Cuevana, portal argentino que surgió en 2009

Tecnología

Qué pasó con Cuevana, portal web de películas, con la llegada y auge de Netflix

El proyecto marcó un momento en el año 2009 para el nacimiento de plataformas que hoy se relacionan con las de streaming.

9 de noviembre de 2020

En octubre de 2009 se anunció el funcionamiento de Cuevana TV. A través de esta página se podía acceder, entre otros, a estrenos de cine y temporadas completas de series de TV. Su tráfico aumentaba 40 por ciento cada mes, fue de los sitios más visitados de América Latina, y hoy sigue bajo varias extensiones en la red, como Cuevana.io cuevana.li cuevana.nu, entre otros.

Comenzó como un rumor entre los más fanáticos de la red: un sitio en el que era posible ver gratis y tras solo un par de clics capítulos completos y en alta definición de más de 200 series de las más populares de la televisión por suscripción. Y no solo eso. También ofrecía películas que aún no habían llegado a las salas.

Imagen de referencia de Cuevana

Ante tamaña oferta, el cuento se regó como pólvora y en cuestión de meses Cuevana -creación de tres jóvenes argentinos- ya era una de las páginas con mayor tráfico en el continente, con más de medio millón de visitantes diarios. En ese momento no había un joven que no supiera qué es Cuevana y todos se preguntaban cuál era su secreto y, sobre todo, qué tanto iba a durar.

Para saber cómo funciona hay que tener claro que este sitio web no almacena ni un solo mega. Ponen a la orden, mediante menús que facilitan la navegación, enlaces a servicios externos de almacenamiento en línea, donde otras personas han subido películas y series, tarea en la que ellos también colaboran. Su gran invento consistió un programa que permite una conexión directa a estos archivos para reproducirlos directamente en la web, sin necesidad de esperar a que se descarguen en el disco duro, proceso que puede tomar varias horas. Reciben los ingresos por la publicidad que aparece antes de cada reproducción.

Al conocer esto, no sorprende que su defensa se base en el argumento de que todo lo que ofrecen “ha sido extraído exclusivamente de sitios públicos de Internet”, como se lee en el texto con el que salvan su responsabilidad. Pero el asunto no es tan sencillo. No tienen mayor filtro y así como hay clásicos del cine, también hay enlaces para ver películas que aún no han llegado a las salas.

Cuevana llegó a registrar en el 2011 medio millón de visitas diarias.

Por eso, Marcos Rago, presidente de la Cámara Argentina de Videoclubes en 2011, le dijo a SEMANA que cree que ellos “no son otra cosa que organizadores y administradores de actividades delictivas”. Y es que aún está fresco en Argentina el caso de Taringa! (comunidad en donde se publican hipervínculos para descargar archivos), cuyos dueños ya fueron procesados. Un antecedente que no parece preocupar a Tomás Escobar, uno de sus creadores: “Estamos tranquilos, porque creemos que se está experimentando un cambio sociocultural muy grande; la sociedad ya no considera que ver una película en Internet genere incomodidad o que eso esté cercano al delito”. Frente a este tema, Pablo Arrieta, experto en cultura digital, cree que intentar poner en cintura con leyes a los nuevos modelos de distribución es imposible: “La gente está bebiendo con una sed importante este tipo de contenidos. La legislación podría frenar a Cuevana, pero saldrán otros sitios que harán lo mismo o mejores cosas”.

Imagen de referencia de Cuevana | Foto: TOMADO DE INTERNET

Carolina Botero, abogada experta en derechos de autor, dijo en 2011 a SEMANA que “compartir enlaces es muy diferente a intercambiar contenidos”. Desde otra orilla, Felipe Rubio, también abogado experto en propiedad intelectual, vio aquí una puerta de acceso a contenidos ilegales. “Es como si una persona que robó algo a otra, que también lo había robado, dijera que la culpa es solo del primero”. Lo comparó con Napster, servicio de intercambio de archivos que un juez en Estados Unidos ordenó cerrar en 2001 por violar los derechos de autor.

No obstante, Rubio consideró que la industria, más que pedir una cacería de brujas, debería ver en este fenómeno una oportunidad de negocios, pero que respete las normas, que tenga “conciencia y cultura del respeto por la propiedad intelectual”. Para Arrieta, los detractores deberían más bien proponer sitios web que presten un servicio como el Cuevana, pero legales e igual de fáciles de usar. Solo así, dice, perderán terreno los informales.

Y tras esto han surgido plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime Video, HBO y Disney Plus, que le han quitado margen de maniobra, pero no lo han hecho desaparecer.

Con información de un reporte publicado por SEMANA en 2011