El anuncio del IRS acerca de revisar directamente el contenido que los creadores publican en OnlyFans, para definir si sus propinas pueden acogerse a la nueva exención fiscal, encendió un debate nacional.

Expertos advierten que la falta de una definición clara de “actividad pornográfica”, podría abrir la puerta a decisiones discrecionales, desigualdad tributaria y cuestionamientos sobre la privacidad de millones de usuarios.

La reforma fiscal de la la ley One Big, Beautiful Bill Act

La reforma fiscal promovida en Esta dos Unidos mediante la ley One Big, Beautiful Bill Act (OBBBA), introdujo una deducción histórica mediante la cual se permite que trabajadores que dependan de propinas calificadas, tengan derecho a un descuento hasta de 25 mil dólares al año, de su ingreso imponible, entre el 2025 y el 2028.

Esta norma abrió una puerta para beneficiarios tradicionales (camareros, bartenders, meseros) y, por primera vez, también para creadores de contenido digital, incluyendo influencers y plataformas de streaming.

Sin embargo, dicha exención no es automática para todos. La ley excluye explícitamente a quienes reciben propinas vinculadas con “servicios de prostitución o actividad pornográfica”.

Esto coloca a OnlyFans en el centro del debate, ya que aunque aloja contenido de muchos tipos, es conocida principalmente por su amplio volumen de material para adultos.

Por lo anterior, el IRS ha señalado que podría revisar directamente el contenido que los creadores publiquen en esta plataforma.

Así, si según el agente o auditor, se considera el contenido como pornográfico, las propinas asociadas serían taxables, lo que excluiría al creador de contenido del beneficio contemplado por la ley en mención.

Críticas e inquietudes sobre la aplicabilidad de la exención

Este enfoque ha generado inquietudes y críticas, incluso desde dentro del propio sector.

Quienes trabajan en entretenimiento adulto advierten que esta medida podría servir como una forma de censura o discriminación fiscal, especialmente porque la ley y las regulaciones no ofrecen una definición clara de lo que constituye “actividad pornográfica”.

¿Cómo definir con certeza los límites entre contenido erótico, artístico, de baile, fitness o solo sensual? Esa ambigüedad deja a muchos creadores en un limbo legal, según el International Business Times.

La exigencia de revisar contenidos plantea de igual manera un problema de privacidad y de viabilidad administrativa.

Para que un conteo de propinas quede exento, un agente tendría que acceder, reproducir y juzgar material íntimo, situación especialmente delicada si consideramos que muchos creadores operan desde la privacidad de sus hogares.

El proceso de auditoría puede implicar una carga burocrática alta, incertidumbre para los creadores y un potencial precedente preocupante.

Al extender los beneficios a creadores digitales, choca con una norma de exclusión que resulta difusa y difícil de aplicar de forma consistente.

Esto deja a muchos en un limbo jurídico, con riesgos de fiscalización, inseguridad sobre su situación tributaria y una carga de vigilancia poco compatible con la privacidad.