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Opinión

Recuperemos el rumbo en 2026

Los estragos de la actual administración son palpables y su profundo irrespeto por la Constitución y el ordenamiento jurídico ya no se esconde.

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Wilson Ruiz Orejuela
4 de diciembre de 2025

Las elecciones del próximo año representan una coyuntura decisiva para reorientar el rumbo institucional de Colombia. A diferencia de procesos anteriores, en esta ocasión está en juego la estabilidad democrática, la vigencia plena del Estado social de derecho y la preservación de la arquitectura constitucional que ha sostenido la vida republicana. Es el sufragio, como expresión máxima de la soberanía popular, el llamado a definir el futuro de la nación.

A lo largo de su historia, Colombia ha albergado diversos proyectos políticos que, pese a sus divergencias ideológicas, han reconocido como límite infranqueable el respeto por la Constitución y la ley, guiados siempre por la búsqueda del interés general. Sin embargo, el actual proyecto de izquierda radical ha desvirtuado ese principio fundante, reemplazándolo por intereses espurios que han expuesto al país a consecuencias que se agravan con el paso del tiempo.

La colaboración armónica entre las ramas del poder público —piedra angular del orden constitucional— fue durante décadas una manifestación de la voluntad estatal de salvaguardar los derechos fundamentales, asegurar la separación funcional de poderes y sancionar a quienes atentaran contra este diseño institucional. Hoy, tristemente, observamos cómo un sector político se aparta de dicha tradición democrática, privilegia agendas particulares y expone al país a una escalada de violencia y desinstitucionalización sin precedentes, justificando sus actuaciones en beneficios de naturaleza personal o partidista. A ello se suman negociaciones turbias con actores al margen de la ley, lo que compromete la legitimidad del Estado y debilita la lucha histórica contra el narcotráfico y la corrupción.

Los tres años del actual desgobierno Petro han revelado con claridad la intención real del proyecto político de la izquierda radical y sus efectos sobre la gobernabilidad, evidenciando que Colombia difícilmente soportaría otro mandato de esta naturaleza.

La reciente encuesta de Invamer ofrece una radiografía inquietante de la intención de voto para 2026. No solo por el posicionamiento del candidato de las Farc, sino por la profunda fragmentación de quienes integran la oposición y comparten el propósito de defender la institucionalidad. Mientras quienes buscan concentrar poder avanzan con una estrategia cohesionada y meticulosa, aquellos llamados a garantizar y recuperar el equilibrio democrático parecen más dispuestos a desgastarse entre sí, que a comprender la magnitud del desafío: la recuperación institucional de Colombia.

La izquierda ha entendido una realidad electoral insoslayable: para conquistar la Presidencia no se requiere obtener el 50 % del censo electoral, basta con fomentar la dispersión del voto opositor y “quemar” a los candidatos de centro. Gustavo Petro ya aplicó esta lógica en 2011, cuando accedió a la Alcaldía de Bogotá con apenas el 32 % de los sufragios, mientras el 60 % restante se dividía entre múltiples candidatos. La estrategia presidencial de 2022 tampoco fue distinta. Incendiando al país con las primeras líneas y eliminando toda opción política válida, Gustavo Petro se hizo elegir en una segunda vuelta en que el margen de opciones había sido reducido por una estrategia milimétricamente diseñada para previamente decantar su “rival” en la segunda elección.

El escenario actual no es distinto. El mensaje es inequívoco: o se articula una convergencia amplia entre quienes buscan restaurar el orden democrático e institucional, o la izquierda radical profundizará el deterioro del país y en cuatro años más de gobierno, cumplirá su promesa de destrucción.

Los estragos de la actual administración son palpables, y su profundo irrespeto por la Constitución y el ordenamiento jurídico ya no se esconde. No se puede seguir dividiendo al país, la unión es ahora y con el mismo propósito: vencer a quienes quieren destruir a Colombia. Hoy hago un llamado a todos aquellos que aman la patria para que nos unamos en pro de defenderla, dejemos de lado los egos y trabajemos por derrotar a la izquierda radical; es hora de la sensatez, de la objetividad y de desapegarnos del personalismo. Recuperar el rumbo en 2026 debe ser la consigna que inspire el proyecto político de quienes aman este país y procuran el bienestar de las actuales y futuras generaciones.

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