En Bosa, Cundinamarca, vive Vicky Prieto junto a su hija Valentina Acero, de 18 años. Ambas padecen de discapacidad cognitiva, pero esto no ha sido impedimento para salir adelante y para, a pesar de las circunstancias, vivir de manera digna.

Es lamentable destacar que Vicky hace tan solo pocos meses fue despedida de su trabajo porque en este hubo un cambio de jefe, y el nuevo mandato la discriminó y terminó despidiéndola de forma injusta.

Esto ha afectado emocionalmente a esta madre cabeza de hogar, porque sintió que la utilizaron y que todo el tiempo dedicado a la empresa no fue valorado. Sin embargo, Vicky no baja la cabeza y aspira a emprender en el negocio de la sublimación, pero para esto necesita un impulso económico.

Vicky y Valentina son dos mujeres solas, sin seres cercanos que estén al tanto de su situación. No obstante, cada una representa un fiel pilar para la otra y eso les basta para conformar un caluroso hogar.

Esta es su historia en video:

Además de la discapacidad cognitiva, la madre tiene siete enfermedades que le han restado mucho a su salud; también está esperando los resultados de una biopsia, porque los médicos intuyen que tiene cáncer de estómago y por esto necesita de manera urgente una ayuda externa para poder comprar los medicamentos que le están recetando, que son muy costosos.

Por su parte, Valentina no pasó una niñez alentadora debido a que hasta los 10 años estuvo de hospital en hospital, pues también padece siete enfermedades. A pesar de lo mencionado, las dos han sido fuertes y han afrontado cada situación con el mejor optimismo.

Sin el apoyo necesario de su familia, sin un trabajo que respete el valor de todos sus trabajadores, sin importar su condición y con unas ganas de emprender enormes, Vicky Prieto se ha convertido en un ejemplo de superación para todas las personas.

Sola, está sacando adelante a su hija, también con problemas cognitivos, pero que ha tenido un acceso adecuado a terapias y a estudio, algo que en su adolescencia no tuvo Vicky por tanta ignorancia, como dice.

Sin importar nada, únicamente enfocada en el bienestar de su hija, Vicky ha trabajado toda su vida para poder brindarle un desarrollo digno, un entorno en donde no se le humille por unas características especiales que no la hacen diferente, sino, al contrario, que le representan una verdadera humanidad.

Mañana, tarde y noche han sido las jornadas que a lo largo de los años Vicky ha tenido que laborar en distintos lugares para comprar un apartamento donde junto a su hija puedan tener algo que nadie nunca les va a poder quitar.

Mucho tiempo ahorró en una simple alcancía que les permitió hacer realidad un sueño grande, tener un hogar propio en el que madre e hija se desenvuelven como un estupendo equipo. Para Vicky y Valentina, el amor ha sido el factor fundamental para, a pesar de tantas problemáticas, expresar una sonrisa enorme por el hecho de estar juntas.

Son un complemento. Vicky le enseña a su hija todo lo que sabe con base en su experiencia. La principal enseñanza es no llegar tarde a ningún lado, siempre llegar temprano. Por su parte, Valentina le enseña a su madre lo que ha aprendido en los talleres, en su mayoría a leer y a escribir.

“Siete enfermedades a falta de una”, dice Vicky, y ni eso ha podido evitar que saque adelante a su hija. Una supermamá que no se rinde y que hará hasta lo imposible por su pilar: Valentina. Es una superheroína que tiene una capa enorme de esperanza.