Entre septiembre y diciembre de 2017 Sergio Fajardo tuvo su momento de gloria en la campaña. Según la encuesta de Invamer para Blu Radio, Caracol Televisión y SEMANA, en esos dos meses logró estar en la cabeza con el 20, 4 y el 21, 3 por ciento de intención de voto respectivamente. Durante el primer trimestre de este año, esas cifras cayeron paulatinamente, y llegaron al punto más bajo en marzo con el 10,7 por ciento. Desde entonces, el candidato volvió a repuntar hasta el 16, 3 por ciento en la última medición publicada por esta revista.En video: Así fue el día en que Fajardo por poco logra pasar a segunda vuelta
Foto: Juan Carlos Sierra/SEMANASin embargo, Fajardo remontó en varias encuestas hechas en la última semana, pero no publicadas por cuenta de las restricciones legales. En mediciones de Guarumo, el Centro Nacional de Consultoría e Invamer, le pisaba los talones a Gustavo Petro en su intento de pasar a segunda vuelta. La misma campaña divulgó el hashtag #LaRemontadaDeFajardo, y en las calles de las principales ciudades se sentía con fuerza el apoyo que ganaba el candidato profesor. La remontada se vio en el resultado final, Fajardo logró 4.586.000 votos y casi el 24 por ciento de la votación.Puede leer: Entre lágrimas y abrazos: el día en que Sergio Fajardo arañó la victoriaFajardo no hizo una campaña espectacular, pero sí consistente, fresca y tranquila. Replicó su ejercicio electoral de 2010 en el que hizo prevalecer los valores de independencia sobre las estrategias políticas. En los debates tuvo altibajos, y varias dificultades al momento de hacer compatible su imagen de representar el centro con el apoyo de sectores de izquierda como el Polo Democrático en cabeza de su líder, Jorge Robledo. Tuvo el paraguas de la lucha contra la corrupción, con el eje de la transformación cultural, un tema que pocos podrían controvertir, pero en el que también hicieron énfasis los otros candidatos.El buen resultado de Fajardo se debe al fenómeno de la antipolítica. Sus 4.846.000 votos son un numero significativo para un candidato que no contó con un partido propio, sino con el apoyo formal de una coalición, que tiene una identidad regional arraigada, que no hizo política llenando plazas, que basó parte de su campaña en la crítica a las maquinarias electorales tradicionales y que, sobre todo, no fue populista en su discurso.A primera hora de este lunes, Fajardo dijo ante los medios de comunicación que no volverá a insistir en una campaña a la presidencia y que concentrará su atención en sacar adelante proyectos de educación.
Fajardo logró esos votos a punta de construir la imagen del perfecto independiente. Tal y como hizo cuando aspiró a la Presidencia en 2010, esta vez se presentó como un profesor más maduro y crítico del centralismo y de las relaciones de poder en las que campean el clientelismo y la corrupción. En 2017 estallaron grandes escándalos de corrupción: Odebrecht, el cartel de la toga, el de los pañales, el de los alimentos, el de la salud… En ese contexto, con gerentes de las campañas presidenciales cuestionados y congresistas y gobernadores presos, el exalcalde de Medellín se convirtió en una figura refrescante, capaz de recoger el cansancio con el sistema político y con los partidos, que hoy llega al 86 por ciento.Le sugerimos: Así se movieron las búsquedas en Google en las horas decisivasEl punto más alto de Fajardo en las encuestas coincidió con el anuncio de que había llegado a un acuerdo con dos figuras, los senadores Jorge Robledo y Claudia López, para definir una candidatura única entre su movimiento (Compromiso Ciudadano), el Polo Democrático y la Alianza Verde. En diciembre ganó esa candidatura después de realizar una encuesta interna entre los tres.Pero, paradójicamente, así como lo favoreció la alianza con Robledo, le quitó posibilidades de crecer en la izquierda. Cerca de la mitad de militantes del Polo Democrático y una parte importante de la dirigencia vieron en Gustavo Petro un candidato más cercano a ellos que Fajardo. La historia compartida del Polo, la UP y el movimiento sindical con el aspirante de la Colombia Humana permitió que este monopolizara el espacio de la izquierda.
var divElement = document.getElementById("viz1527282413728"); var vizElement = divElement.getElementsByTagName("object")[0]; if ( divElement.offsetWidth > 800 ) { vizElement.style.width="600px";vizElement.style.height="827px";} else if ( divElement.offsetWidth > 500 ) { vizElement.style.width="600px";vizElement.style.height="827px";} else { vizElement.style.width="100%";vizElement.style.height="994px";} var scriptElement = document.createElement("script"); scriptElement.src = "https://public.tableau.com/javascripts/api/viz_v1.js"; vizElement.parentNode.insertBefore(scriptElement, vizElement);A eso se suma el hecho de que, una vez se conoció en diciembre el candidato del Centro Democrático, el antiuribismo comenzó a buscar su propio nicho. Ese sentimiento se vio en buena parte reflejado en la aspiración de Petro, pues De la Calle y Fajardo fueron muy cuidadosos en el momento de referirse al expresidente. Durante toda la campaña, Fajardo fue el candidato que menos miedo generó, pero muchos interpretaron sus planteamientos tranquilos como posturas débiles en medio del fragor de una contienda, que poco a poco fue calentándose en torno a los dos extremos. En esta elección Fajardo se convirtió en el dueño del electorado de centro que, con su salida, por ahora queda huérfano.En términos políticos, probablemente Fajardo cometió el gran error de no haber aceptado participar en una consulta en marzo con otros candidatos de centroizquierda. Particularmente, con el candidato liberal, quien de todas las formas posibles le pidió hacer una interpartidista. De hecho, De la Calle prefirió hacer la consulta interna entre los liberales en noviembre de 2017 pensando que en marzo de 2018 podría hacer una interpartidista con Fajardo. Después de marzo, cuando Duque y Petro se consolidaron como las aspiraciones más viables después de las respectivas consultas de derecha e izquierda, se volvió tendencia la etiqueta #SergioDelaCalle, promovida por cientos de electores que veían en la alianza de los dos una salida a la polarización. Después de muchos ruegos públicos y privados de De la Calle porque eso sucediera, Fajardo aceptó tomarse un café con él. Razones técnicas ligadas a la candidatura liberal impidieron esa articulación, que probablemente habría sido su llave ganadora. Sumando los votos de Fajardo y De la Calle, hipóteticamente, el candidato profesor habría obtenido 5 millones de votos superando a Gustavo Petro en el segundo lugar. Los analistas de opinión insisten en que, por cuenta de ser uno de los que menos miedo generaba, si pasaba a segunda vuelta quedaba con altísimas posibilidades de ganar.Le puede interesar: ¿Por qué ganó Gustavo Petro?Fajardo tuvo un tercer lugar más que digno: su repunte durante el último mes y medio en las encuestas, en parte impulsado por la fuerza parlamentaria que logró la Alianza Verde en cabeza de Antanas Mockus. No en vano, lo apoyaron más que nadie los electores de Bogotá, donde protagonizó la ‘remontada’ y obtuvo casi el 30 por ciento de los votos, seguido por Gustavo Petro e Iván Duque. Muchos analistas creen que si la elección hubiera demorado una semana más, Fajardo habría pasado a la segunda vuelta.El trabajo incansable de Claudia López y el peso del ala robledista del Polo Democrático lo dejan con buena imagen y con un peso estratégico de cara a las decisiones para la segunda vuelta. El domingo no quiso tomar ninguna posición sobre lo que hará en las tres semanas que vienen. Sin embargo, ante los medios de comunicación se calificó como una persona coherente que se sostendrá con lo que ha dicho en las últimas semanas: "Ni Petro ni Duque".
Hasta ahora Fajardo ha sido enfático en que la Coalición Colombia tendrá un papel protagónico en las elecciones regionales de 2019 y que hace parte de una coalición que está estudiando los diferente escenarios. Ante estos gestos, la gran pregunta es qué harán sus 4,5 millones de votantes, que tendrán un papel protagónico en las elecciones del 17 de junio.