| Foto: Mónica Jaramillo

Salud

“En Colombia la tasa de donación de órganos es muy baja”

Este mes se celebró el día Mundial del Paciente Trasplantado. Jairo Rivera, cirujano de trasplantes de la Fundación Cardioinfantil y la familia de FelipeTorres, un niño de 7 años trasplantado, explican por qué la sensibilización es el principal reto de la donación de órganos en Colombia.

16 de junio de 2018

Cada 6 de junio la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el Día Mundial del Paciente Trasplantado, una fecha que pretende concienciar sobre la importancia de la donación de órganos y el tejido blando para mantener la esperanza de vida de millones de personas alrededor del mundo.

De acuerdo a informes reciente del Observatorio Mundial de Trasplantes (ONT), más de 126.000 personas se ven beneficiadas cada año. Sin embargo, aún quedan varios obstáculos por superar. El más grande es el de las diferencias de acceso, pues la mayoría de los trasplantes actuales se realizan en los países con mayores recursos, mientras que en algunos de los más pobres el trasplante de riñón (el más solicitado de todos en el mundo) es casi inexistente o depende solo de la iniciativa de donación de una persona viva. “La actividad de trasplantes actual apenas alcanza a cubrir el 10 por ciento de las necesidades de los pacientes en lista de espera”, dice Beatriz Domínguez-Gil, directora de la ONT.

En Colombia el panorama no es diferente. Según cifras recientes del Instituto Nacional de Salud, en el país hay aproximadamente 2.500 personas en lista de espera de un órgano. Y aunque la Ley 1805 de 2016, convirtió a todos los colombianos en donantes obligatorios y eliminó la facultad que tenían los familiares para oponerse a la extracción de los órganos y tejidos, las cifras aún son muy bajas si se comparan con países líderes como España, Estados Unidos y Bélgica. Jairo Rivera, cirujano de trasplantes de la Fundación Cardioinfantil, asegura que en el país las tasas de donación “son de 7 u 8 donantes por millón de habitantes, mientras que España y Estados Unidos son de más de 40 y 30 respectivamente”. En América Latina, el líder es Uruguay que logra aproximadamente 24 donantes por millón.

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El especialista advierte que uno de los principales problemas en Colombia es que la lista de espera aumenta todos los días, mientras la de donantes permanece estable. “Esa es la tendencia en el mundo. Nuestra aspiración sería llegar a ser igual que España”, dice. El país ibérico es un líder implacable en el tema. Lleva 26 años siendo el mejor en materia de donación y trasplantes de órganos. Tanto que en 2017 batió su propio récord al alcanzar un promedio de 46,9 donantes por millón habitantes.

Aunque la Ley 1805 de 2016 ha ayudado a visibilizar la importancia de la donación de órganos en Colombia, para Rivera no ha sido muy efectiva en la práctica. “La ley está pero no se cumple. ¿Cómo castigar a la familia de un paciente que acaba de fallecer y se niega a donar sus órganos? Es imposible. El hospital no puede llamar a la Policía cada vez que esto pasa. Habría escándalos, protestas. Ese hospital no volvería a poner un donante en su vida”, asegura.

Rivera lleva diez años realizando trasplantes de órganos y salvando vidas en la Fundación Cardioinfantil. En su trabajo diario como cirujano evidencia la falta de sensibilidad que existe sobre el tema. “Sólo en 2017 murieron 24 pacientes en Colombia esperando un hígado”, dice, y agrega que según estadísticas mundiales, cada día, un promedio de 20 personas mueren esperando un órgano. Por eso, la importancia de concientizar.

Uno de los campos más sensibles en la donación de órganos es el de los niños. Aunque las cifras no son tan altas, este tipo de trasplantes implica un trabajo más riguroso, pues entre otras cosas, ellos necesitan el órgano con más urgencia para sobrevivir. “El tiempo de espera es casi el mismo pero se les da prioridad. Buscamos operarlos más rápido ya que tienen una expectativa de vida altísima, por lo que hay que intentar que el trasplante mantenga esa expectativa”, dice Rivera y agrega que en el caso de la fundación se realizan aproximadamente entre 8 y 10 trasplantes hepáticos al mes, de los cuales 3 o 4 son a niños.

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Juan Felipe y la importancia de regalar vida


Juan Felipe Torres nació con un soplo en el corazón, una condición que afecta aproximadamente a 1 de cada 100 bebés en el mundo. Aunque está catalogado como un problema cardiaco que no es grave -pues en la mayoría de casos desaparece con la edad-, según Rivera, en su caso el soplo se desarrolló de manera excepcional. En diciembre de 2017, luego de cumplir 7 años, empezó a presentar cuadros de sangrados digestivos, y a los pocos meses, fue diagnosticado con cirrosis hepática, lo que hizo que su hígado fuera un órgano prácticamente inservible.

El caso de Juan Felipe es uno en un millón. Los médicos no saben cómo sucedió. “Le dio cirrosis de un momento a otro y su sangrado digestivo fue el primer y único síntoma de la cirrosis. Eso puso en riesgo su vida y fue la razón por la que necesitó un trasplante de urgencia”, cuenta el médico. Para la familia la enfermedad del niño fue totalmente inesperada. En cuestión de días pasó de estar jugando en los corredores de su casa a vivir internado en cuidados intensivos durante dos meses con un riesgo muy alto de morir. “Uno nunca se imagina que va a suceder algo así”, cuenta su mamá Jennifer, quien vivió momentos muy difíciles al no poder acompañar a su hijo durante el momento crítico de su enfermedad debido a que acababa de dar a luz.

El momento de decidir sobre el trasplante también fue difícil. ¿Esperarían un donante o buscarían a alguien cercano? “Al principio estuve firme en que no quería que nadie de mi familia se ofreciera, pues como en toda cirugía existen riegos. Y no quería llegar a sentirme culpable”. Sin embargo, pese a las negativas de la madre, Alejandro, su hermano, fue quien finalmente le dio la oportunidad de vivir.  Rivera asegura que así sucede en la mayoría de los casos. El 70 por ciento de los trasplantes en niños son de personas vivas, en contraste con el de los adultos, que en 90 por ciento de los casos reciben donación cadavérica. La razón es que “no a todos los receptores le sirven los mismos donantes. Es difícil encontrar uno cadavérico ideal para niños, pues estos llegan con hematomas o en malas condiciones. Un donante potencial para niño debe tener unas características: ser joven, gozar de buena salud, entre otras cosas”, explica el cirujano Rivera.

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Aunque no es para nada difícil donar en vida un órgano por los temores y riesgos que implica, Rivera explica que la mayoría son mitos. En realidad “es una cirugía segura, programada, los riesgos son controlados y en general no implican afectaciones a futuro en la vida de los donantes”, explica. Sin embargo, advierte que esta es una particularidad muy presente en Colombia, pues en el país es prácticamente inexistente la “donación de órganos totalmente altruistas. Cuando sucede es porque un familiar o conocido está en riesgo”, explica.

En este punto está el meollo del problema, según Rivera. “Hay que educar a los niños, a los padres. La ley lo debe hacer. Hay muchas cadenas en redes sociales o noticias que no son ciertas sobre el tráfico de órganos y eso genera temor”, dice. Tomar la decisión de llevar a cabo este acto solidario puede ayudar a muchos. Un donante, vivo o muerto, no solo puede salvar la vida de un niño, sino varias. A través de la donación de tejidos, se pueden mejorar hasta 50 vidas, y con la donación de órganos se podrían salvar hasta 8 niños.

La apuesta debe estar en el aumento de donantes cadavéricos pues aunque los riesgos son controlados, “someter a una persona sana a una cirugía implica un riesgo. Si tuviéramos suficientes donantes cadavéricos, como lo busca la ley, no tendríamos que poner a una persona viva a correr riesgos innecesarios”, concluye el médico.