y Bogotá sería mejor, yo votaría por ti”.

Si hay alguien en la contienda electoral que le puede poner los puntos sobre las “íes” a Gustavo Petro es Enrique Peñalosa, quien puede confirmar o no si lo que dice el líder de la extrema izquierda es verdad. Pues bien, en efecto Peñalosa le contestó a Petro diciéndole, palabras más, palabras menos, que era un mentiroso.

Peñalosa afirmó en un video en sus redes sociales que Petro no dejó la licitación del metro subterráneo. De hecho, dijo que “ese proyecto no estuvo ni remotamente cerca de iniciar licitación”, ya que carecía de los procesos técnicos en el Departamento Nacional de Planeación para que pudiera iniciarse la etapa de planeación y su correspondiente estructuración.

Lo cierto es que lo más cerca que estuvo Petro del metro fue el día, en 2015, en que Juan Manuel Santos le entregó un cheque para financiarlo. Cheque que, como todo lo de Santos, salió chimbo.

Volviendo a los acontecimientos de esta semana, Peñalosa retó a Petro para que le demostrara que sí había dejado la licitación andando y que, si lo hacía, él (Peñalosa) se retiraba de la política. Pero que de lo contrario, Petro debería hacerlo. Por supuesto, Petro se salió por la tangente, no explicó nada y dejó ese tufillo y mal sabor de la información incompleta, mentirosa y tendenciosa de la que es experto.

A Petro hay que confrontarlo en sus mentiras como lo hizo Peñalosa. ¿Cuál metro?, ¿cuáles tranvías, troncales y grandes avenidas hizo para Bogotá?, ¿cuál fue la gran obra que le quedó a Bogotá después de la alcaldía de Gustavo Petro? Ninguna.

El precandidato a la presidencia por el Centro Democrático Rafael Nieto también evidenció esta semana las mentiras del senador y la incapacidad que tiene de ponerse de acuerdo con él mismo para decir cuántos colegios construyó en su alcaldía. Petro, desde su trinchera de Twitter, un día dice que fueron 23; otro, 26, 45, 48 y así hasta haber llegado a afirmar que fueron 51 sedes. No se entiende cómo un tema tan sensible como lo es la construcción de colegios para los niños sea tan difícil de recordar. Tal vez la respuesta es que no lo sabe porque se inventa las cifras.

Petro prometió y no cumplió, o sea que mintió. Tenía las herramientas disponibles para haber sido un buen alcalde, pero su demagogia y populismo no se lo permitieron. Básicamente porque no tenía una visión de ciudad y, al igual que Claudia López, quería usar el cargo como trampolín hacia la presidencia.

Por eso la prueba de que la democracia en Colombia existe, es que Petro fue elegido alcalde de Bogotá. Ahora bien, que haya sido un pésimo alcalde, apenas superado hasta ahora por la actual mandataria, no es culpa ni de sus adversarios políticos, ni de los medios de comunicación. Es culpa de él.

Gustavo Petro como candidato no ha propuesto más que disparates. Dice que les va a cobrar impuestos solo a 4.000 personas, que obligará a las empresas a repartir sus utilidades entre los trabajadores, que imprimirá billetes y que acabará con la exploración y exportación de petróleo. ¿Cumplirá? Lo cierto es que ya demostró que fue desastroso. Así como Claudia López hoy en día en Bogotá, Daniel Quintero en Medellín y Jorge Iván Ospina en Cali. Las tres ciudades más importantes de Colombia, que por cuenta de sus mandatarios “progres” han retrocedido en empleo, seguridad, calidad de vida e infraestructura.

A López, Quintero, Ospina y Petro los une el mismo discurso populista, divisorio e histérico. Los cuatro tienen la capacidad de prometer para no cumplir, una gran habilidad para mentir y una agilidad de responsabilizar a los demás de que sus engaños no se puedan convertir en realidad.

Colombia no puede desgastarse como sucedió en Bogotá con los cuatro años de Petro y lo que lleva la alcaldía de Claudia. El país necesita un gerente que sepa administrar con visión a largo plazo y con un plan real de ejecución en materia de economía, empleo, seguridad, educación y medioambiente. Pero, sobre todo, necesita un líder que habite el mundo real y no los mundos imaginarios de Petro. Y que si promete hacer carreteras, aeropuertos, parques, bulevares, colegios y universidades, en efecto y sin excusas los haga.

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