| Foto: AFP vía BBC Mundo

Psicología

La meditación ayudó a salvar a los niños atrapados en la cueva de Tailandia

El psiquiatra Ariel Alarcón relata cómo el entrenador de los futbolistas tailandeses, en medio de esta situación tan extrema, les enseñó a practicar ‘mindfulness’ para propiciar el optimismo, la empatía y la compasión. Según el experto, eso los salvó.

16 de julio de 2018

La feliz noticia del heroico rescate por parte de un equipo internacional de rescatistas que arriesgó sus vidas por salvar las de los 12 niños futbolistas y a su entrenador, tiene un elemento trascendental que no se ha destacado suficientemente: los niños sobrevivieron gracias a que su entrenador les enseñó a meditar durante su confinamiento. Antes de que pudieran reestablecer el contacto con el mundo exterior, el grupo había permanecido 10 días atrapado en un socavón de la cueva, completamente a oscuras. Las primeras imágenes que conocimos de ellos, capturadas por la cámara del rescatista británico más adelantado que los contactó, fueron sorprendentes: los niños estaban meditando guiados por su entrenador. Estaban tranquilos, incluso le sonreían a la cámara.

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Una mala pasada del destino, ocurrida al entrenador Ekapol Chantawong en su infancia, terminó, ahora, salvándoles la vida a él y a sus alumnos: el profesor-entrenador había quedado huérfano a la edad de 10 años y, como tal, buscó refugio en un monasterio budista en el que permaneció por 10 años. Una parte importante de la vida monástica budista es la práctica diaria de ejercicios de meditación que pueden tomar hasta una hora en la mañana y otra en la tarde, así mismo los candidatos a monjes dedican su tiempo a otras prácticas de mindfulness, de compasión y autocompasión. Al cabo de 10 años de estas prácticas y de vivir en comunidad, Chantawong decidió salir del monasterio para cuidar a su abuela enferma y dedicarse a la docencia, así fue como terminó de entrenador asistente del equipo de fútbol juvenil Moo Pa (jabalíes salvajes) en Mae Sai, Tailandia.

La imagen de la caricatura que ha inundado las redes sociales no puede ser más diciente: en ella aparece Chantawong  sentado con las piernas cruzadas en posición de meditación, sosteniendo entre sus brazos a 12 pequeños jabalíes. Y es que su situación y la de sus 12 alumnos atrapados en la cueva no podía ser más estresante: sin poder avanzar o salir, en completa oscuridad, con muy poco espacio para moverse y pocos víveres. Una situación en la que la desesperanza y la angustia podían haber ido in crescendo, pero él mantuvo su liderazgo compasivo a toda prueba, parte del cual consistió en enseñar a los niños a meditar y, seguramente, recibirles sus inquietudes compasivamente, sin permitir que se desbordaran, y en mantenerles el ánimo y el optimismo. Lo que hace todo buen profesor y todo buen líder, él fue capaz de llevarlo a cabo en esta situación tan extrema.

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Es bien sabido y demostrado en infinidad de investigaciones que la meditación y otras prácticas de mindfulness disminuyen el estrés, la ansiedad, depresión y el dolor y generan en quienes las practican estados mentales en los que predomina el buen humor, el optimismo, la empatía y la compasión, la práctica de meditación mindfulness consiste en prestar atención a lo que ocurre en la mente en cada momento presente, desapasionadamente, observando los pensamientos, sentimientos y sensaciones sin juzgarlos y sin reaccionar a ellos.  Si uno de los niños se hubiera desesperado o hubiera desarrollado un ataque de pánico, su vida y la de sus compañeros hubiera corrido grave peligro. Si, por ejemplo, uno de ellos se hubiera ahogado arrojándose a las oscuras aguas, presa de la desesperación, el equilibrio emocional del grupo se habría roto llevándolos a la división y la confrontación, al funcionamiento mental egoísta del “sálvese quien pueda”. Lo cual los hubiera llevado, entre otras cosas, a un mayor consumo calórico y energético, como es natural en las situaciones de estrés, a que los escasos víveres y el oxígeno se hubieran agotado más rápidamente, empeorado la agresividad y la desesperación.   

Nada de esto ocurrió. Los niños, guiados pacientemente por su maestro y entrenador Ekapol Chantawong, lograron mantener la calma, la ecuanimidad, la unión, el equilibrio, la esperanza, el optimismo, la autocompasión y la compasión gracias a que meditaron largas horas en medio de su confinamiento. ¿Si mindfulness logró todos estos efectos salvadores en este grupo de niños sometidos a un estrés inimaginable, qué podría hacer por usted?