VOTOS DE CASTIDAD

Si los años 60 y 70 fueron los de la revolución sexual, y los 80 los de la amenaza del sida, los 90 parecen ser la década de la castidad.

10 de octubre de 1994

DE UN TIEMPO PARA ACA ALGO HA cambiado en la forma como la gente joven habla acerca del sexo. No hace mucho la castidad era una condición mencionada casi exclusivamente en los ámbitos religiosos y todo parecía indicar que las vírgenes que quedaban estaban solamente en los altares. Pero desde hace unos meses es el tema de moda entre los jóvenes. Los universitarios se refieren a ella con tal propiedad como si se tratara de un nuevo software y las colegialas no solo admiten que son vírgenes sino que lo pregonan orgullosas a los cuatro vientos.

Al parecer, después de la revolución sexual de los 60 y los 70, de la amenaza del sida de los 80, los 90 serán la década de decir no al sexo. Cada día aparecen en el mundo nuevos grupos -orientados por líderes políticos o religiosos- que promueven la abstinencia sexual. Y quienes los conforman no son sólo púberes y virginales adolescentes sino también jóvenes experimentados, que han resuelto renunciar a los placeres de la carne, al menos por un tiempo, como una forma de ganar control sobre sus cuerpos y sobre sus vidas.

Pero aunque sin duda se evidencia en el mundo joven una nueva actitud hacia el sexo, todavía es muy pronto para que este comportamiento sea registrado por las estadísticas. La verdad es que -según las cifras- los jóvenes se inician hoy en la práctica del sexo mucho más temprano que otras generaciones. Sin embargo, cuando se les pregunta sobre la virginidad, la castidad, la monogamia y las relaciones sexuales sólo dentro del matrimonio, todos parecen estar de acuerdo. Eso es al menos lo que demuestra un estudio sobre sexualidad realizado recientemente por Profamilia y el Instituto de Seguros Sociales, con jóvenes entre 12 y 17 años. Según se deduce de las respuestas de los 3.000 adolescentes entrevistador (hombres y mujeres), la mujer debe llegar virgen al matrimonio, no están de acuerdo con las relaciones sexuales prematrimoniales, y uno de cada tres jóvenes afirma que ha aplazado la iniciación de la actividad sexual como una forma de evitar una paternidad o una maternidad indeseada (ver recuadro). No obstante, el estudio también muestra que la edad promedio para la primera relación sexual son los 13.4 años para los hombres y los 14.8 para las mujeres.

En un momento en que los adultos parecen escandalizados ante la precocidad sexual de las nuevas generaciones, resulta difícil de creer que estos adolescentes sean los mismos que piensan en una forma similar a la que hace 30 años regía la vida de sus padres, aquellos que para liberarse del yugo de una sociedad mojigata un día decidieron lanzarse a la vida bajo la consigna del "amor libre". No obstante, según el estudio mencionado, del total de adolescentes entrevistado 17 por ciento han tenido relaciones sexuales (26 por ciento de los muchachos y el 8 por ciento de las mujeres). Y los investigadores buscaron el índice de masculinidad (IM) y lo compararon con el de adultos que tuvieron relaciones sexuales antes de los 17 años, lo cual los llevó a concluir que "ahora menos niñas tienen relaciones sexuales que en generaciones pasadas, lo que contradice la percepción que se tiene del problema".


DE SEXO... NI PIO

Elegir el celibato no es una actitud de mojigatos. Aunque existe un creciente número de jóvenes que afirman que se abstienen del sexo por creencias religiosas, esta no es la única razón. El temor a un embarazo indeseado y sus lógicas consecuencias, también ha influenciando la actitud hacia el sexo. En el estudio realizado por Profamilia y el ISS, uno de cada tres jóvenes entrevistados -el 38 por ciento de mujeres y el 32 por ciento de hombres- constestó que para evitar la paternidad o maternidad sin desearla, aplazaría la iniciación de las relaciones sexuales.

Y el sida, como la sexta causa de muerte en la gente menor de 25 años, es quizás uno de los factores que más han contribuido a que los jóvenes revisen su comportamiento sexual. Quien tiene muchas parejas sexuales -hasta hace poco admirado como donjuan- es hoy percibido como irresponsable y su conducta juzgada casi tan suicida como la de conducir borracho. En opinión de algunos de los especialistas consultados por SEMANA, el temor al contagio sí ha generado un cambio de comportamiento sexual, y consideran que éste obedece ante todo a las campañas de información.

Pero en opinión de otros, si bien el problema del sida fue lo que inició la apertura que hoy permite discutir estos temas en público, esto no ha tenido incidencia en la postergación del inicio sexual, como ha ocurrido en otros países. "Los adolescentes colombianos tienen mucha información pero no una educación integral que les permita asumir esa sexualidad con responsabilidad. Y todavía no se perciben a sí mismos como una población de riesgo para el sida", señala la sicóloga del ISS, María Cristina Acero.


SIDA Y ABSTINENCIA

"Las campañas que promueven el uso del preservativo fueron un rotundo fracaso en países como Suecia y Estados Unidos -afirma la socióloga Angela Marulanda, quien dicta talleres y charlas sobre Educación Familiar-. No sólo no cumplieron su cometido sino que agravaron el problema. Al analizar sus resultados, la conclusión fue contundente: los jóvenes tensan más relaciones sexuales porque a eso se les alentaba cuando se les insistía en que usaran condones. Por eso ahora esos países han dado un vuelco total y sus programas bandera de educación a la juventud están orientados a promover la castidad". Y afirma que "hace un tiempo, cuando se le preguntó a estudiantes entre los 12 y los 75 años de edad si habían oído hablar de condones, todos asintieron. Pero cuando se les preguntó si habían oído hablar de castidad, la inmensa mayoría no sabía siquiera el significado de la palabra. Ahora ya saben que la única medida segura para evitar el contagio de enfermedades sexualmente transmitidas es la abstinencia".

Recientemente un conocido promotor de salud de la Universidad de Stanford afirmaba sobre "la nueva castidad": "La percepción del sexo en los años 60 y 70 era que se trataba de algo placentero, gratificante, que había que experimentar y cuyas consecuencias negativas parecían haber sido conjuradas por la píldora. Ahora, en los 90, los jóvenes se aproximan al sexo con cautela, algunos incluso usan el término 'sexo negativo' -en alusión al seropositivo del sida- para describir su actitud acerca de que el único sexo seguro es el no sexo. Compare y es claro cuánto han cambiado las cosas en este aspecto".

Lo que no se puede negar es que a raíz de las polémicas generadas por las campañas de prevención del sida en Colombia, el tema de la sexualidad juvenil parece haber sido tomado en serio tanto por los padres y profesores como por el Estado y la Iglesia. "En este sentido -señala la sicóloga Alejandra Fernández, asesora del proyecto de Educación Sexual del Ministerio de Educación-, la Iglesia ha encontrado un ambiente propicio para ventilar esas discusiones, argumentado que el preservativo no es el único medio ni el más eficaz para la prevención del sida. Y como la castidad se ha asociado como solución al problema, muchos grupos e instituciones están haciendo fuerza para recobrarla".


AMOR SIN SEXO

En una era marcada por la permisividad sexual, no deja de sorprender que la gente joven se esté tomando el tiempo para decidir si tiene sexo o no. Y más aún que muchos estén decidiendo que prefieren no tenerlo. En Colombia, especialistas que trabajan en este campo han podido evidenciar un cambio en la actitud de los jóvenes frente al sexo. La tendencia, según ellos, es la de postergar cada vez más el inicio de las relaciones sexuales. Existe un número cada vez mayor de jóvenes que optan por el "amor sin sexo". "Ya sea porque la relación no ha madurado lo suficiente, por sus valores religiosos y cristianos, por temor al embarazo o a enfermedades de transmisión sexual o simplemente porque no han encontrado la oportunidad", afirma la investigadora Luz María Babativa de González en un estudio titulado 'El adolescente y su sexualidad', publicado por la Asociación Salud con Prevención.

Esto no solo sucede en Colombia, un país tradicional, sino en Estados Unidos, donde en materia de liberación sexual la juventud ha estado a años luz de la colombiana. En opinión de los sicólogos que trabajan con adolescentes, no son pocos los jóvenes que están buscando formas para experimentar intimidad emocional sin llegar a la intimidad física. Y por insólito que parezca, aquellos programas "zanahorios" que sus padres hicieron hace 20 y 30 años, cuando estaban ennoviados, hoy son tema de cursos de entrenamiento en algunos centros universitarios de Estados Unidos. El doctor Davil Coleman es el pionero en este trabajo "de alentar a los jóvenes a hacer de sus citas amorosas un programa distinto del de beber alcohol y tener sexo". Y aunque ha conducido estos grupos de apoyo desde 1985, sólo recientemente ha visto aumentada su audiencia, y de paso su popularidad, al punto de que es reconocido como el 'Doctor Amor'. El explica su experiencia: "Ahora los jóvenes parecen tranquilos de saber que hay otras opciones y mejores y más saludables formas de desarrollar las relaciones afectivas".

Ya sea por creencias religiosas, por valores morales o por temor a los riesgos físicos, lo cierto es que los jóvenes no solo están optando por la continencia sino que también están demostrando la confianza necesaria para discutir su elección más abiertamente que nunca antes.


SEXO, MACHISMO Y VALORES

Para algunos, sin embargo, una cosa es lo que los jóvenes predican y otra la que aplican. "Los adolescentes atraviesan por una etapa en la cual no tienen coherencia entre el sentir y el hacer. Ellos quieren tener relaciones sexuales para reafirmarse como hombres o como mujeres, pero al mismo tiempo quieren mantenerse vírgenes", sostiene la sicóloga Acero.

"Esto se explica porque en nuestra sociedad se manejan conceptos ambivalentes respecto del sexo -señala la sicóloga Fernández-. Por ejemplo, en el tema de la virginidad manejan dobles códigos: aunque manifiestan que no es importante, sigue siendo un valor muy arraigado. Y cuando un muchacho le pide la consabida prueba de amor a la novia, también puede pensar que por haber accedido al sexo, ella es una mujer fácil. Entonces lo que se ve es que unos son los valores y otros los comportamientos".

De lo que no hay duda es que la apertura que se ha vivido en el tema de la sexualidad, mediante la cual se han logrado crear espacios para discutir, analizar y estudiar el tema y darlo a conocer a la población, ha sido el factor que ha permitido un cambio de actitud de los adolescentes, explica el sicólogo Pedro Nel Armero orientador del Centro para el Joven de Profamilia. "Quienes consideran que es mejor esperar para tener su primera relación sexual, aunque no enfocan el concepto desde el punto de vista moral, lo hacen porque prefieren estar mejor preparados para asumir este aspecto de sus vidas". El especialista comenta que una de las actividades que organiza Profamilia, con jóvenes entre 13 y 18 años, es un programa llamado 'Toma de Decisiones', para conocer su actitud ante el hecho de iniciar relaciones sexuales muy jóvenes. "Es sorprendente ver que la mayoría se inclina por la idea de no tener relaciones a una edad muy temprana. Muy rara vez el balance se inclina hacia el lado opuesto".

CLUBES DE CASTIDAD
Por el momento el mayor cambio de actitud entre los jóvenes que escogen abstenerse de sexo hasta el matrimonio, es que no están dispuestos a dejarse intimidar y han empezado a conformar -a través de asociaciones políticas y religiosas- grupos de presión, dándole a la castidad la dimensión de un movimiento a gran escala.

En las últimas semanas han sido noticia los llamados Clubes de Castidad que se han creado en diferentes países, concebidos como una forma de prevenir el contagio de enfermedades sexuales, evitar la promiscuidad y preservar los valores morales. Hace unos meses, por ejemplo, se realizó en Estados Unidos una campaña nacional llamada "El verdadero amor espera", patrocinada por líderes religiosos que consiguieron que 10.000 jóvenes firmaran compromisos públicos de permanecer "sexualmente puros hasta el matrimonio". Y no todos los firmantes del voto de castidad fueron quinceañeros vírgenes, algunos son jóvenes adultos sexualmente experimentados quienen han decidido revisar su comportamiento.

Los grupos pastorales religiosos han aprovechado este momento para afianzar los valores cristianos de virginidad y monogamia. Según Margarita de Camargo, integrante del movimiento católico Encuentros de Promoción Juvenil -y quien orienta y organiza encuentros en el año, al que acuden 30 jóvenes en promedio-, señala: "Hay un cambio de actitud en el sentido de que los adolescentes ahora están más atentos a buscar otros estilos de vida, pues han encontrado que los placeres efímeros los dejan con muchos problemas de conciencia".

Ya sea a través de las organizaciones religiosas o como simple campaña de prevención de salud, la verdad es que la castidad se ha puesto de moda. Aunque hay quienes argumentan que estos movimientos están inhibiendo el natural proceso de seducción, la verdad es que existe un nuevo ambiente social que lo apoya. Hace poco la revista norteamericana Newsweek señalaba que este nuevo movimiento moralizador puede ser una señal de cambiantes actitudes de los 90. Y, de hecho, quienes dicen no al sexo pueden encontrar modelos de sus comportamientos entre conocidas figuras del espectáculo y los deportes.


CASTIDAD AL AIRE

Hace unos meses la actriz Connie Selleca y su novio John Tesh anunciaron en la portada de la revista norteamericana People, con bombo y platillos, su propósito de no tener sexo hasta su noche de bodas. También con el título de 'Dispuestos a esperar', una revista ponía en portada a varios deportistas integrantes del movimiento Atletas por la Abstinencia. Y ya empiezan a aparecer en el espectáculo internacional composiciones de música rap y videos dirigidos a desestimular a la gente joven a tener sexo premarital. Y no se trata sólo del tema Like a Virgin de Madonna, cuya canción alcanzó gran popularidad pero cuyos videos muestran que ella está lejos de ser virginal, sino de otras rockeras como Juliana Hartfield, quien recientemente admitió públicamente que a sus 26 años, todavía es virgen.

Aunque entre las figuras colombianas del espectáculo aún no ha saltado a la palestra el primero que confiese abiertamente sus votos de castidad, los jóvenes televidentes colombianos sí han empezado a ver cómo en la serie Clase de Beverly Hilas le dan cada día mayor espacio y discusión a la decisión de Donna, uno de los populares personajes de la serie, de no tener relaciones sexuales con su novio. La abstinencia voluntaria de Donna ha sido tema de varios programas en el último año.

Las altas tasas de embarazos en las adolescentes, el drama del aborto, el riesgo del sida, son problemas que están afectando a los jóvenes y cada día aparecen con mayor intensidad como tema de sus manifestaciones culturales.

En opinión de los expertos, el regreso de la castidad como filosofía de vida puede ser la reacción natural a la permisividad sexual de los 70 y a la amenaza del sida de los 80. Pero lo cierto es que más allá del temor o la amenaza, aquellos jóvenes que hoy están diciendo no al sexo parecen sentirse muy confortables con la decisión de vivirlo solamente acompañado con el tañir de las campanas nupciales. Y como van las cosas, algunos pronostican que decir no al sexo antes del matrimonio puede convertirse en el último estadio de la revolución sexual.


VIRGENES DE NUEVO

POCOS QUIEREN HAblar del tema: ni los médicos que la practican ni las mujeres que recurren a ella. Se trata de la himenoplastia. Es decir, la reconstrucción del himen o... el regreso a la virginidad. El asunto es una especie de tabú en el país. Algo similar al aborto. Y es que, al parecer, se realiza en forma casi tan clandestina como éste.

Lo cierto es que cada día son más las mujeres colombianas que van en busca de un médico que las ayude a ser vírgenes de nuevo, así sea artificialmente. El procedimiento es sencillo: consiste en una intervención quirúrgica ambulatoria, que sólo requiere anestesia local y dura menos de 30 minutos. "La operación es elemental para cualquier cirujano -dice el ginecólogo Jesús Alberto Ruiz-. Consiste en avivar de nuevo los tejidos que bordean el himen, hasta hacerlos sangrar levemente, y volverlos a suturar por medio de unos pocos puntos". El resultado: la paciente queda como si nunca hubiera tenido relaciones sexuales.

Si bien la himenoplastia es una cirugía que no ofrece mayores riesgos, entre la comunidad médica hay una división: por un lado están los que la defienden y la consideran un derecho de la mujer y, por otro, los que la ven como un engaño y se declaran en contra de practicarla. "La mujer acude a la himenoplastia porque su pareja le exige virginidad. Ninguno de los dos actúa bien: el hombre por machista, y ella por deshonesta", agrega el doctor Ruiz.

Y es que aunque el machismo y la virginidad se consideraban dos términos pasados de moda, la realidad refleja algo distinto: la causa principal de que la mujer acuda a esta operación es la exigencia que recibe de su futuro marido de llegar virgen al matrimonio. Según varios especialistas consultados por SEMANA, hay características en común entre las pacientes que se realizan la himenoplastia: pertenecen a familias tradicionales y católicas. Y son mujeres de clase media. Ni las de clase alta ni las de clase baja suelen emplear la operación.

Las edades varían. Pero la mayoría de las pacientes son mayores de 30 años: "Las 'quedadas' que encontraron un hombre para quien la mayor virtud es la virginidad", dice un médico que pidió no revelar su nombre. Y también las menores de 18 años: adolescentes que han 'metido la pata' -como se dice comúnmente- y ven la himenoplastia como su salvación. Según el cirujano plástico Felipe Coiffman, muchas de ellas son obligadas por sus madres o por sacerdotes a realizarse la operación. "Es común que la mujer que ha sido violada llegue al consultorio en busca de una himenoplastia -agrega Coiffman-. Pero en realidad todas están muy equivocadas al creer que la virginidad está en el himen. Eso es algo espiritual".

Lo que está claro es que no hay ninguna razón física para que la mujer tenga que realizarse esa operación. Los motivos son sólo sociales o sicológicos. De hecho, se ha llegado a catalogar un lujo similar a arreglarse la nariz o quitarse el exceso de grasa mediante la liposucción. "Los médicos la practican sólo por el dinero, pues no ofrece ninguna mejoría para la salud de la mujer", agrega Ruiz. La operación puede costar entre 300.000 y un millón de pesos, dependiendo del cirujano plástico que la practique. Pero más allá de los conceptos éticos, los médicos aconsejan que las mujeres que quieren recobrar su virginidad en un quirófano, vayan donde un profesional. Ante el auge de la operación, han comenzado a surgir seudoespecialistas que hacen la cirugía en su propio consultorio, sin el menor cuidado y, además, suelen engañar a la paciente haciéndole creer que se la practicaron cuando en realidad no le hicieron nada. Y aunque a nivel médico es motivo de debate, la himenoplastia se está convirtiendo en una moda alimentada por el machismo. Y en la onda de la castidad, muchas mujeres han decidido algo que parecía imposible: recobrar la virginidad.



CASTOS Y VIRGENES EN CIFRAS

LOS SlGUIENTES son los resultados de una reciente investigación sobre sexualidad, realizada por Profamilia y el Instituto de los Seguros Sociales, con 3.105 adolescentes de ambos sexos, entre 12 y 17 años:

* 17 por ciento ha tenido relaciones sexuales.

* 35 por ciento contestó que, para evitar la paternidad o maternidad indeseada, aplazaría la iniciación de las relaciones sexuales.

* 52 por ciento no está de acuerdo con que los hombres tengan relaciones sexuales antes del matrimonio.

* 64 por ciento no está de cuerdo con las relaciones sexuales sin que exista una relación afectiva.

* 68 por ciento no está de acuerdo con que los jóvenes deban tener relaciones sexuales con más de una persona.

* 68 por ciento considera que una mujer debe llegar virgen al matrimonio