| Foto: Octavio Aburto/National Geographic

Entrevista

“Si no protegemos los océanos, no vamos a lograr sobrevivir”

Octavio Aburto, biólogo marino y explorador de National Geographic, habló con SEMANA a propósito del Día Mundial de la Tierra, el 22 de abril. Dice que la pandemia es también un "experimento forzado" que tiene beneficios.

19 de abril de 2020

En 2016 la iniciativa de National Geographic, Pristine Seas, liderada por el reconocido explorador Enric Sala, realizó una misión al Archipiélago de Revillagigedo, conformado por Islas Socorro, Clarión, San Benedicto y el Islote Roca Partida, y la zona marina circundante.

El territorio es considerado hoy Patrimonio de la Humanidad, dada su rica diversidad de flora y fauna, sobre todo marítima. Al estar situado en la convergencia de dos corrientes oceánicas, la zona es un lugar de encuentro para grandes especies migratorias como tiburones, ballenas y tortugas. Además, es el hogar de unas 366 especies de peces, 26 de ellas endémicas, según The Pew Charitable Trusts.

El objetivo de los científicos de National Geographic era realizar estudios y monitorear la salud del entorno marino de la región. Su expedición dio origen al documental Revillagigedo, el México más salvaje, que busca concientizar sobre la importancia de preservar y proteger estas reservas naturales actualmente amenazadas. 

El documental contiene imágenes exclusivas de la inmersión de estos expertos a más de 2.000 metros de profundidad y será emitido el próximo 22 de abril a las diez de la mañana, en el canal, como parte de un especial por el Día Mundial de la Tierra. SEMANA conversó con Octavio Aburto, biólogo marino y fotógrafo que participó en esta expedición, sobre la importancia de conservar los océanos y las reflexiones ambientales que deja al mundo la actual pandemia. 

SEMANA: ¿Cómo nace su interés en preservar la vida prístina de los mares?

O.A.: Desde pequeño tuve una pasión por el mar. Yo crecí en Ciudad de México y no tenía mar pero cada vez que mis papás me llevaban a la playa, me volvía loco. A los 17 años me fui a estudiar biología marina y desde entonces he tenido la pasión de compartir lo que he llegado a ver debajo del agua, que pueden ser escenas fantásticas, realmente bellas. Empecé compartiendo mis fotografías con mi mamá y después con más personas, y a eso me he seguido dedicando. 

SEMANA: Lleva 26 años fotografiando los océanos, ¿cómo ha visto su transformación? 

O.A.:  He fotografiado la recuperación de varios lugares, incluido uno que se llama Cabo Pulmo, en México. La comunidad pudo recuperar su arrecife y vida marina allí, y cada vez que voy me lleno de emoción. Pero al mismo tiempo, hay sitios donde veo solo destrucción y es devastador. Lo balanceo intentando ir a sitios que están en buena condición y a la vez luchando por recuperar los que están mal. México presta poca atención a lo que sucede en el mar y por eso creo que como sociedad deberíamos impulsar más la conservación marina y concientizar sobre su riqueza. Los gobiernos deben tener más visión de lo que sucede en los mares. Por ejemplo, el mar controla todo el clima de este planeta, el mar produce dos de las tres moléculas de oxígeno que respiramos, el mar desencadena muchos de los procesos que día a día los humanos necesitan para vivir y si no lo protegemos, no vamos a lograr sobrevivir. 

SEMANA: ¿Qué reflexiones puede dejar esta crisis sobre el cuidado de la Tierra?

O.A.: Yo espero que tanto la sociedad como el Gobierno nos demos cuenta de que este "experimento forzado" tiene beneficios en algunos sentidos. La parte buena es que puede que nos demos cuenta de que como sociedad podemos colaborar para que la biodiversidad sea el centro de un plan para recuperar la naturaleza que hemos perdido en el planeta. En el pasado o antes de esta epidemia cuando alguien como yo, o un científico o un apasionado fotógrafo, decía que había que hacer un experimento como este, la primera excusa que los gobiernos y las sociedades ponían es que era muy costoso y que tendría que durar mucho tiempo para mostrar los resultados. Esta epidemia está demostrando que tal vez sí puede haber un costo económico, pero los beneficios a largo plazo van a ser mucho mejores. Lo que espero es que nos demos cuenta de que sí es posible, la única barrera que tenemos es la excusa de que va a costar mucho o que va a tardar mucho tiempo y esto ya no va a ser válido. 

SEMANA: ¿Se pueden comprobar los cambios del ecosistema durante esta cuarentena?

O.A.: Espero que lo podamos medir. Ya hay una capacidad tecnológica para hacerlo, principalmente la absorción del CO2 en los océanos. Por un lado, se va a medir qué tanto bajó la acidez durante esta etapa de cuarentena y por otro, qué tanto ese aumento del CO2 en los océanos estaría provocando un mayor calentamiento de los cuerpos de agua y, a su vez, un incremento de huracanes. Los científicos también tienen muchos datos antes de la covid-19 y ahora que dejemos de pescar en zonas costeras podríamos ver cómo se han recuperado esos sitios. Este aislamiento es como un experimento forzado, pero puede mostrar que cuando se pone el interés de la sociedad, los océanos se pueden recuperar en muy poco tiempo.

SEMANA: ¿Considera que la pesca es mala?

O.A.: La pesca es una actividad esencial de las sociedades humanas, esta actividad forjó pueblos y comunidades costeras. Acá aclaro que cuando se hace bien y en favor de los pueblos costeros es benéfica. Sin embargo, cada vez vemos más una pesca que es cero artesanal, es industrial con barcos enormes en los que una red saca miles y miles de toneladas como animales, como sardina y atún, y que daña por completo por donde pasa.

SEMANA: La pandemia ha llevado a la humanidad a un reencuentro y anhelo de naturaleza por el encierro. ¿Siente que esto se mantendrá o se olvidará?

O.A.: Espero que dentro de un tiempo las personas recuerden por qué se inició esta pandemia que está completamente ligada al tráfico de la vida salvaje. Eso es algo que debemos cambiar para no originar nuevas enfermedades. Yo creo que somos muchos los que tenemos claro eso y cuando esto acabe, no debemos regresar a la normalidad, me refiero a que no podemos seguir consumiendo como lo hacíamos, no podemos seguir produciendo esa cantidad de plástico, debemos regresar a impulsar a nuestros gobiernos y empresas a que se generen tecnologías para reducir el CO2. Espero que podamos ser más proactivos y recordar que este experimento forzado demostró que sí se podía lograr.

SEMANA: Ahora que menciona el plástico, ¿cual es su balance de esta problemática en la actualidad?

O.A.: Hoy el plástico podría estar en cada rincón de nuestro planeta, incluso a una profundidad muy alta o incluso en los polos. El plástico ha conquistado el mundo. Sin embargo, afortunadamente todavía podemos ver sitios como Revillagigedo donde la presencia de plástico es muy baja y Nat Geo está haciendo un esfuerzo muy grande para comunicar las soluciones que podemos tener y, lo que más importa, cómo se puede detener. Más que limpiar el mar o documentar dónde hay plástico, tenemos que hacer un esfuerzo para ver cómo detenemos esa cantidad enorme que entra cada año al mar y detenerla antes de que llegue al océano. 

SEMANA: Usted participó en la expedición al Archipiélago de Revillagigedo de NatGeo en 2016 que dio origen al documental ‘Revillagigedo, el méxico más salvaje‘. ¿Cuál es la importancia de estas islas en la actualidad?

O.A.: Revillagigedo es un ejemplo para México y otros países latinoamericanos sobre la importancia de cooperar para salvar los océanos y mares. Es un referente de cómo los gobiernos pueden proteger ecosistemas marinos que se conservan en un estado muy natural y no tienen conflicto social. Ahora hay muchas tecnologías y muchas colaboraciones a nivel internacional que pueden ayudar a bajar los costos que tiene vigilar estos lugares. 

SEMANA: ¿Cuál fue su función inicial y cómo se fue transformando a medida que avanzaba?

O.A.: Yo soy científico y fotógrafo. Mi trabajo primero comenzó como científico, ya que coordiné el equipo de ciencia de la expedición en conjunto con otros miembros de National Geographic. Después, a través de mi trabajo fotográfico, hice un trabajo más político porque iba y presentaba todos estos resultados con el Ministerio del ambiente, el de economía y el de turismo, para inspirar a estos políticos y a la sociedad mexicana sobre lo que es Revillagigedo y la importancia de preservarlo para futuras generaciones.

SEMANA: ¿Cómo eligen cuáles sitios preservar y cuáles no?

O.A.:  Si a un científico le dieran a escoger, recuperaría todos los océanos de este planeta. Sé que no se puede así, que sin duda alguna hay que empezar por priorizar aquellos que cumplen funciones importantes como las agregaciones de reproducción, que es donde llegan las especies a reproducirse. También los manglares, que albergan a las especies en sus etapas iniciales, son como sus guarderías. 

SEMANA: ¿Qué medidas se toman para conservarlos mientras se lleva a cabo una expedición?

O.A.: Para empezar, se requieren barcos, estos sitios son hostiles entonces hay muchas precauciones para cuando hacemos los buceos. Llevamos una cámara hiperbárica en el barco y una cámara pequeña por si alguno de los buzos llega a tener un problema de descompresión ya que son muchas horas sumergidos. Y ya se están usando drones, imágenes de satélite para monitorear si hay pesca furtiva en esos sitios y también drones para vigilar todo el perímetro. La tecnología no solo nos ha ayudado a llegar a esos sitios y a hacer el trabajo más fácil, sino que también ayuda a protegerlos. Desafortunadamente no hay ninguna manera de detener el plástico, por eso es por lo que mi invitación es a que nuestros esfuerzos estén encaminados en ayudar a que el plástico no llegue a los océanos porque una vez allí, es imposible eliminarlo. 

SEMANA: ¿Cuáles fueron los hallazgos más importantes de esa expedición?

O.A.: Encontramos allí la diversidad de especies de tiburones más elevada en todo el pacífico, comparada con sitios como Galápagos y el Indo Pacífico. El segundo es que llevamos un sumergible que nos permitió bajar a 500 metros de profundidad y recolectar especies que la ciencia desconocía. Incluso todavía se siguen publicando estos hallazgos, pero ya hay dos abanicos de mar/corales de blanco que fueron reportados como nuevas especies. National Geographic está usando unas cámaras que se llaman drop-cams y que se sumergen hasta 3000 metros de profundidad y atraen a los animales que viven en esas profundidades y con los videos se están descubriendo nuevas especies. Justo en Revillagigedo se descubrió una población endémica de mantas gigantes y es la que ha generado un turismo que deja muchos millones de dólares para México.


SEMANA: ¿Qué medidas debería tomar el sector turístico para las zonas naturales?

O.A.:  Para empezar, tener una nueva visión de lo que debería de ser el turismo. Por ejemplo en México, Cancún empezó mostrando sus playas vírgenes, sus bosques de Manglar, sus arrecifes coralinos, pero todo eso ahora se ha destruido por la construcción de hoteles. Por la contaminación que se va al mar, han muerto corales y ahora cada año llegan unas cantidades de sargazo enorme que se varan en las playas y la gente se enoja porque pagaron por ir a visitar las playas prístinas de Cancún y ya no están. Todo esto es el resultado de haber masificado el turismo en pro de generar dinero. La visión del turismo tendría que ser la de visitar un lugar y ayudar a alguna comunidad que está realmente protegiendo ese sitio y sumarse a ese movimiento.

SEMANA: ¿Qué mensaje cree que transmite el documental?

O.A.: Que todavía quedan sitios en el mar y los océanos que están prístinos. Deberíamos aprender de ellos para protegerlos y recuperar otros que hemos descompuesto por la sobrepesca, la contaminación o demás efectos humanos. Por otro lado, lo que se busca dentro del proyecto Pristine Seas y National Geographic es que los gobiernos vean lo que tienen en sus territorios, sus aguas y vean su estado y hagan todo lo posible para cumplir los compromisos que se han fijado en términos de conservación marina a nivel internacional. Por ejemplo, cuando hicimos esa expedición, en 2016, los gobiernos protegían el 10 por ciento de los océanos, después de esa expedición el Gobierno mexicano se dio cuenta del valor de ese archipiélago y un año después lo decretó como reserva marina. Hoy Revillagigedo es la reserva sin pesca más grande de Norteamérica. Son 147.000 kilómetros cuadrados donde no se pueden realizar ninguna actividad extractiva, ese fue el logro que se consiguió a través de esta expedición de Nat Geo.