Según un estudio reciente publicado en la revista BMC Cancer no es del todo cierto que el sistema inmunológico se debilite por completo a causa de la quimio y la radioterapia. | Foto: Archivo SEMANA

ONCOLOGÍA

La quimio y la radioterapia, no tan malas como las pintan

Aunque muchos están en contra de estos tratamientos oncológicos por sus efectos secundarios, algunos de ellos podrían ayudar a estimular el sistema inmune y reorientar las defensas del cuerpo contra el tumor.

30 de agosto de 2016

Cuando un paciente es diagnosticado con cáncer debe someterse a quimioterapia o radioterapia para combatir la enfermedad y sobrevivir, la mayoría piensa de inmediato en los indeseables efectos secundarios que producen estos tratamientos como la caída del cabello, las náuseas y los vómitos. Esto, pese a que han demostrado ser los más eficaces para derrotar el cáncer. Aunque estos efectos son inevitables, no todos los fármacos generan las mismas secuelas ni los pacientes los experimentan de igual manera.

Según un estudio reciente publicado en la revista BMC Cancer y realizado por un grupo de científicos colombianos, no es del todo cierto que el sistema inmunológico se debilite por completo a causa de la quimio y la radioterapia. Estos tratamientos destruyen las células activas que están en crecimiento, entre ellas las cancerígenas, pero algunos hacen que en cierto modo las células tumorales que mueren emitan señales de peligro y que esto genere una poderosa respuesta del sistema inmune contra el cáncer, lo que ayudaría al paciente a tener mayores probabilidades de superar la enfermedad.

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Los expertos realizaron pruebas in vitro en laboratorio con las que estimularon de distintas formas los leucocitos de la sangre de una paciente con cáncer de mama invasivo. Estos leucocitos son los glóbulos blancos que forman parte del sistema inmune y están encargados de combatir infecciones y enfermedades graves como el cáncer. Normalmente, la respuesta de este tipo de células sanguíneas ante un tumor es deficiente antes del tratamiento.

Sin embargo, cuando los autores del estudio evaluaron a la paciente después de haberle realizado los ciclos de quimio y radioterapia pudieron evidenciar un aumento en el número de sus glóbulos blancos un año después de terminado el tratamiento. “Esto significa que su cuerpo tuvo un arma más para combatir la enfermedad”, explicó a Semana.com el mastólogo Ramiro Sánchez de la Clínica del Seno, coautor del estudio. La paciente, de 63 años, hoy en día está libre de cáncer después de ocho años de tratamiento.

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Este mismo proceso fue llevado a cabo en 30 pacientes más que también tenían cáncer de mama, uno de los más mortales. “Realizamos tres ciclos de quimioterapia primaria con una combinación entre Doxorrubicina y Ciclofosfamida y estos fueron suficientes para evidenciar las bondades de este tipo de tratamiento”, dijo a este portal de noticias David Bernal Estévez, médico de la Universidad Nacional y coautor del trabajo.

Este hallazgo coincide con el de otras investigaciones de oncología que han mostrado que inyectarle a los pacientes sus propios glóbulos blancos modificados con antígenos específicos contra el cáncer puede servir para que el paciente aumente su capacidad de lucha contra la enfermedad.

El doctor Carlos Alberto Parra López, docente del Departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, que lidera esta investigación afirma que la quimio y la radioterapia reducen considerablemente el tamaño de los tumores. Por eso el hecho de que el sistema inmune funcione bien gracias a este tratamiento es clave para lograr que disminuyan las posibilidades de recaída una vez haya terminado.

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Aunque el cáncer de mama es uno de los que más opciones de tratamiento tiene disponibles si se detecta a tiempo, los autores del trabajo afirman que estimular los glóbulos blancos con la quimio y radioterapia también podría funcionar en melanoma u otros tipos de cáncer con estudios que se realicen en el futuro. De hecho, los nuevos análisis están a favor del uso combinado de ambos tratamientos con distintos tipos de vacunas antitumorales para explorar su uso en distintos tipos de cáncer.

“El aporte de nuestro trabajo fue determinar qué parámetros se pueden evaluar en los pacientes para saber si la quimio y radioterapia está generando efectos sobre el sistema inmune. Ahora el segundo paso es comprobarlo en una prueba clínica más amplia”, concluye Bernal.