Estas situaciones estresantes pueden llegar a ser eventos moralmente dañinos. | Foto: SEMANA

Psicología

La culpa de haber contagiado a otros de covid-19

Sentir vergüenza de contagiarse con el nuevo virus o sentir que le ha hecho daño moral a otro por infectar son los monstruos psicológicos de la pandemia. El médico psiquiatra José A. Posada Villa cuenta cómo han sido esas emociones y cómo superarlas.

10 de septiembre de 2020

En la pandemia las personas se encuentran afrontando situaciones muy estresantes: no estar presentes para cuidar a un ser querido infectado, temor de exponer a otros a la enfermedad, no poder mantener la familia cuando se pierde el empleo o dificultad para cuidar adecuadamente a los niños durante el cierre de las instituciones educativas.

Estas situaciones estresantes pueden llegar a ser eventos moralmente dañinos, es decir, eventos en los que se vulneran los valores morales bien sea por acción u omisión, o vivir situaciones que van en contra de los valores personales, familiares o sociales. Algunas personas que experimentan situaciones moralmente dañinas sentirán solo una ansiedad pasajera, pero muchas sufrirán una angustia crónica y debilitante denominada daño moral.

La moral es lo que se considera adecuado sobre cómo comportarse de una manera que la mayoría de la gente considera correcta y buena. En este sentido, el daño moral es la carga psicosocial y espiritual causada por un acto que va en contra de la moral y los valores propios o compartidos.

Este daño moral es un aspecto importante para ayudar a comprender el impacto asociado con la actual pandemia de coronavirus, en las personas que se sienten responsables de la enfermedad o muerte de otra persona y que tiene importantes efectos en su salud mental y bienestar. Algunos de los síntomas de daño moral son, además de vergüenza y culpa, desmoralización, incapacidad para perdonarse a sí mismo y conductas de autocastigo.

El sustrato del daño moral son las fuertes reacciones de culpa y vergüenza.

La gente habla de vergüenza y culpa como si fuera lo mismo, pero no es así. La culpa es cuando la persona siente que hizo algo malo. La vergüenza, cuando la persona se siente mala. La vergüenza hace que la persona se juzgue y se perciba negativamente. La culpa, por el contrario, resulta de una acción concreta por la cual se acepta la responsabilidad y el individuo enfoca la atención en los sentimientos de los demás.

Aquellos que continúan sintiendo angustia por culpa, vergüenza y daño moral a menudo pueden llegar a sufrir trastorno depresivo, ideación suicida, uso problemático de sustancias y deterioro en el funcionamiento y calidad de vida. Muchas veces la culpa y la vergüenza pueden persistir y requerir ayuda profesional.

La culpa adaptativa ayuda a las personas a cambiar el comportamiento para ser más coherente con los valores personales, familiares y sociales. Por ejemplo, sentirse culpable por exponer a alguien a covid-19 puede llevar a tener distanciamiento físico en el futuro, lo que reduce la culpa. 

Por el contrario, la culpa no adaptativa lleva a menudo a no pensar en la causa real de la angustia. De esta manera, contribuye a empeorar la culpa y la angustia. La culpa puede convertirse en vergüenza si alguien llega a creer que su papel en el evento estresante habla negativamente de él como persona. 

La culpa y la vergüenza contribuyen a la gravedad de los síntomas y los problemas mentales. La persona puede llegar a creer que no merece ser feliz por lo que hizo o por lo que ahora cree que es.

Las mujeres sienten vergüenza y culpa más fácilmente que los hombres, y los adolescentes con más intensidad que los adultos y como resultado, son más susceptibles de sus efectos negativos.

Los hombres y las mujeres sienten y manifiestan de manera diferente la vergüenza y la culpa y esto se relaciona en buena medida con sus rasgos de personalidad. También tiene relación con la edad. Los adolescentes tienen más probabilidades de sufrir este sentimiento, que generalmente tiende a disminuir en la vida adulta. 

La culpa es un signo de que la persona puede ser empática, un aspecto que es importante para comportarse de manera altruista y tener relaciones cercanas y amorosas. Por supuesto, solo se puede sentir culpa si se tiene la capacidad de ponerse en los zapatos del otro y reconocer que su acción causó dolor o produjo daño en la otra persona y generalmente cuando se siente culpa, la persona busca estrategias para corregir el daño que se ha hecho. La empatía, además de ser una respuesta emocional, está vinculada con un componente cognitivo. Hay evidencias que muestran que las mujeres tienden más a sentir empatía que los hombres. 

En estos procesos mentales cuentan el grado de arrepentimiento, el daño intencional o accidental, el nivel de sufrimiento percibido de la persona que es afectada, la gravedad de las consecuencias negativas resultantes de la acción, el grado de empatía y el nivel de responsabilidad.

Son tiempos difíciles. Se necesita mayor cuidado para manejar bien su estado emocional. Es común sentir vergüenza y culpa sobre todo cuando se enferman o mueren personas cercanas. La culpa, aunque incómoda, es algo bueno en ese momento, especialmente si se le da un manejo adecuado.

Vale la pena tener en cuenta que los impactos negativos de la exposición a eventos moralmente dañinos relacionados con la pandemia pueden mitigarse mediante el autocuidado y el apoyo de familiares y amigos.

El objetivo es ayudar a las personas a evaluar su papel en el evento estresante o traumático y encontrar formas positivas de expresar en el futuro sus principios y valores, de tal manera que ya no necesiten hacer esto a través de la culpa y la vergüenza.

*Grupo de Investigación Nuevas Perspectivas en Salud Mental, UCMC