Castillo respiró aliviado al no tener que ser obligado a dejar la presidencia en su segundo intento de vacancia. En su discurso de defensa resaltó sus logros en el agro y en el plan de vacunación. Sin embargo, la oposición lo acusa de corrupción, vínculos con el terrorismo y de incapacidad moral. Todo terminó de estallar con las denuncias de que sus sobrinos estaban manejando los contratos en el Ministerio de Transportes.

Pero todo ha sido cuestionamientos para Castillo. Por ejemplo, su primer ministro (de los cuatro que ha nombrado en ocho meses) fue acusado y obligado a renunciar después de defender abiertamente las acciones del grupo guerrillero y terrorista Sendero Luminoso. Además, sumió al país en una crisis política sin precedentes al ser incapaz de mantener un gabinete cohesionado.

Las manifestaciones a favor de Pedro Castillo, así como las que han sido en contra se han hecho sentir en todo el Perú.

Lo que se podría pensar que es una victoria para Pedro Castillo y su Gobierno de izquierda, es más bien un triunfo agridulce para el mandatario. Porque a pesar de tener un poco más de tiempo para intentar recomponer el rumbo, está muy lejos de conseguir una administración estable y próspera.

Castillo está lejos de cualquiera de sus objetivos, y seguramente no será el último proceso de vacancia que atravesará al tener tantos escándalos en menos de un año de mandato. En cualquiera de los intentos de destitución puede cambiar la situación, ya que la bancada que apoya al presidente es bastante joven y variada en movimientos de izquierda y centroizquierda. Además, no querrá echarse la soga al cuello y hundirse junto al Gobierno.

El mandatario peruano, en medio de una gran impopularidad tendrá un nuevo intento por recomponer el país.

Perú sigue buscando estabilidad en medio de fracasos reiterados de Gobierno tras Gobierno y de una crisis institucional total que ha llevado a que el país haya tenido cinco presidentes en cinco años. La siquiera posibilidad de que Castillo abandone el cargo y se adelanten elecciones solo sería un coctel perfecto para una degradación institucional aún mayor y una pérdida de representación para los más de 8 millones de personas que votaron por el presidente.

Castillo tendrá una nueva oportunidad de recomponer el rumbo de Perú. Sin embargo, la pregunta que ronda es ¿cuántas más tendrá el presidente? El tiempo se agota y la suerte se le acaba.