Los dos equipos que combaten la xenofobia desde el béisbol y el fútbol

En la cancha no importa ni la edad, ni la profesión ni, mucho menos, el lugar de procedencia. Menos cuando se habla de un equipo. Todos van por el mismo objetivo, ya sea un gol o una carrera, como es el caso del fútbol y el béisbol, los deportes protagonistas en el sexto episodio de El Lado +, el pódcast de noticias positivas de Semana.

Y, en este caso, el deporte no solo es protagonista por un gol de chilena o un jonrón. Porque hay algo más grande en juego.

Por un lado, la integración entre personas que provienen de un país, Venezuela, a comenzar de cero en otro, Colombia, lejos de sus familias y amigos. El deporte en equipo se convierte en un espacio en el que la gente se conoce y forma redes de apoyo.

También es una buena oportunidad para la integración con la sociedad colombiana, más en una época en la que se ha exacerbado la xenofobia: un estudio de Cifras y Conceptos, realizado en abril de 2020, muestra que al 46 por ciento de las personas no le es indiferente el origen de sus vecinos, y entre ese 46 por ciento, el 69 por ciento no quisiera tener a su lado a personas venezolanas.

En esta nueva entrega de El Lado +, dos ‘profes’, provenientes de Venezuela, muestran cómo el béisbol y el fútbol, en efecto, se han convertido en algo más que un juego en Campo de la Cruz, Atlántico, y Medellín.

La esencia del Caribe

Un jonrón sabe igual de bien en Caracas o Barranquilla. Y Campo de la Cruz, a 98 kilómetros al sur de la capital de Atlántico, no se queda atrás. En este municipio, el profesor Freddy Barboza dirige la fundación Prospectos del Futuro, PDF, en el que 140 niños y jóvenes, de los cuales la mitad proviene de Venezuela, conforman equipos masculinos y femeninos y reciben entrenamiento gratuito.

El ‘profe’ Barboza, oriundo de Maracaibo, trabaja de la mano de la familia Sierra-Crissón a la que ya conocía por sus visitas previas a Colombia. En esta nueva entrega de El Lado +, expone cómo el béisbol ha ido más allá del campo de juego y se ha trasladado a la faceta social.

“Esta experiencia me ha permitido conocer diferentes lugares del país, conocer nuevas personas, de las cuales algunas son mis amigos y también costumbres y culturas”, dice Verónica Barboza, una de las dos personas del proyecto PDF que comparte su testimonio en este episodio.

El impulso de la soledad

Álvaro Cárdenas, venezolano, de padres colombianos, recién había llegado a Medellín y, entre otras cosas, le inquietaba el sentimiento de la soledad. Había dejado atrás a sus familiares y amigos con los que practicaba su deporte favorito, el fútbol.

Ese sentimiento se transformó en una inquietud y Álvaro, seguro que otros ciudadanos venezolanos debían sentir algo parecido, fue encontrando gente y armando un equipo, que hoy llega hasta unas 80 personas, de las cuales 15 son colombianos. Y que se visten de vinotinto, el color insignia de Venezuela en las competencias deportivas. Incluso, así se llaman: Vinotinto FC.

En esta nueva entrega, Álvaro habla sobre los orígenes del equipo, responde si han recibido insultos en la cancha por su nacionalidad y recuerda una historia de un compañero venezolano que llegó a Colombia a través del páramo de Berlín y que, en especial, lo impactó.

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