El laboratorio del doctor Francisco Lopera cuenta con más de 300 cerebros, donados por las familias antioqueñas que portan el gen hereditario precoz del alzhéimer. | Foto: Pablo Andrés Monsalve Mesa-ISTOCK

CIENCIA

La antioqueña que podría tener en uno de sus genes la cura del alzhéimer

El caso de una colombiana que estuvo inmune a la demencia por tres décadas asombró al mundo esta semana. La investigación, dirigida por tres colombianos, abre nuevos caminos para el tratamiento de la enfermedad.

9 de noviembre de 2019

La comunidad neurocientífica mundial conoce el nombre de Francisco Lopera. Sus investigaciones sobre el alzhéimer, y en especial sobre dos comunidades de Antioquia –La Angostura y Yarumal–, han recibido toda la atención internacional en las últimas décadas. Y no es para menos. En 1984, cuando este antioqueño hacía la residencia en neurología clínica por la zona, descubrió la población más grande en el mundo con alzhéimer hereditario precoz. Desde entonces, sus investigaciones sobre 25 familias colombianas, que presentan una mutación rara y las hace propensas a desarrollar la enfermedad, han sido fundamentales para comprender la patología.

Esta semana, él y otros dos colombianos, Yakeel Quiroz y Joseph Arboleda-Velásquez, publicaron en la revista Nature Medicine, un estudio que reveló un hallazgo extraordinario. Se trata del caso de una mujer cercana a los 80 años genéticamente destinada a desarrollar demencia a sus 40 debido a esta mutación llamada Paisa (PSEN1 E280A). Solo que ella resistió hasta los 70 sin perder la memoria.

Lopera descubrió la población más grande en el mundo con alzhéimer hereditario precoz

Según ha establecido Lopera en sus investigaciones, la mayoría de los portadores de la mutación E280A son diagnosticados con amnesia o deterioro cognitivo leve (DCL) a los 44 años y con demencia a los 49. Sin embargo, esta mujer solo desarrolló los síntomas tres décadas después y, además, sus pruebas neurológicas a los 70 años fueron normales. Únicamente presentaba problemas para recordar eventos recientes.“Nos encontramos con ella hace seis años y nos sorprendió mucho. Primero, porque estaba viva y, segundo, porque no presentaba síntoma alguno de la enfermedad precoz que debía heredar”, cuenta a SEMANA el neurólogo.

Para encontrar una explicación, Lopera, Quiroz y Arboleda-Velázquez, la invitaron a Boston con el apoyo del proyecto COLBOS (Colombia-Boston), financiado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. En ese camino, encontraron que su caso era único en el mundo: además de portar la mutación que debía producirle alzhéimer, registraba otra que la protegía de la misma. “En una condición natural heredó la enfermedad, pero también la cura, y eso es lo extraordinario”, agrega Lopera.

Según Quiroz, cuando la mujer llegó a Boston, presentaba niveles muy altos de amiloide cerebral (una de las proteínas asociadas con el alzhéimer) pero sorprendía que tenía muy pocos depósitos de proteína tau (otra proteína asociada con el alzhéimer y la pérdida de memoria). Sin embargo, el análisis genético reveló que tenía dos copias de una mutación rara en el gen APOE, llamada mutación Christchurch. Según la investigación, esta condición alteraría la capacidad de la proteína ApoE para adherirse a los receptores de lipoproteínas, lo que, a su vez, interrumpiría la progresión de la enfermedad al reducir la acumulación de tau y la muerte neuronal. “Nuestros hallazgos sugieren que en esta mutación puede estar la clave de su protección contra el deterioro cognitivo y la demencia”, afirma Quiroz.

El hallazgo generó entusiasmo en la comunidad científica internacional. Si bien el tipo de demencia hereditario que padece la colombiana representa solo el 1 por ciento de los casos de alzhéimer en el mundo, su condición, al ser tan específica, podría ayudar a encontrar la manera más efectiva de atacar este mal, común en la vejez. Hasta el momento, los investigadores conocen las causas del alzhéimer hereditario precoz, que obedece a una mutación genética como en Antioquia. Pero el origen del 99 por ciento restante, que aparece después de los 60 años de forma esporádica, aún plantea un misterio para la ciencia.

Además, la noticia llegó en un momento en el que el estudio sobre la enfermedad estaba estancado. Desde hace más de 15 años no se aprueba un nuevo tratamiento para la demencia, y los pocos medicamentos disponibles no cumplen las expectativas.

Lopera explica que eso podría obedecer a que la investigación ha estado centrada en las personas que ya tienen demencia. Es posible que los medicamentos no funcionen porque el cerebro ya está muy destruido en ese punto. Por eso, hemos decidido enfocarnos en la gente sana que puede desarrollarlo. En vez de buscar la cura, buscamos prevenir la enfermedad”, explica.

En ese sentido, los autores reconocen que el caso de esta antioqueña señala un camino sólido para desarrollar nuevas opciones terapéuticas. En primer lugar, podría ser útil para experimentar con la terapia génica, en la que se podría copiar la información genética de la mujer y luego reproducirla, por medio de una infección informática en una persona con alto riesgo de desarrollar la enfermedad. “Obviamente, eso requeriría estudios, trabajos y tiempo. No sucederá mañana”, dice Lopera.

La segunda opción aplicable, la farmacológica, según el experto, consistiría en desarrollar un medicamento que imite lo que hace la mutación protectora. De esa manera, la droga podría ayudar a mimetizar en el cuerpo del paciente una circunstancia similar a la de la colombiana y así prevenir el inicio de los síntomas de la enfermedad.

A pesar de esto, el experto reconoce que en un futuro la cura no estará solo en un tratamiento génico o en un medicamento milagroso, sino en un tratamiento integral que ataque las múltiples causas de la demencia. En efecto, hoy la ciencia sabe que el 65 por ciento de la causa del Alzheimer obedece a factores genéticos de causalidad o de susceptibilidad  difíciles de modificar. Pero el 35 por ciento restante incluye factores ambientales controlables, como la falta de educación, el sedentarismo, la hipertensión, la diabetes y otros hábitos de vida. Por ejemplo, está demostrado que la actividad física o el ejercicio retrasan la aparición de la enfermedad. Y que la buena calidad del sueño y los hábitos alimenticios saludables también protegen del mal.

Lopera dice que el caso de esta antioqueña abre una ventana única y privilegiada para estudiar el alzhéimer. Luego del hallazgo, tiene planeado, con su colega Quiroz, conseguir fondos para buscar más personas con esta mutación protectora y así profundizar en su conocimiento y encontrar soluciones a esta enfermedad que es un problema de salud pública mundial.