La superdroga

Con la aprobación de Glivec empieza una nueva generación de terapias que ataca las células del cáncer sin afectar las sanas.

18 de junio de 2001

Cuando comenzo su especialización en genética hace 15 años Frank J. Rauscher y sus compañeros soñaban con una píldora mágica que atacara directamente los oncogenes sin hacer daño en el tejido sano.

Ese día finalmente llegó el jueves 10 de mayo cuando la Food and Drug Administration —FDA— aprobó una droga llamada Glivec para el tratamiento de la leucemia mieloide crónica, un tipo de cáncer en la sangre que representa el 20 por ciento del total de leucemias en adultos. En lugar de disparar indiscriminadamente contra las células buenas y malas, como sucede con las terapias de cáncer convencionales, esta droga tiene un objetivo específico. Glivec bloquea la señal de una proteína anormal que causa la proliferación descontrolada de glóbulos blancos en pacientes que tienen un cromosoma defectuoso, conocido como Filadelfia (ver recuadro). El medicamento actúa entonces de manera selectiva sólo en las células cancerosas y deja intactas las sanas. Esto es lo que la diferencia de las demás terapias químicas convencionales, que arrasan prácticamente con todo. “Se trata de la primera droga que se acerca más al concepto de la píldora mágica con que todos soñábamos hace 15 años”, asegura Rauscher, quien hoy se desempeña como director y profesor del programa de Genética Molecular en el Instituto Wistar para la investigación en cáncer. Agrega que este es, sin lugar a dudas, el más importante suceso en la última década en la lucha contra esta enfermedad. No solo por su efectividad sino porque los tratamientos agresivos e invasivos son reemplazados por algo tan simple como tomar una aspirina.

La droga está clasificada dentro de una categoría conocida como smart drugs (drogas inteligentes) que se caracterizan por tener un objetivo muy definido y con efectos secundarios leves o moderados. Fue aprobada en un tiempo récord debido a que los estudios clínicos que se han hecho en 30 países y con aproximadamente 1.230 pacientes han arrojado excelentes resultados. El primero de ellos mostró que de 31 pacientes en estudio 31 habían tenido una respuesta positiva, lo cual indica una efectividad del ciento por ciento. El publicado en el New England Journal of Medicine muestra que en 51 de 53 pacientes, es decir, 98 por ciento con fase crónica de este tipo de leucemia que fueron intolerantes al tratamiento estándar, restablecieron el conteo de glóbulos blancos a su nivel normal. La mitad de los pacientes, además, tuvieron respuesta citogenética, que significa que el defecto genético que causaba la enfermedad fue reducido, o no podía detectarse.

Lo anterior hizo que muchos se arriesgaran a hablar de curación. Pero aunque los resultados son muy alentadores, hasta el momento lo máximo que un paciente ha estado bajo el tratamiento con Glivec ha sido menos de tres años y para hablar de cura en cáncer es preciso aguardar por los menos cinco.

Según Jorge Ochoa, director médico de Novartis en Colombia, el impacto en los pacientes es muy grande. Las alternativas que los enfermos de este tipo de leucemia tenían antes de aparecer Glivec eran la quimioterapia, la terapia con interferon alpha y el trasplante de médula ósea. “Todos estos mecanismos tenían efectos secundarios severos y algunos de ellos sólo eran paliativos, dice. Con la droga la enfermedad realmente se detiene”. Aunque Glivec puede generar algunos efectos secundarios como náusea, retención de líquidos, calambres musculares, diarrea y vómitos los expertos los han calificados de leves y moderados ante los que pueden producir los tratamientos convencionales. “La quimioterapia estándar es salvaje debido a que es muy tóxica para el organismo”, dice Rauscher.

Lo interesante de Glivec es que viene con ñapa, pues su acción no sólo se limitaría a este tipo de leucemia. Hay claros indicios de que también es efectivo en un tipo de cáncer intratable, el tumor gastrointestinal del estroma, pues ambas patologías están causadas por la traslocación en el cromosoma 22. En la conferencia de la Asociación de Oncología Clínica que se llevó a cabo la semana pasada en San Francisco se dio a conocer un estudio que involucró a 148 pacientes con este tumor gastrointestinal. A 59 por ciento de ellos la droga les detuvo la enfermedad. Un segundo estudio dio resultados similares.

Debido a su mecanismo de acción el medicamento podría actuar también en otro tipo de tumores sólidos que tiene un origen similar, como el cáncer del pulmón de células pequeñas, cáncer de próstata, ciertos tumores cerebrales y en sarcoma de tejidos blandos. Estos últimos se encuentran bajo investigación y hasta que no se apruebe su uso para dichos casos la droga estará reservada exclusivamente para el tratamiento de la leucemia mieloide.

Aunque tiene la posibilidad de atacar más de cinco patologías Glivec no se puede considerar como la cura del cáncer. Bajo este nombre se aglutina a más de 100 patologías que tienen diferente origen. Además muchos tumores como el del pulmón y el de seno tienen en sus células no sólo una sino varias mutaciones genéticas y aún se desconoce cómo interactúan. Por eso, es dificil que con una sola droga se ataque todos los tipos de cáncer.

Pero lo cierto es que esta noticia representa más el triunfo de todo un concepto que el de una sola droga en particular. Como dijo a SEMANA Sofía Merajver, directora del programa de evaluación de riesgo de cáncer de seno y ovario del Centro de Cáncer de la Universidad de Michigan, “es una prueba de que si entendemos la causa exacta o las causas de un determinado tipo de cáncer vamos a producir estrategias que funcionan en esas causas en forma específica”. Y sin duda esta píldora es la puerta que abrirá el paso a muchas drogas nuevas con las cuales se tendrán un mejor arsenal para luchar contra esta enfermedad.