| Foto: Javier de la Torre Galvis / SEMANA

TENDENCIA

El lenguaje de los emoticones

Algunos los odian, otros no pueden vivir sin ellos, pero nadie duda de que los símbolos para complementar la comunicación por las plataformas digitales se han convertido en una ‘lingua franca’.

30 de agosto de 2014

El cerebro está diseñado para reconocer los rostros de los demás. Por eso, cuando una persona ve a otra, un área específica conocida como corteza occipital temporal se activa. Pero, ¿cómo reacciona este órgano cuando ve el emoticono :) que hoy se usa para denotar una cara feliz? La pregunta se le ocurrió a Owen Churches, psicólogo investigador de la Universidad de Flinder en Australia, cuyos estudiantes lo usaban para terminar las frases en las que le pedían una prórroga para la entrega de sus tareas.

La investigación, publicada en la revista Social Neuroscience, demostró que cuando la cara feliz se hace de la manera habitual –dos puntos, guion y paréntesis–, el cerebro se activa de la misma manera en que lo hace cuando ve una cara real. Sin embargo, no sucedió lo mismo en la secuencia contraria, (-: , que fue interpretado como lo que es: una serie de signos de puntuación. Las caras humanas, por el contrario, fueron reconocidas aun cuando se mostraban boca arriba.

El experimento de Churches demuestra que, si bien no hay una respuesta innata a estos ideogramas, el cerebro ha aprendido a reconocerlos y los ha incorporado. Eso demuestra su increíble flexibilidad para adaptarse a la abundancia de ciertos estímulos en el ambiente, si les ve un beneficio. “Por lo tanto el cerebro humano puede hacer hoy una función que no lograría hace 30 años”, le dijo el experto a SEMANA.

Pero el hecho de que los emoticonos hayan llegado al laboratorio de los neurocientíficos no solo habla del cerebro prodigioso de los individuos sino de la importancia que estas imágenes tienen hoy en la vida diaria. Estos símbolos, y los emojis, una versión gráfica más evolucionada, se han convertido en una lingua franca. “La palabra emoticón ya hace parte del español”, dice Cleóbulo Sabogal, jefe de información y divulgación de la Academia Colombiana de la Lengua, sin duda, un indicador de lo necesaria que se ha vuelto en la cotidianidad.

Se supone que hay 800 de ellos y según los cálculos de expertos a diario el ojo humano ve más estos dibujos que las señales de tránsito o los anuncios publicitarios. Según Emojitracker, un sitio que mide el uso en tiempo real de estos símbolos, la gente en promedio emplea entre 250 y 350 emojis por segundo en redes sociales y mensajería instantánea.

En los dos últimos años se han escrito poemas en emoji y la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos aceptó en su catálogo un libro titulado Emoji Dick, una traducción de Moby Dick, el clásico de Herman Melville; la cantante Katy Perry lanzó el año pasado su canción Roar con un video en el que aparecía la letra en emoji, y un episodio del programa Today, de la cadena NBC, también se emitió con subtítulos en estos ideogramas. Hay una aplicación para chat, Emojicate, que solo usa estos dibujos para comunicarse y donde se crean todos los días posibilidades diferentes para decir algo. Por ejemplo, circuncisión se dice:


Aunque muchos remontan su origen al siglo XIX hay consenso en que el primer emoticón fue creado en septiembre de 1982 por Scott Fahlman, un profesor de la Universidad Carnegie Mellon que estableció los dos puntos, el guion y el paréntesis como la mejor manera de indicar que un mensaje escrito a máquina era realmente una broma. “Léanlo de lado”, fue su única instrucción.

Desde entonces la creatividad ha dado origen a otros muy ingeniosos como la carcajada XD, la rosa @-----, y sin duda el más creativo de todos: la cara de Homero Simpson (_8^(I).

Pero fue después con la aparición de los emojis que estos ideogramas sufrieron un proceso de evolución. Este vocablo japonés se usa para describir esas imágenes prediseñadas, aptas para los dispositivos de teclados diminutos. En 2008 se creó un alfabeto uniforme de emojis para minimizar las inconsistencias entre las plataformas digitales y en 2011 Apple lo adoptó en su sistema i0S5, lo que lanzó a estos iconos al estrellato.

Sin embargo, hoy a pesar de su popularidad hay un abismo entre quienes creen que estos dibujos le dan a los mensajes un toque humano y los que consideran que en lugar de contribuir disminuye la posibilidad de comunicarse eficientemente. “Uno debe saberlo usar porque si se malinterpreta se pierde todo su sentido ya que hay que gastar más tiempo en explicar”, dice Sergio Gómez, un diseñador gráfico que los usa constantemente.

Eso, sin embargo, casi nunca les sucede a otros que tienen una compatibilidad grande en su léxico de emojis, como Juliana Trujillo y su amiga Sandra, que vive en otro país. A ellas con una imagen les basta y les sobra. “Nos comunicamos perfectamente con emoji para reírnos de una situación. Es la cereza que completa el pastel de una conversación”, dice Juliana. Otros los encuentran beneficiosos porque la comunicación por chat deja muchos vacíos, debido a que por este medio se pierde todo el lenguaje no verbal que complementa la comunicación cara a cara. “Me ayudan a decir mucho sin tener que escribir y rápidamente, especialmente los sentimientos. Un emoticón lo dice todo”, señala María Martínez, ejecutiva bancaria.

Para otros, sin embargo, esta moda es dañina. Jairo Valderrama, profesor de periodismo de la Universidad de la Sabana, considera el uso tan popular de estos iconos problemático porque tiende a despersonalizar al individuo, al resumir en un solo dibujo la tristeza o la rabia, “como si la rabia mía fuera igual a la del otro”, dice. Además esta tendencia está llevando a la uniformidad y eso preocupa porque el lenguaje representa el pensamiento y si todos usan un mismo código no solo pensarán de manera parecida sino que actuarán del mismo modo. “El emoticón es apenas una pequeña muestra de cómo los seres humanos están actuando de manera encarrilada”, le dijo el catedrático a esta publicación.

El escritor Ricardo Silva Romero evita este recurso al máximo. Solamente los usa muy de vez en cuando y siempre en chiste, y le parece ridículo recibir mensajes con estos iconos de gente con la cual no tiene confianza. Su rechazo lo llevó a incluir en uno de sus libros, Comedia Romántica, un par de líneas para criticarlos. “A mi me da verguenza usarlos, y les huyo igual que los jajajá y jejejé, pero si la gente los quiere usar que lo haga, tampoco soy un fundamentalista ni un censor del emoticón”, señala.

Para Churches no hay nada malo en que la gente esté reemplazando las palabras por imágenes pues desde que los humanos se comunican verbalmente los lenguajes, tanto el escrito como el hablado, han estado en cambio permanente. “Este es uno más”. El problema, según él, es que estos dibujos se conviertan en clichés y que, por ejemplo, el corazón rojo se use sin pensar para todo y para todos, sin un único y preciso sentido en mente, con lo que terminará perdiendo su significado. Entonces la gente quizá considere escribir ‘te quiero’ con todas las letras para darle todo el significado e importancia que esa frase encierra.

La etiqueta del ‘emoji’

Saber usar estos símbolos es la clave de una buena comunicación. Estos son algunos consejos para lograrlo basados en evidencia científica.

Limite la negatividad: un estudio de la Universidad de Cambridge mostró que las caras felices generan popularidad y las tristes, rechazo.

Sintonícese con el otro: los expertos advierten que si quiere conquistar a alguien por chat debe cerciorarse de que ambos usen los emoticones con la misma frecuencia y el mismo sentido. “Si no le responde en ese lenguaje es un indicador de que el otro no está interesado”.

Espere a tener confianza: este tipo de símbolos sigue siendo muy informal, por lo que no se aconseja para correos electrónicos, trabajos universitarios ni asuntos laborales. Aún entre amigos se debe esperar a que exista mucha confianza para usarlos.

Advierta las diferencias culturales: aunque se ha tratado de unificarlos, no es lo mismo una cara feliz en Bogotá :- ) que en Tokio (*_*) o en Seúl (@ @).