La llegada del presidente Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos sacudió el comercio mundial. “Aranceles es la palabra más hermosa del diccionario para mí”, dijo anticipando una escalada en las tarifas y una nueva tensión global.

Para José Francisco Mafla, socio de Brigard Urrutia, los nuevos aranceles ponen sobre la mesa el debate sobre la posible violación al régimen de la Organización Mundial del Comercio al imponer cargas y barreras que pueden ser violatorias de las reglas operantes. “En relación con los TLC vigentes entre Estados Unidos y varios de sus socios comerciales, como el caso de Colombia, su imposición puede generar debilidades para el sistema comercial y desconfianza sobre la estabilidad y continuidad de los acuerdos”.

Para Diego López, counsel de Martínez Quintero Mendoza González Laguado y De la Rosa (MQMGL&D), el gran desafío para las empresas en Colombia es generar una dinámica contractual y de planeación comercial y financiera que les permita adaptarse a las posibles consecuencias provocadas en materia de comercio internacional, no solo con Estados Unidos, sino también con los demás mercados y sus respectivas reacciones a estas.

Juan David López, socio de Baker McKenzie, considera que lo que llamó “el nuevo proteccionismo de Estados Unidos” desafía el sistema multilateral de comercio. Jurídicamente, obliga a los países a revisar sus tratados, fortalecer sus defensas comerciales y prepararse para posibles controversias. “Colombia necesita actuar con prudencia. Las decisiones en política comercial deben ser meditadas, evitando reacciones impulsivas que puedan comprometer nuestra estabilidad jurídica”.

Juan David López, socio de la firma Baker McKenzie

En el plano comercial, los aranceles implican múltiples retos, dice Mafla, como sobrecostos en la relación bilateral.

Pero hay otra cara de la moneda. Así lo considera Martín Gustavo Ibarra, socio de la firma Araújo Ibarra, al señalar que Colombia es uno de los cinco países del mundo más beneficiados frente al escalamiento comercial de Trump. Destaca que pertenece al grupo de países que tiene el menor sobrearancel, que es del 10 por ciento. “Hoy el promedio arancelario en Estados Unidos es el 20 por ciento”. Resalta que, gracias al TLC, “partimos de cero. Si no tuviéramos el tratado, habríamos partido de un arancel mayor”.

Además, pondera otros dos factores: la ubicación geográfica de Colombia y su cercanía al mercado de Estados Unidos, así como la posibilidad de incorporar insumos y materias primas de ese país en los productos que fabrique Colombia.

Pero la relación con Estados Unidos también pasa por si la Casa Blanca descertifica al país en su lucha contra las drogas. Según Mafla, las medidas derivadas de una eventual descertificación usualmente implican restricciones en sistemas de pagos, vetos en financiaciones o limitación al acceso de plataformas para pagos internacionales. “Ahora bien, los recientes cambios en medidas arancelarias ponen sobre la mesa la posibilidad de que también exista un componente que incluya una mayor imposición arancelaria”.

José Francisco Mafla, socio de la firma Brigard Urrutia

A su vez, López, de MQMGL&D, señala que el principal golpe se daría en el acceso a financiación de bancos multilaterales –como el BID o el Banco Mundial–, pues se produce de manera automática un voto de Estados Unidos en contra.

Sin embargo, Ibarra cree que los acercamientos con el Gobierno de Estados Unidos permitirán que sea una descertificación light, sin grandes sanciones económicas.

Pero también hay otros frentes en materia de comercio exterior. El primero, la cercanía a China y la posibilidad de incorporar al país a la Ruta de la Seda.

Martín Gustavo Ibarra, socio de la firma Araújo Ibarra | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA REVISTA SEMANA / REVISTA DINERO

Para César Cermeño, de MQMGL&D, no se está hablando de un tratado formal o un acuerdo comercial, sino de una declaración de intenciones para adherirse a una plataforma que ya suma cerca de 150 países. Sin embargo, se crea un mejor ecosistema de acceso a un mercado atractivo con el que Colombia tiene un déficit en la balanza comercial cercano a los 11.000 millones de dólares. “Una reacción inteligente bajo la nueva alianza permitiría al país exportar con mayor facilidad productos agrícolas y minerales, recibir mayor inversión en infraestructura, diversificar mercados e impulsar el intercambio cultural y turístico”.

Por su parte, López, de Baker McKenzie, señala que la Ruta de la Seda representa una oportunidad interesante en términos de inversión y conectividad, pero el principal reto jurídico y político es evitar fricciones con Estados Unidos.

César Cermeño y Diego López de Martínez Quintero Mendoza González Laguado y De la Rosa (MQMGL&D), | Foto: CORTESIA MQMGL&D

Y el segundo frente es la conformación de una zona económica especial binacional entre Colombia y Venezuela. Se trata de un memorando de entendimiento que, como dice Mafla, ha sido cuestionado, pues no existe claridad sobre sus efectos o los siguientes pasos para materializar las metas. “Por ahora, se prevé que, al tratarse de un asunto concerniente a las relaciones internacionales, deberá surtirse trámite en el Congreso y control de constitucionalidad en la Corte”, concluye.