Marcela Cubides

OPINIÓN

Por los huérfanos de la covid

Esta columna cuenta con interpretación en lengua de señas. Video al final de la columna.

Marcela Cubides
7 de julio de 2021

A los ya conocidos efectos devastadores de la pandemia se suma uno al que es necesario prestar la máxima atención y seguimiento. Se trata del número de niños y niñas que han quedado huérfanos de uno de sus padres o, en el peor de los casos, de sus dos padres, a raíz de la covid-19. Estados Unidos calcula que podrían tener 40.000 huérfanos por causa de la covid, en India se llegan a calcular 26.000, en Perú 10.900 huérfanos y solo Ciudad de México calcula 3.000 de ellos.

En Colombia, al parecer, aún no contamos con estos datos. Sin embargo, un reciente estudio de la Ph. D. Rachel Kidman, investigadora de la Universidad de Stony Brook y publicado en la revista Jama Pediatrics, sugiere que cada muerte por covid-19 deja 0,078 niños de 0 a 17 años en situación de duelo. Si usamos este cálculo para Colombia, estaríamos hablando de por lo menos 8.500 huérfanos de uno o dos padres a razón del coronavirus.

Por supuesto, es imposible no mencionar a las viudas, viudos, hermanos e hijos mayores de edad. Sin embargo, dado el alto grado de riesgo que pueden llegar a tener los menores, al tratarse de un daño fatal e irreparable, debemos hacer de ellos un grupo que reciba especial protección y acompañamiento. El estudio mencionado anteriormente plantea que los niños que pierden a sus padres podrían tener un mayor riesgo de tener un duelo traumático, depresión, malos resultados educativos, muerte involuntaria, suicidio y, en general, serias afectaciones a la salud mental. A esto hay que sumarle las condiciones socioeconómicas y oportunidades del país, en la que estos niños podrían encontrarse con serias dificultades económicas, abandono escolar y aumento de su vulnerabilidad para ser cooptados por redes delincuenciales de diverso tipo.

Es por esto que urge la necesidad de implementar un plan de acción para identificar, acompañar y apoyar a estos huérfanos, convirtiéndose el Estado en sus padres y la sociedad en general en sus familias.

Lo primero sería crear el registro nacional de huérfanos y familiares de las víctimas de la covid que permita identificarlos y caracterizarlos, y priorizar los que requieren apoyo más urgente. Segundo, será necesario implementar un plan de apoyo para los menores y sus familias, que incluya un paquete flexible a las condiciones individuales y familiares, entre las que pueden estar: becas educativas escolares, universitarias y soportes para la permanencia y no abandono, apoyos económicos de subsistencia; acompañamiento en la búsqueda de empleo del familiar a cargo; acompañamiento a su salud mental y psicoemocional, y demás acciones dirigidas a reducir su vulnerabilidad y exposición a la violencia. Esto implicará también acciones para casos específicos como aquellos menores que han perdido a sus dos padres y/o sus hogares se han desintegrado por completo.

Sabemos que se han emprendido importantes acciones para la reactivación económica general, pero ante lo irreparable que resulta el fallecimiento de uno o los dos padres en un menor de edad, y los tremendos efectos emocionales, psicológicos y económicos que ello puede generar, es necesario emprender con urgencia este plan de apoyos a los huérfanos por covid, sin importar su estrato social o cualquier otra condición diferenciadora; son niños y niñas que como sociedad debemos proteger, y que no podemos dejar que engrosen la ya dolorosa lista de menores a quienes les son vulnerados sus derechos. Somos un país que quiere un futuro, pero que no quiere dedicar sus esfuerzos a proteger la generación de la que depende ese futuro. Esperamos que el cielo y nuestra capacidad cooperativa como sociedad desde la tierra logren compensar algunos de esos miedos que agobiaron las mentes de esos padres fallecidos, quienes en sus últimas días o incluso horas, solo pensaban que dejarían solos a sus pequeños. Jamás podremos reemplazarles, pero sí podemos en algo compensarles y cuidarles.

*Dedico esta columna también para honrar a cada uno de esos 109.466 fallecidos y a sus familias a quienes su vida cambió en tan solo unas horas. Primordialmente la dedico a un gran servidor, trabajador y amigo, Benito Primiciero, que hace poco perdió esta lucha contra la covid, mientras que todas las demás luchas las ganó con una sonrisa y una palabra positiva.