Diana Saray Giraldo Columna Semana

Opinión

Un símbolo que nos una y no que nos divida

Ya pronto empezará la contienda electoral. No podemos permitir que Colombia vuelva a equivocarse de semejante manera.

Diana Saray Giraldo
7 de diciembre de 2024

El hecho ocurrió en la entrega de la Cruz de Boyacá al expresidente de Uruguay Pepe Mujica. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se desplazó a Montevideo para entregarle al líder uruguayo la más alta exaltación nacional, a quien considera “un símbolo de la resistencia democrática en toda la región”, cuya labor y memoria debían en ser exaltadas. El acto se dispuso en el jardín de la casa de habitación de Mujica.

En algún momento aparece en escena la bandera del M-19, la agrupación guerrillera a la que perteneció Petro y con la que vivió en la clandestinidad por más de dos décadas. En una acción nada clara, pero que quedó registrada en video, la directora del Dapre, Laura Sarabia, discute con el presidente Petro sobre la bandera del M-19. El presidente finalmente le entrega la bandera a Sarabia de mala gana y esta la dobla.

Según la versión oficial, estaba previsto que en el acto de exaltación se izaran las banderas del M-19 y de la guerrilla de los Montoneros, movimiento al que perteneció Mujica, pero el frágil estado de salud del expresidente uruguayo obligó a acortar el acto protocolario y a no izar banderas. Sin embargo, el embajador en Uruguay, Francisco Coy, dijo que desconocía la idea de llevar a esta ceremonia la bandera del M-19.

Lo único cierto es que la bandera no se izó, el presidente y Laura Sarabia tuvieron una corta discusión y la entrega de la Cruz de Boyacá quedó reducida a un acto de cinco minutos, ante un Pepe Mujica desesperado por salir de allí pronto para poderse sentar.

El hecho de que el presidente Petro haya intentado izar la bandera del M-19 en la entrega de la Cruz de Boyacá generó gran malestar. Ver la más alta distinción nacional junto a un intento de ondear la bandera del M-19 fue interpretado como la insistencia del presidente Petro de enarbolar esta bandera en el mismo lugar de los símbolos nacionales.

No es la primera vez. El presidente ha defendido en varias ocasiones que se eleve la bandera del M-19 como símbolo de su Gobierno. Pero no solo eso, recordemos que declaró el 19 de abril, día en que surge el M-19, como un día cívico, y que ese día apareció una bandera inmensa de este grupo en la plaza de Bolívar en Bogotá. Días después, cuando se le criticó por este hecho, Petro dijo en el discurso del Primero de Mayo: “Esa bandera, que ahora dicen que está prohibida, que ahora dicen que no podemos sacar, que es un pecado el movimiento político que levantó esa bandera después de que habían asesinado a Carlos Pizarro, después de que había desaparecido Jaime Bateman, después de que habíamos andado en cadena por los páramos de Colombia gritando libertad y democracia, después de que tantos centenares de muchachos y muchachas que querían un mejor país murieron después del exilio, después de la tortura, después de las cárceles, esa misma bandera, que era la bandera del pueblo el 19 de abril de 1970, cuando le robaron las elecciones a la Anapo, esa misma bandera volvió a triunfar el 9 de diciembre de 1990, y ganó la mayoría de la Asamblea Nacional Constituyente”. Y sentenció: “No, señores de la oligarquía, esa bandera no se guarda, no se esconde, esa bandera se levanta y va a continuar levantada”.

Así que es una verdad que el presidente Petro quiere seguir levantando esta bandera como una especie de mensaje al país de que finalmente su movimiento ganó.

El presidente Petro nunca entendió que él encarnaba la unidad nacional, que la única bandera que simboliza a este país es el tricolor nacional, que la guerrilla del M-19 desapareció y que, gracias a su gesto de volver a la vida civil, es que él mismo pudo ser elegido por voto popular y ocupar la dignidad de presidente de la república.

Si bien la guerrilla del M-19 tuvo el valor de dejar las armas y transformarse en un grupo democrático, que optó por la legalidad, su actuar dejó también una gran huella de dolor en el país. El M-19 secuestró, asesinó, robó y cometió una de las masacres más infames de la historia de Colombia: la toma del Palacio de Justicia. Enarbolar su bandera es también desconocer a sus víctimas. Es un símbolo que hiere y separa.

La bandera del M-19 no simboliza a esta nación, como no lo hace la del Partido Liberal, o la del Conservador, o la del Centro Democrático o la de cualquier congregación. Esta nación es una sola, con una única bandera y escudo.

Colombia necesita con urgencia más símbolos que nos unan y no abrirles espacio a esos que nos separan.

Petro pasará a la historia como el presidente que jamás se dio cuenta de que era el presidente, que se quedó atrapado en su sueño de caudillo, que no pudo dejar atrás su sentir rebelde que quiere destruirlo todo para crear un mundo ideal y que excusa su incapacidad de gobernar en complots y persecuciones que no existen. Petro pasará a la historia como el presidente que nunca gobernó.

Este país necesita un líder que nos una, que ejecute, que aterrice de las nubes de los sueños y ponga los pies en una tierra que está rota, dolida, dividida, necesitada de trabajar por su progreso. Un presidente que deje de pensar en condecorar a seres que, aunque valiosos, son extraños a nuestras proezas y que ponga los ojos en esos miles de colombianos que trabajan por hacer de este país una tierra próspera.

Ya pronto empezará la contienda electoral. No podemos permitir que Colombia vuelva a equivocarse de semejante manera.

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