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Un silencio politizado

Que terceros quieran decir por Claudia lo que ella ha decidido callar no es un aporte a la justicia ni a la verdad, sino una dolorosa manipulación para incidir en el proceso electoral.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
27 de enero de 2018

Era obvio que en un país como Colombia pasara lo que al final sucedió. La revelación más íntima y la más dolorosa que Claudia Morales haya hecho en su vida no iba a generar empatía -como escribió acertadamente en su última columna Ricardo Silva- ni el sentido de su silencio iba a recibir comprensión alguna por parte de la inmensa mayoría de sus lectores. Es más, me atrevería a decir que esa misma mayoría nunca leyó la columna sino que se alimentó de los distorsionados resúmenes de las redes sociales para entender lo que estaba ocurriendo y luego, con base en ello, hacer lo que más le gusta a la galería: emitir su juicio final sobre la situación.

La sociedad no entendió el mensaje, como dice el editorial de El Espectador y, en tiempos electorales, la confesión -y reflexión- de Claudia Morales quedó reducida al morbo de imaginarse que Álvaro Uribe fue su agresor. 

Un morbo espontáneo por parte de muchos, orgánico, si se quiere -usando el lenguaje digital-, pero también un morbo inducido por quienes ven en una situación desgarradora y en un silencio justificable la oportunidad de incidir en el proceso político que vivimos. 

De las redes nada distinto podía esperarse; pero que algunos periodistas y opositores calificados en contra del uribismo le estén sacando punta a esta situación aquí y en el exterior, como quien organiza un complot construido con base en el desdén personal de Claudia, francamente produce asco. 

Que haya gente acopiando testimonios, revisando si existen archivos de cámaras de seguridad de hoteles y lugares en los que ‘Él‘ y ella pudieron coincidir y poniendo en su boca -o en su Twitter- nombres y apellidos de un presunto violador frente al que su víctima no ha querido hablar con denominación propia, constituye una nueva forma de abuso. Ninguna de estas conductas se explica por el amor a la verdad o a la justicia sino por el deseo más ruin de interferir en el proceso electoral colombiano. 

Como le dijo la propia Claudia Morales a Yolanda Ruiz, en RCN Radio, no es ella la que ha iniciado con su columna una campaña de desprestigio contra el Centro Democrático, pero es un hecho que su silencio está siendo politizado en un momento que no es cualquiera sino el definitivo para enrutar el futuro político de Colombia. 

Hizo bien la vicefiscal María Paulina Riveros en ponerse al frente de la situación sobre un hecho que no requiere denuncia por la notoriedad pública y noticiosa que ha adquirido y lo grave del delito que pudo haberse cometido. Haríamos bien los ciudadanos, por nuestra parte, en esperar el resultado de la investigación que la doctora Riveros lidera antes de sacar conclusiones basados en nuestros propios prejuicios.

¡No politicen más el silencio de Claudia! 

Twitter: @JoseMAcevedo

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