Opinión
Petro se identifica con Maduro y con Bashar al Asad
Si no fuera así, rompería relaciones con el dictador venezolano y condenaría las acciones del sirio.
Hace varios años, estando de paso por Barcelona, en las Ramblas, casi llegando al Maremágnum, me detuve por varios minutos a observar una manifestación de notables proporciones. Los protestantes, que en su mayoría portaban la bandera de Siria, querían denunciar ante el mundo los crímenes de lesa humanidad que Bashar al Asad estaba cometiendo en ese país.
El dolor de estos manifestantes podía observarse en sus caras. Hacía pocos días el régimen había lanzado gas sarín a una población emblemática para la oposición. Se estima en ese ataque fallecieron unas 1.400 personas, entre ellas 400 niños. Ataques como este se repitieron en distintas ocasiones, utilizando gas, mostaza y cloro, todas armas químicas prohibidas y contrarias a todas las normas de guerra.
Desde entonces odié a al Asad, un asesino que aún está suelto, y que merece pagar por sus crímenes contra la población civil, en especial contra las personas más indefensas, niños, que murieron a causa de sus prácticas malévolas.
La prisión de Saydnaya, a donde se llevaba a los opositores, es un lugar en el que fueron asesinadas más de 30.000 personas, de acuerdo con distintas fuentes, solo por oponerse al régimen de al Asad. Las torturas a las que eran sometidos aquellos que no estaban de acuerdo con el régimen, son dignos de una película de terror.
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A todas estas, como ciudadana colombiana, me pregunto: ¿por qué el presidente de la República no condena la caída de la dictadura de al Asad y más bien se muestra preocupado porque ya no estará en el poder en Siria? El post de Gustavo Petro al respecto fue más que desafortunado, pues de nuevo lo pone de lado de una dictadura.
De nuevo el presidente de la República se ubica en el lado equivocado de la historia. Más allá de mostrarse preocupado por el uso indiscriminado de armas químicas, o por los delitos de lesa humanidad, su angustia se reduce a que el dictador no estará más dirigiendo al país.
Es lamentable que la política internacional de Colombia tome esa dirección. Ayer con 75 votos a favor, la plenaria de la Cámara aprobó una proposición en la cual se solicita que ni el presidente ni ningún miembro de gobierno asista a la posesión ilegal de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. Frente a este hecho, el presidente manifestó públicamente que él era el responsable constitucional de las relaciones exteriores de Colombia y que pedía al Congreso no entrometerse en su órbita.
Quiero decirle al presidente Petro que Colombia es un Estado de derecho que jamás ha apoyado dictaduras. Que eso le quede bien claro. Los colombianos tenemos una tradición democrática que queremos se respete en nuestro territorio y fuera de él. Lo que su gobierno está haciendo con la Registraduría no tiene precedentes ¿Quiere usted ser el próximo Nicolás Maduro y por eso lo defiende a capa y espada? ¿Es el su referente?
Escribo esta columna para que sea una reflexión de lo que puede pasar en Colombia y sobre lo mal que se están manejando las relaciones internacionales. Hace pocos días Petro quiso hacer entrega de la bandera del M19, un grupo terrorista que asesino a decenas de colombianos en alianza con Pablo Escobar, a Pepe Mujica, queriendo con ello reemplazar nuestro tricolor nacional. Esto en un acto de carácter internacional.
El actual gobierno parece no solo comulgar con dictaduras, sino que también las promueve, al igual que el terrorismo. Es duro decirlo, pero parece que este es el primer presidente colombiano que no lamenta el que se cese el asesinato de niños inocentes con gas sarín. Ahora ¿acaso quién es el genocida?
Gustavo Petro se identifica con los dictadores de Venezuela y Siria, por eso no rompe relaciones con Maduro y se molesta por el derrocamiento del régimen del terror de Damasco. ¿Será que quiere seguir sus pasos?